Post de Marcelino Manzano del blog El Espejo de Sevilla.
La Iglesia es un freno que impide que algo se mueva. ¿Pero un freno de qué? Pues algunos pensaran que es un freno para el progreso, o para la ciencia, o para a revolución… Ay, qué equivocados están.
El pasado martes 10, nuestro Arzobispo D. Juan José Asenjo fue entrevistado en el programa «La Mañana en Sevilla» que presenta y dirige Paco Robles en Cope Sevilla. En la entrevista aparecieron temas muy interesantes, pero destaco el titular que ya aquí en nuestra web hemos presentado en la sección de noticias: «La Iglesia está siendo un freno para posibles conflictos sociales».
Al Arzobispo sabe de lo que habla. Su presencia constante en las parroquias de la capital y los pueblos le convierte en un privilegiado observador de la realidad. Al Arzobispo no hace falta que le cuenten lo que pasa: él lo ve. Y sí que le cuentan muchas cosas, la verdad, pero sin intermediarios, de primera mano, en las numerosas visitas que recibe cada semana en su despacho, en las que participan muchas personas sencillas que vienen a pedirle ayuda y orientación. El Arzobispo, pues, conoce la auténtica medida de la crisis económica y del paro, de la pobreza y de las fatiguitas que se pasan.
Y el Arzobispo, evidentemente, conoce lo que están haciendo Cáritas, comunidades de religiosos y religiosas y, por supuesto, las hermandades y cofradías, como expresamente mencionó en la entrevista con Paco Robles. Conoce de primera mano no las cifras, sino los rostros de las personas, familias enteras, que son asistidas por la Iglesia en nuestra Archidiócesis. Y sabe de la labor de los implicados en esta tarea, porque escucha sus preocupaciones y también comparte la alegría de sus logros.
Así que la Iglesia, es verdad, es un freno que impide el movimiento hacia el conflicto, que sería el paso natural desde la situación de desesperación de las que somos testigos en los que vienen a las parroquias demandando ayuda porque se les han cerrado todas las puertas. ¿Y cómo funciona este freno? Oponiendo otro movimiento: el dinamismo del Espíritu Santo, la fuerza que surge de Jesucristo y su evangelio. El movimiento que comenzó un Jueves Santo cuando el Señor se ciñó la toalla y lavó los pies a los apóstoles. Aunque comenzó un poco antes, cuando tomó el pan, lo bendijo y lo repartió a la multitud que no tenía qué comer, y hubo para todos y se saciaron. La caridad, el amor de Jesucristo, es ese freno para que el grito no se convierta en desorden y violencia. No es un freno excluyente, pues también quiero pensar en la buena fe del trabajo de muchos políticos empeñados en sacarnos de esta crisis económica.
Pero la pregunta es obvia: ¿qué pasaría si la Iglesia no estuviese saliendo al paso de la crisis? Casi mejor no pensarlo, pero desde luego que ya habrían pasado muchas cosas desagradables, incluso lamentables.
La caridad seguirá siendo una de las prioridades pastorales de la Archidiócesis, como ha manifestado el Arzobispo en su carta de inicio de curso. Sobre el amor construimos con piedras vivas nuestras parroquias, grupos de fe y hermandades, y así se hacen fuertes, torres fortísimas, como esa Giralda rematada por la Fe, que se puede ver desde tantísimas ventanas y azoteas de Sevilla, y que parece decirnos un mensaje: no temáis, que el amor de Cristo, el amor de esta Iglesia hispalense, no os abandonará.
Marcelino Manzano.
Twitter: @Marce_Manzano
