La Asociación Paz y Bien nació en 1979 por iniciativa de un grupo de personas, encabezado por fray Rafael Pozo, que buscaban dar una respuesta profesionalizada a las inquietudes y preocupaciones de los padres y las madres de las personas con discapacidad. El contexto histórico, político y social en el que se enmarcan los inicios de esta entidad, sin ánimo de lucro, es donde las personas con discapacidad intelectual conformaban un colectivo desconocido, incluso escondido, para la mayoría de la sociedad.
Fuentes de esta asociación destacan que “los inicios fueron difíciles, pero si por algo se ha caracterizado la labor de la Asociación Paz y Bien a lo largo de sus más de 40 años de historia es por haber ido un paso por delante de las necesidades, dando respuestas a lo que más tarde se fue demandando a las instituciones públicas, con el fin de ofrecer soluciones a los problemas de los colectivos más vulnerables”. La actividad de la asociación, aún sin constituir, comenzó en la localidad de Olivares, en una casa cedida en la que las personas voluntarias fueron improvisando actividades y tareas ocupacionales con las personas por entonces llamadas “deficientes”. Las personas que encabezaron este proyecto entendieron desde el principio la inserción laboral como la mejor herramienta para la normalización e integración social de este colectivo.
Fundación de la Asociación Paz y Bien
Después de meses manteniendo reuniones con entidades del colectivo, de búsqueda de recursos, se recogió el acta de constitución y el nombramiento de la junta directiva de la ‘Asociación Protectora de Deficientes Psíquicos Paz y Bien’, nombre que salió de manera espontánea entre los presentes y donde se nombró a Rafael Pozo como presidente de la entidad. Meses más tarde, el 27 de julio de 1979, se aprobaron definitivamente los estatutos.
El inicio de la década de 1980 marcó el despegue de la labor de la entidad con su traslado al monasterio de San Isidoro del Campo, ubicado en Santiponce (Sevilla). En 1981 se puso en marcha el Taller de Artes Gráficas, y un año después, concretamente el 1 de abril de 1982, se registró el Centro Especial de Empleo ‘Paz y Bien’.
Inicio de la atención a menores tutelados
Paz y Bien siguió escribiendo su historia adentrándose en la intervención con un nuevo colectivo en riesgo de exclusión: los menores en situación de desamparo. Así pues, y a petición de los organismos andaluces, Paz y Bien comenzó a atender a menores tutelados con discapacidad intelectual en Alcalá de Guadaíra en diciembre de 1998, aunque el centro ‘La Granja’ no fue inaugurado hasta el 25 de mayo de 1999.
Inicio Cooperación Internacional en Guatemala
En el año 2007, Paz y Bien se inició en la Cooperación para el Desarrollo con la inauguración en Quezaltepeque (Dpto. de Chiquimula-Guatemala), del Centro de Promoción Social ‘Tuncushá’. La experiencia misionera de Rafael Pozo, fundador de Paz y Bien, así como los contactos y colaboración continuada con entidades del país guatemalteco, formaron el caldo de cultivo de la realidad de la actuación de Paz y Bien a día de hoy en Guatemala. La defensa de los menores con discapacidad y desnutrición y sus familias son el centro de la actuación en esta línea.
Compromiso con otros colectivos
El hilo conductor del trabajo de Paz y Bien es la lucha y la defensa de los derechos de los colectivos más desfavorecidos, teniendo siempre en el punto de mira a la persona, potenciando sus capacidades y acompañándolas en su proyecto de vida. En este sentido, la última década de la Asociación ha estado marcada, además de por seguir ampliando la amalgama de recursos para personas con discapacidad intelectual y los menores del sistema de protección, por proyectos innovadores como el Proyecto de Integración Social en el entorno rural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche (desde 2013), en el que participan todos los municipios de la comarca, y otros proyectos y programas enfocados a la atención de los colectivos más allá de donde llega la propia administración, como es el caso de ‘Timonel’ y el Servicio para la Promoción de la Autonomía Personal (ambos desde 2017); ‘Generador’ (2020); otros que de los que ha formado parte junto con otras entidades, como FEVIDA, título universitario impulsado por la Universidad Pablo de Olavide; y el servicio ‘Ven a verme’ (2018), que se ha situado en los últimos años como un referente necesario y la puerta de entrada a la Asociación y otros recursos propios de la administración andaluza.
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