Jóvenes ricos en Misericordia.
Más de 700 jóvenes se dieron cita el pasado viernes, 4 de marzo, en la Catedral de Sevilla para vivir un Jubileo muy especial en este Año de la Misericordia. El evento, que coincidió con la iniciativa del papa Francisco ’24 horas para el Señor’, consistió en una peregrinación por los templos jubilares de la capital hispalense, un camino que se desarrolló hasta las cinco de la madrugada entre cantos y oraciones.
«Mira, nosotros hemos salido este viernes por la noche a emborracharnos, y ellos, en cambio, han salido a rezar. Creo que han salido ganando». Fue la reacción de dos jóvenes al ver a la plétora de chicos y chicas que caminaba por la Alameda de Hércules en su peregrinación hacia los templos jubilares sevillanos. Y sí, los más de setecientos jóvenes que participaron en el Jubileo dedicado a ellos salieron ganando aquella noche, porque tuvieron la oportunidad de encontrarse con el Señor durante las seis horas que duró la peregrinación.
La noche empezó en la Catedral, con una misa oficiada por el Arzobispo de Sevilla. En su homilía describió la peregrinación como «fraternal, orante, alegre, festiva y hondamente espiritual». Por otra parte, advirtió a los jóvenes de cuidarse de «las ofertas engañosas, mitos efímeros y falsos maestros» que prometen una vida llena de éxitos y felicidad pero que realmente «endurecen y esclavizan el corazón». Por ello, invitó a los asistentes a «dejarse fascinar» por la figura y el mensaje de Jesús. Y recordando las palabras de Benedicto XVI les pidió que «no tengáis miedo de Cristo» porque «Él no quita nada y lo da todo. Quien se da a Él recibe el ciento por uno».
Misericordia, vocación, oración y la Virgen
Las cuatro basílicas declaradas templos jubilares en la capital sevillana acogieron a los jóvenes que participaron en esta celebración. En todas ellas destacó el respeto y el silencio con el que los chicos y chicas entraban y oraban.
El Cristo de la Expiración, el Cachorro, fue el primer destino. Allí, Adrián Sanabria, Vicario para la Nueva Evangelización, expuso una breve catequesis sobre la Misericordia, «máxima expresión del amor de Dios». En este templo, los jóvenes pudieron acercarse al misterio del perdón de Dios ante Cristo Sacramentado.
La segunda parada fue el Gran Poder, en el que se realizó una reflexión sobre la vocación. Para ello un seminarista y una Hija de la Caridad dieron su testimonio, pero lo hicieron sin protagonismos, sentados desde el público, como «una voz que se alza al Señor» entre la multitud. Ambos invitaron a responder «a la llamada de la plenitud».
Pese al frío, el cansancio –rondaban ya las tres de la mañana- y las miradas extrañadas de muchos transeúntes, la peregrinación continuó hasta la Basílica de la Macarena, que recibió a los jóvenes con los brazos abiertos. En este templo, se habló de la oración, «esa conversación con Jesús, de corazón a corazón». Durante la disertación se presentó la oración como «un aliciente, un consuelo y una esperanza. En la oración no nos sentimos solos». También se pidió que lo vivido aquella noche diera «frutos de conversión».
El templo salesiano de María Auxiliadora fue la meta que cruzaron cientos de jóvenes en su peregrinación, alrededor de las cuatro de la mañana. Aquí se expusieron los siete dolores de la Virgen, realizando una breve representación de los mismos, para acercar a los jóvenes la figura de María. El Jubileo finalizó sobre las seis de la madrugada con churros y chocolate en el colegio salesiano.
«Con ganas de más»
El Delegado de la Pastoral Juvenil de la Archidiócesis de Sevilla, J. Francisco Durán, se quedó «con ganas de más» después de haber vivido esta experiencia «extraordinaria». «Fue cosa de Dios», asegura. Y aunque seguramente así fuera, también quiso dar las gracias a las decenas de voluntarios que hicieron posible que todo saliera como debía de salir. Igualmente, agradece a las Basílicas su acogida y a los sacerdotes que acompañaron en el camino a los cientos de jóvenes, que los animaron y confesaron durante su peregrinación. «Ellos fueron testimonio para los jóvenes y para mí son un ejemplo», añade Durán.
Para él, la respuesta a este Jubileo es «el resultado de que la Iglesia sigue apostando por jóvenes y que el Espíritu sigue actuando».