Mons. Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla.
El pasado 5 de noviembre se cumplieron cinco años del comienzo del episcopado de monseñor Juan José Asenjo (Sigüenza, Guadalajara, 1945) al frente de la Archidiócesis de Sevilla. En este lustro se han puesto en práctica iniciativas muy destacadas en los ámbitos vocacional y formativo, y se han reformado los órganos rectores de organismos e instituciones de la Iglesia en Sevilla. Don Juan José no escatima elogios a la labor social de la Iglesia, sobre todo de cara a los más afectados por la crisis económica, y reitera su gratitud a las hermandades y cofradías por su papel de contrapeso a la secularización de la sociedad.
¿Qué es lo que más y mejor recuerda de estos cinco años al frente de la Archidiócesis de Sevilla?
Recuerdo con mucho cariño y doy gracias a Dios por las cosas que hemos ido haciendo a lo largo de estos años. Me refiero a las renovaciones de los equipos de la Curia, del Seminario, del Centro de Estudios Teológicos o la instauración del Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Esta institución está dando un juego extraordinario en la formación de nuestros laicos, que son en estos momentos y siempre una verdadera prioridad. Además, están las misiones populares, la visita pastoral que está llevando a cabo el señor obispo auxiliar, y la respuesta que nuestra Iglesia diocesana está dando al drama de la pobreza como consecuencia de la crisis económica. Yo creo que estos son los logros, y luego la vida ordinaria, lo que podríamos llamar la pastoral ordinaria.
¿Qué temas ocupan o preocupan ahora al arzobispo?
Me ocupa y preocupa, en primer lugar, la santidad de los sacerdotes. Dios quiere que cada día sean más generosos, más fervorosos, más santos, más entregados, con un corazón cada día más apostólico. Me preocupan también las vocaciones, y necesitamos tanto chicos como chicas. No solamente chicos en el seminario, sino también chicas para las congregaciones religiosas femeninas. Gracias a Dios nuestra diócesis va teniendo los sacerdotes necesarios, pero sería bueno también que compartiéramos los dones que el Señor nos está regalando con otras iglesias lejanas o cercanas mucho más necesitadas que nosotros. Por eso necesitamos vocaciones, necesitamos que nuestro Señor toque el corazón de nuestros jóvenes para que sean muchos los que estén dispuestos a ofrendarles la vida en el servicio a la Iglesia, en el servicio a la evangelización, en el anuncio del Evangelio y en el servicio a los hermanos. Y necesitamos también pedir al Señor la perseverancia de nuestros seminaristas.
Parece evidente que esta ha sido una de sus prioridades desde que llegó a Sevilla.
Necesitamos sacerdotes fervorosos, centrados, alegres, apóstoles de la renovación espiritual y apostólica de nuestra diócesis. Por eso para mí en estos momentos, los sacerdotes y el seminario son una verdadera prioridad.
¿Qué valor destacaría de la vida espiritual y religiosa de los sevillanos?
He encontrado en Sevilla laicos de una calidad cristiana extraordinaria, como seguramente no los había conocido antes. Aquí hay unas minorías laicales de mucho compromiso, muy buena formación, mucho vigor espiritual y apostólico. Y es importante tener presente el mundo de las hermandades y cofradías, que sin duda están siendo un freno, un antídoto contra la secularización de la sociedad. Una secularización que, en líneas generales, en esta tierra es mucho menos intensa que en la tierra de la que yo procedo. Ha tomado posesión el nuevo obispo de Segovia, y se ha encontrado con un seminarista… Un seminarista hay en mi diócesis de origen de Sigüenza-Guadalajara. Aquí tenemos este año 63 seminaristas, un dato para dar gracias a Dios y seguir cultivando este sector importante en la pastoral vocacional. Tenemos una tierra menos secularizada porque la religiosidad popular está siendo como una especie de carpa que impide que se reseque el humus cristiano de esta tierra. Esto lo tenemos que valorar mucho y seguir fomentando y acompañando.
Esta es uno de los argumentos que más le hemos escuchado desde que llegó a Sevilla.
Un obispo responsable y en sus cabales no puede situarse ni de frente ni de espalda a las hermandades. Tiene que acompañarlas y también corregirlas, porque hay cosas que purificar. Pero tiene que estar agradecido a las hermandades, que son un don de Dios para nuestra diócesis.
No queda más remedio que hablar de la crisis económica ¿Cómo responde la Archidiócesis a toda la problemática que se deriva de ella?
Creo que estamos respondiendo de una forma ejemplar. Yo me siento satisfecho y orgulloso de la respuesta que nuestra Iglesia está dando a tanta pobreza, tanto dolor, a tanto sufrimiento de tantas personas en nuestros barrios y en nuestros pueblos. Cáritas Diocesana está haciendo un esfuerzo gigantesco, como las caritas parroquiales, las parroquias, religiosas y religiosos que tienen múltiples obras sociales sobre todo en varios periféricos, y las hermandades y cofradías, están gastando cantidades ingentes en socorrer a los pobres y a los que sufren. Estoy seguro de que si no fuera por la Iglesia, toda esta realidad, las situaciones de nuestros barrios, de tantos hermanos y hermanas nuestros, sería mucho peor, muchos de ellos no podrían comer.
Una de las novedades de este curso ha sido el Directorio de Iniciación Cristiana ¿Era necesario?
Sí, era necesario. La vida de la Iglesia a veces avanza con una velocidad de vértigo, y el anterior tenía ya veinticinco años. Era necesario renovarlo para adaptarnos a situaciones concretas que han ido surgiendo a lo largo de estos años. Lo importante es que la diócesis tome conciencia de la importancia que tiene la iniciación cristiana -que abarca tres sacramentos: bautismo, eucaristía y confirmación- para que aprovechemos la recepción o administración de estos sacramentos para iniciar en la fe a niños y jóvenes. Yo estoy contento con el resultado y quisiera que, poco a poco sobre todo el espíritu del directorio y también los aspectos normativos, tomaran cuerpo en la vida de nuestra diócesis.
Volviendo sobre las vocaciones, ¿cómo valora el trabajo de la pastoral vocacional, en general, y en particular la andadura del Seminario Menor?
Estoy contento con el Seminario Menor, donde tenemos a dos sacerdotes muy buenos muy generosos, y muy entregados. Y tenemos un grupito de niños que apuntan señales inequívocas de vocación, gérmenes de vocación. Este año hay solamente nueve niños, pero el año anterior pasamos nada más y nada menos que cinco alumnos del Menor al Mayor. Solo eso ya justificaría la creación del Seminario Menor. El hecho es que en otras diócesis que tienen seminarios menores no pasa ni uno al Seminario Mayor, y se admiran de que en Sevilla pasen seminaristas del Menor al Mayor, cosa que me alegra mucho y por lo que agradezco el esfuerzo de los formadores. En cuanto a la pastoral vocacional quiero decir que no es compromiso, obligación del arzobispo ni del obispo auxiliar, o de los sacerdotes que tenemos designados para estas funciones pastorales. Esto es obra de la comunidad cristiana, de los padres y madres de familia que tendrían que considerar como un privilegio, como un honor, que el Señor lleve a alguno de sus hijos. También de los educadores, especialmente los profesores de Religión, los catequistas y todos los que hacen de mediadores entre Dios nuestro Señor y nuestros niños y jóvenes. Dios quiera que en nuestra diócesis la pastoral vocacional vaya adquiriendo fuerza y consistencia. Tengo la impresión de que el año que viene va a ser un año bueno desde el punto de vista de los ingresos en los Seminarios Mayor y Menor. Gracias a la acción y al compromiso de tanta gente buena.
Ha mencionado a los profesores de Religión ¿Qué solución atisba para la problemática que afecta a este colectivo?
Pues me gustaría que encontráramos una solución para la asignatura de Religión en Andalucía con lo que respecta al horario. Evidentemente, cuarenta y cinco minutos es muy poca cosa, casi es cumplir y mentir… ¡Qué menos que hora y media a la semana! Lo exige el sentido común, lo exige también la voluntad de tantos padres -el ochenta y siete por ciento de los padres piden Religión para sus hijos en Primaria-, lo exigen también los acuerdos Iglesia-Estado que son de obligado cumplimiento también para las comunidades autónomas. Estos acuerdos tienen rango de ley orgánica, es un pacto internacional entre la Santa Sede y el Estado Español, y ahí se dice que la asignatura de Religión se tratará y considerará en condiciones de igualdad con las demás asignaturas fundamentales. Dios quiera que se encuentre una fórmula por parte de la Consejería de Cultura de nuestra Junta de Andalucía, para homologar la asignatura de Religión con la impartición que tiene lugar en otras comunidades autónomas: la hora y media. Hay otro aspecto que además es importante, al reducir a la mitad el tiempo dedicado a la asignatura de Religión. Esto va a conllevar el paro en una cantidad enorme de profesores, aspecto urgente que a las autoridades educativas de Andalucía tendrían que considerar.
¿Qué expectativa tiene de lo que pueda suceder en el próximo sínodo general sobre la familia?
He seguido con interés el sínodo extraordinario celebrado el pasado octubre donde se han puesto sobre la mesa toda la problemática de este flanco de la vida de la Iglesia que es la familia y el matrimonio. Yo espero que en el próximo sínodo la Iglesia ratifique la doctrina de siempre sobre el matrimonio y la familia, si bien puede haber indicaciones nuevas a la hora de afrontar los desafíos que las familias sufren en estos momentos, pero estoy seguro de que no se va a hacer tabla rasa de la gran tradición de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.
¿Un deseo del arzobispo para el año 2015?
Que lo comencemos de la mano de la Virgen. El uno de enero es la fiesta de Santa María Madre de Dios y no hay mejor compañía que la de la Virgen. Deseo a todos los diocesanos que inicien el año nuevo de la mano de Nuestra Señora, y que traten de edificar su vida sobre la roca viva, sobre la roca firme, que no se contenten simplemente con sucedáneos, que busquen la roca fundamental que es Cristo, la piedra de la Iglesia, el que da consistencia, firmeza, y estabilidad a nuestra vida.