«Hay que avanzar en la corresponsabilidad de los fieles en el mantenimiento de la Iglesia»

Archidiócesis de Sevilla
Archidiócesis de Sevillahttps://www.archisevilla.org/
Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

Entrevista a Alberto Benito Peregrina, ecónomo de la Archidiócesis de Sevilla

Alberto Benito Peregrina es ecónomo de la Archidiócesis de Sevilla desde hace dos años. Aunque es natural de Madrid y tiene ascendencia soriana, es un perfecto conocedor de la realidad de la Iglesia hispalense; no en vano, lleva 16 años afincado en la capital. Con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra el próximo 16 de noviembre, Benito Peregrina explica algunas de las cifras publicadas en la Memoria Económica del ejercicio del año 2013; porcentajes de gastos e ingresos que son un reflejo de la vida de la Archidiócesis.

¿Cuáles son las tareas que tiene que llevar a cabo como ecónomo diocesano?

Mis tareas vienen determinadas en el Estatuto de la Curia Diocesana, y consisten básicamente en la gestión y administración de los bienes temporales de la Archidiócesis. Me encargo de todos los temas jurídicos, económicos, obras, y de la gestión del patrimonio. El ecónomo tiene el encargo directo del Arzobispo para ello, bajo la supervisión y control del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos.

La Archidiócesis de Sevilla es pionera a la hora de presentar sus cuentas de forma transparente…

La Archidiócesis publica sus cuentas desde hace más de diez años. Desde el principio se elabora una publicación muy detallada de cada ejercicio que se presenta en rueda de prensa; ahora también la información está disponible en la página web y en formato electrónico. Se publica el informe completo sin ninguna limitación. Y desde el año pasado, además, se audita. Efectivamente, Sevilla es pionera en esto, por delante de otras diócesis e instituciones. Este acceso libre y transparente a la información económica es necesario para que todos los que colaboran con el sostenimiento de la Iglesia tengan una imagen fiel de la actividad de la Archidiócesis.

¿Qué información contiene la Memoria Económica de la Archidiócesis?

La Memoria Económica es la «fotografía» de toda la actividad que ha realizado la Archidiócesis durante el año. Siguiendo el modelo marcado por la Conferencia Episcopal, en este informe aparecen todos los ingresos y gastos de las instituciones diocesanas: parroquias, fundaciones, Cabildo Catedral, Cáritas Diocesana, Seminario, etc.

La vía principal de financiación es la de las aportaciones de los fieles, que representan el 40,5% de los ingresos. ¿Qué modalidades tienen los fieles para colaborar?

Los fieles tienen dos vías principales para hacer sus aportaciones: la suscripción voluntaria, a través de las parroquias o a través de la administración diocesana, y las colectas dominicales y extraordinarias. Es la aportación directa de miles de personas que ofrecen generosamente sus recursos para el sostenimiento de las necesidades de la Iglesia. Hay aportaciones en las que los fieles indican específicamente a qué fin quieren que vayan dirigidas: las colectas «imperadas», donde el motivo está establecido –al Domund, a la Iglesia Diocesana, a Cáritas, etc.–, o aportaciones particulares, que pueden ser donaciones, legados o herencias para un fin concreto. El resto se destina a un fondo común diocesano que se distribuye según las necesidades que surjan: el pago de la estructura de delegaciones, de servicios específicos, necesidades de sacerdotes concretos, obras, gastos generales… Cada parroquia y cada institución eclesial (hermandades, institutos de vida religiosa…) hace su aportación al Fondo Común.

¿Son suficientes estas aportaciones de los fieles para hacer frente a todos los gastos de la Archidiócesis?

Es la parte más importante de los ingresos, pero no son suficientes. Con eso se cubren las necesidades que surgen. La Iglesia es una institución sin afán de lucro ni de acumular patrimonio, no tenemos que repartir dividendos, ni tenemos que tener beneficios; todo lo que se obtiene es para darle uso. Pero si tuviésemos una mayor aportación, tendríamos oportunidad de tener más gasto social, acometer obras que se quedan sin hacer… Hay cosas que no se hacen porque no hay recursos suficientes. La precariedad de muchas iglesias se debe a que no somos capaces de generar ingresos suficientes para mantenerlas. Hay que avanzar en la corresponsabilidad de los fieles en el mantenimiento de la Iglesia.

¿La aportación de los fieles ha disminuido en los últimos años como consecuencia de la crisis?

En general, se ha mantenido estable. Quizá han disminuido un poco algunas suscripciones y colectas, pero en otras colectas concretas como la de Cáritas ha aumentado. Estos son datos muy buenos respectos a otras instituciones, a pesar de los tiempos de crisis. Sevilla es una de las diócesis más solidarias, que más aportaciones tiene. Los fieles de Sevilla están concienciados con su Iglesia.

Los ingresos procedentes de la asignación tributaria –por marcar la X en la declaración de la renta– representan un 14% de los ingresos de la Archidiócesis. ¿Es un dinero del Estado?

No. El Estado no aporta nada ni subvenciona nada, sino que es un dinero de los ciudadanos que se canaliza a través del Estado. De los impuestos que se pagan, un 0,7% se destina al fin social que ellos elijan. Si no se marca ninguna casilla, el Estado lo dedica a lo que crea conveniente. Es un sistema que existe en otros países. Es un sistema que perjudica mucho a la Iglesia porque muchos ciudadanos no hacen declaración de la renta por no llegar al mínimo, por lo que no pueden poner ninguna cruz y al no haber un sistema sustitutorio de asignación, esa parte se pierde. Esto se agrava en tiempos de crisis, donde hay más gente que no hace declaración. La ventaja de este sistema es que es compatible la doble asignación: poner la cruz en la casilla de la Iglesia y en la de otros fines sociales. La Iglesia, a través de la Conferencia Episcopal, elabora todos los años una memoria justificativa, que se audita. No es obligatorio hacerlo, pero por responsabilidad se explica a qué se dedica el dinero que recibe de los ciudadanos: a tareas pastorales, sociales, educativas, conservación y rehabilitación del patrimonio, evangelización a otros países… En esta memoria se refleja que cada euro que llega a la Iglesia se multiplica por cinco: hay muchas horas de trabajo gratuito, de voluntarios… Si la actividad que se desarrolla se pusiera a precio de mercado, lo que se genera se multiplicaría por cinco.

¿Es privilegio de la Iglesia el contar con esta forma de financiación?

No es un privilegio de la Iglesia; está basado en el artículo 16 de la Constitución, del que dimanó después el Acuerdo de Colaboración entre la Santa Sede y el Estado Español de 1979. De hecho, esta fórmula la podrían utilizar otras confesiones religiosas que tienen acuerdos con el Estado: la comunidad judía, protestante y la musulmana. Pero no lo hacen porque no tienen el peso histórico y de población de la Iglesia Católica.

¿La Iglesia debería ser autosuficiente económicamente con la aportación de los fieles?

Es un reto que tenemos en la Iglesia. De hecho, cuando se estableció el sistema de asignación tributaria se inició como un sistema transitorio. Pero también es verdad que el Estado debe plantearse que el mantenimiento de la Iglesia no es un asunto de ella misma, ya que sus fines son públicos. Con el dinero de la asignación tributaria, la Iglesia puede cuidar del patrimonio y de llevar adelante su labor social. Hay 5 millones de beneficiarios en Cáritas, 3.168 bienes de interés cultural… Si la asignación tributaria desapareciera, se reducirían los ingresos dedicados al mantenimiento del patrimonio, y este se deterioraría. Además, este dinero repercute también en el Estado. El mantenimiento del patrimonio conlleva un fortalecimiento de la economía por creación de puestos de trabajo, por ingresos turísticos, por los que se generan a través de peregrinaciones, visitas culturales… Hay 25 millones de personas que vienen a España a celebrar fiestas religiosas. Por ejemplo, en Sevilla se calcula que la Semana Santa aporta un 5% del PIB de todo el año. Esto genera un círculo virtuoso: crea puestos de trabajo en restauración, en hostelería, en servicios. No es dinero que se quede en la Iglesia, sino que repercute en la toda la sociedad.

Los gastos principales de la Archidiócesis son los referidos a la conservación de edificios y gastos de funcionamiento. ¿Qué se incluye aquí?

No es fácil de diferenciar, ya que es una partida muy amplia. En esta cifra entran la conservación y rehabilitación de edificios y la construcción de nuevos. Y también todos los gastos que necesita la Archidiócesis y sus instituciones para su funcionamiento: limpieza, nóminas, seguros, profesionales independientes, seguridad, electricidad, agua, reprografía, impuestos, suministros, arrendamientos, etc.

Puede ser llamativa la diferencia entre los gastos de funcionamiento y conservación de edificios –45%– y el destinado a obras pastorales y asistenciales –23,62%–…

En la partida de conservación y funcionamiento van incluidas muchas cosas, y es difícil diferenciarlas de las acciones pastorales y sociales. Para llevar a cabo las obras asistenciales y pastorales es necesaria una infraestructura y unos gastos básicos de funcionamiento. Aquí hay que incluir los gastos en servicios de las 261 parroquias, Catedral, Seminario, Residencia Sacerdotal, Cáritas, y del resto de instituciones de la Archidiócesis. Estas cifras dan una visión global de la actividad de la Iglesia, que tiene que hacer uso de edificios e instalaciones de todo tipo. Por otro lado, es cierto que la rehabilitación de edificios constituye una partida muy importante. La Iglesia está obligada por ley, a cuidar el patrimonio del que es depositaria. A esto hay que añadir la presión social que existe en nuestra Diócesis. Los templos e iglesias históricas requieren un mantenimiento muy fuerte. En Sevilla, por su historia, la realidad es así, la mayoría de sus templos son bienes de interés cultural y artístico y apenas hay ayudas de la Administración para este fin. Otras diócesis más modernas, con menos patrimonio, no tienen estos gastos tan importantes. Además, el dinero de conservación de edificios no repercute solo en la Iglesia, como hemos dicho antes. El beneficio es para todos, para la sociedad en su conjunto. Por eso debería haber más apoyo de la Administración Pública. Es cierto que hay ayuntamientos que han estado muy concienciados en la rehabilitación de templos (dando igual el color político) porque han entendido que son un bien de tradición histórica y cultural. Cuando una iglesia se cae, los ayuntamientos saben que se cae parte de su historia, de su cultura, y de su atractivo turístico.

¿De dónde procede el dinero destinado a la conservación de edificios?

En el tema de obras y conservación subsistimos gracias a la aportación de la Catedral; el cabildo da un dinero que se obtiene de los ingresos de las visitas turísticas, y con ese dinero hacemos las obras más importantes. Las propias parroquias, según el tipo de obra, establecen también fórmulas de participación de los propios fieles, de las hermandades, o piden préstamos… Y también está el dinero del Fondo Común Diocesano que se asigna para las necesidades más urgentes y que no se pueden sufragar por otros medios.

¿Cuáles han sido las actuaciones de conservación más importantes en este año?

Las actuaciones más importantes ejecutadas en este año han sido: Santa Catalina, San Roque, Santa María la Blanca, Nuestro Padre Jesús y San Sebastián de Lora del Río, Santa María la Blanca de Fuentes de Andalucía, Nuestra Señora de la Asunción de Huévar, Santa María de la Mesa de Utrera, el Monumento de San Juan de Aznalfarache para la casa de Cursillos, Santo Domingo de Osuna o el Buen Pastor de los Palacios. También ha habido partidas importantes para obras de emergencia, y multitud de obras pequeñas para rehabilitar iglesias, salones parroquiales y casas rectorales. Siempre se gasta todo lo que tenemos, y a veces incluso más de lo que tenemos. Hay dinero que pedimos prestado, y eso aumenta las cantidades disponibles aunque suponga endeudarnos. En las parroquias, aunque pidan ellas el préstamo, siempre avala el Arzobispado.

Hablar de cifras puede resultar algo frío, pero detrás de cada cifra hay mucho trabajo…

Detrás de cada cifra hay que ver la ingente actividad de cada una de las parroquias, delegaciones, departamentos, instituciones de la Archidiócesis, y su esfuerzo por ser eficaces en los recursos. El gozo más grande no lo tenemos cuando vamos al banco a pedir el dinero que nos falta para hacer una obra y nos lo concede, sino cuando en esa obra vemos que se implica el pueblo entero, desde el Ayuntamiento (sin importar el color político del alcalde), hasta las hermandades, asociaciones y toda la vecindad al completo, que ve que la Iglesia forma parte de la vida del pueblo y está a su servicio. Y esto siempre ha sido así desde tiempo inmemorial, remontándose a sus padres, a sus abuelos… La Iglesia forma parte de su propia vida.

Manolo Jiménez

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