Exequias del Papa difunto, un proceso en tres estaciones

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Exequias del Papa difunto, un proceso en tres estaciones

Mientras está vacante la Sede Apostólica, el gobierno interino de la Iglesia queda confiado al colegio de los cardenales. El ritual Ordo exsequiarum Romani Pontificis es el que regula las exequias del Papa difunto. Este documento fue publicado el año 2000, y Francisco introdujo posteriormente algunas modificaciones que han simplificado las celebraciones.

Los cambios más significativos comienzan con la verificación de la muerte, que se realizará en la capilla privada del Papa, en lugar de su habitación. Se elimina la tradición de los tres ataúdes (ciprés, plomo y roble), quedando un único féretro de madera con interior de zinc. Por otro lado, el cuerpo del Papa será expuesto para la veneración de los fieles en el ataúd abierto, sin el uso de catafalco elevado. El nuevo orden contempla la simplificación de títulos pontificios (durante las ceremonias se emplearán los términos “Papa”, “Obispo de Roma” y “Pastor”, en lugar de “Summi Pontificis”) y, en cuanto a la sepultura, se ha permitido la inhumación en lugares distintos a la Basílica de San Pedro. De esta forma se respeta el deseo del papa Francisco de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma.

Las exequias, paso a paso

En las exequias hay tres escenarios o estaciones. Así, habrá momentos localizados en la residencia del Papa, la Basílica de San Pedro y el lugar del entierro.

En la residencia papal, concretamente en la capilla privada, se constatará la muerte. El cuerpo se colocará directamente en un ataúd (con las modificaciones antes reseñadas) tras confirmarse el fallecimiento. Posteriormente se trasladará el cuerpo a la Basílica de San Pedro, donde quedará expuesto para la veneración de los fieles. La clausura del ataúd será, preferiblemente, la noche anterior a la misa exequial. El tercer momento o estación será, por expreso deseo del Papa, la Basílica de Santa María la Mayor, donde se conserva el icono de la Salus Populi Romani, patrona de Roma. El lugar exacto será una capilla anexa a la capilla Paulina.

Primera estación

El director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano es el encargado de constatar la muerte médica, tras lo cual se da paso a un momento de oración. En ese instante se dispone lo necesario para la conservación del cuerpo, que se revestirá con la sotana blanca antes de su traslado a la capilla privada. Al rito de la constatación de la muerte y colocación en el féretro asisten el decano, monseñor Giovanni Battista Re; el camarlengo, monseñor Kevin Joseph Farrell, que preside; el maestro de ceremonias, monseñor Diego Giovanni Ravelli, y pocas personas más.

El cuerpo, revestido con las vestiduras litúrgicas de color rojo, como en la celebración de la misa, con la mitra y el palio, pero sin el báculo papal, se deposita en un ataúd. Junto a él, se coloca el cirio pascual. Se enciende el cirio y se asperja el féretro, mientras se canta el salmo 41 (42).

Segunda estación

El camarlengo preside el traslado a la Basílica de San Pedro, cuando establezca la Congregación de cardenales, que participan en él. El cuerpo se exhibirá en el ataúd abierto, y se sucederán las oraciones por el Papa difunto. Durante la procesión se entonan salmos y letanías.

Una vez en la basílica vaticana, el ataúd se coloca junto al altar de la Confesión de San Pedro, orientado hacia el pueblo, y al lado el cirio pascual.

Antes de la misa exequial, preferiblemente la noche anterior, se clausura el ataúd en presencia del cardenal camarlengo, los cardenales jefes de orden, el arcipreste de la Basílica Papal de San Pedro en el Vaticano, el cardenal ex secretario de Estado, el vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma, el sustituto de la Secretaría de Estado, el prefecto de la Casa Pontificia, el limosnero de Su Santidad, el vicecamarlengo, una representación de los canónigos de la basílica vaticana y de los penitenciarios vaticanos, el secretario del Romano Pontífice y los familiares del difunto.

El maestro de ceremonias leerá el ‘rogitum’, que será firmado por algunos de los presentes. Tras unas oraciones, el maestro extenderá un velo de seda blanca sobre el rostro del difunto y el celebrante aspergerá el cuerpo con agua bendita. Seguidamente, depositará en el ataúd la bolsa con las monedas acuñadas durante el pontificado del Papa y el tubo con el rogito, tras colocar el sello de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. El siguiente paso es la colocación de la tapa de zinc, con la cruz, el escudo del Pontífice difunto y una placa con su nombre, duración de vida y ministerio petrino. La última fase es el sellado con los sigilos del camarlengo, la Prefectura de la Casa Pontificia, la Oficina de Celebraciones Litúrgicas y el Capítulo Vaticano. Por último, se cierra el ataúd de madera, que también lleva la cruz y el escudo del Pontífice.

El entierro será en la fecha que fijen los cardenales. Salvo motivos especiales, será entre el cuarto y el sexto día después de la muerte.

La misa exequial será en el atrio de la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re (en su ausencia, por el subdecano o el cardenal de mayor rango y edad). Se utilizarán vestiduras litúrgicas de color rojo.

La misa exequial es el primer día de los ‘novendiales’, que responden a una antigua tradición. Los ‘novendiales’ son las misas durante nueve días consecutivos por el eterno descanso del Romano Pontífice difunto. Estas misas están abiertas a todos, aunque cada día participan grupos distintos, reflejando el ministerio universal del Papa.

En la procesión de entrada, el féretro sigue a la cruz y precede a los ministros ordenados. Frente al altar, en el lugar dispuesto, se deposita el ataúd y, sobre él, el Maestro coloca el Evangeliario. Se podrán utilizar las siguientes lecturas: Isaías 25, 6a. 7-9 (Hechos 10,34-43 en el tiempo de Pascua); Salmo 22 (23); Filipenses 3, 20-4, 1; Juan 21, 15-19.

Terminada la súplica de la Iglesia de Roma, los patriarcas, arzobispos mayores y metropolitanos de las Iglesias Metropolitanas de rito oriental se acercan al féretro, orientados hacia el altar. Se hace una oración de tipo oriental (bizantino), que incluye la incensación del féretro.

Tercera estación

Francisco será enterrado en una pequeña capilla adyacente a la capilla paulina de Santa María la Mayor. Y la ceremonia será presidida por el cardenal camarlengo. Sobre el ataúd de madera se imprimen los sellos del cardenal camarlengo, la Prefectura de la Casa Pontificia y la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. Finalmente, el cuerpo del papa Francisco será depositado en la tumba.

 

Más información:

El gobierno de la Iglesia en sede vacante (web de la CEE)

Lista de cardenales españoles (web de la CEE)

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