La noche de la Vigilia Pascual cuando se proclamó el Evangelio me resonó como nuevo el “Id a Galilea, allí me encontraréis”. Me acordé de mi blog, donde siempre quiero traer la vida en algún aspecto. Luego los evangelios de estos días nos lo vuelven a referir “Id a Galilea”.
¿A dónde vamos para hacer realidad ese envío y llamada del Señor Resucitado? Siento, como nunca, que es algo tan sencillo como que Galilea es la vida misma. Es allí donde estemos y queramos encontrar al Señor: en la familia, en el trabajo, con los amigos… Cuestión de abrir los ojos e intentar reconocerlo.
Jesús cuando recorría Galilea curaba, hablaba del Reino de su Padre Dios…pasaba haciendo el bien. Nuestra Galilea, nuestra sociedad, como aquella que Jesús recorría, está también enferma, no solo la pandemia, hay otras “enfermedades” que cada día nos sobrecogen más y más y necesitan urgentemente ser sanadas, para ello vivir los valores que Jesús nos enseñó.
Este año el Papa Francisco en la Vigilia Pascual nos invitó a volver Galilea: “Que así como para los apóstoles fue el primer encuentro con Jesús, también para cada uno de nosotros Ir a Galilea significa algo muy bello, es redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana, significa volver a ese punto incandescente donde la gracia de Dios me tocó al principio del camino, porque con esa chispa puedo encender el hoy y llevar la luz a mis hermanos. En una alegría humilde, buena y serena”.
Ahora os invito a que cada uno nos preguntemos ¿dónde y cómo vivo mi Galilea? ¿Cómo soy testigo de Jesús resucitado?
El Papa terminó la homilía de la Vigilia Pascual con esta oración: “Señor, ayúdame, dime cuál es mi Galilea. Sabes que quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia“.