El obispo auxiliar de Lisboa dirige la última preparación para los jóvenes sevillanos que acuden a la JMJ

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El obispo auxiliar de Lisboa dirige la última preparación para los jóvenes sevillanos que acuden a la JMJ

A priori, un viernes de junio (mes del Sagrado Corazón… y de los exámenes) a las nueve de la noche, no parece el momento más idóneo de la semana para acudir a la última catequesis preparatoria de la peregrinación a Lisboa para acudir a la Jornada Mundial de la Juventud en la primera semana de agosto. 

Pero los pronósticos también fallan: en torno a medio millar de chavales ocupaban el viernes 9 los bancos de la parroquia de la Magdalena, en pleno centro de Sevilla, para asistir a una charla de monseñor Américo Aguiar, obispo auxiliar de Lisboa y organizador de la JMJ, seguida de adoración eucarística amenizada con el coro local de Hakuna. 

2.500 sevillanos participarán de la JMJ 

La embajada de la archidiócesis hispalense, con 2.500 inscritos, será la segunda más numerosa entre las españolas (tras, lógicamente, Madrid). Nuestro país será, a su vez, el segundo con mayor representación con 40.000 asistentes tras, lógicamente, los portugueses que ejercen de anfitriones. 

Y a esa feliz concordia a uno y otro lado de la frontera hispanolusa se refirió don Américo en una catequesis de media hora en la que repasó los tres ejes temáticos sobre los que versará la jornada mundial y animó a los jóvenes sevillanos a “hacer barullo” en la estela de la invitación del Papa Francisco a “hacer lío” en la precedente jornada de Río de Janeiro. 

Monseñor Aguiar confesó su sueño de darle continuidad a una “idea ibérica” de encuentro entre los jóvenes católicos de ambos países para “hacer camino”, dijo. La historia del templo hispalense del antiguo convento de San Pablo (noviciado de los dominicos para los frailes de la Orden de Predicadores que se embarcaban para América) donde se celebró la vigilia le sirvió para apuntalar esta idea con la que abrió su intervención: “Necesitamos misioneros del siglo XXI, influencers, en el mundo digital, a la manera de los misioneros que la península Ibérica envió por el mundo en otros tiempos”.

Nueva Economía de Francisco

Don Américo, en un español más que aceptable, explicó los tres ejes de reflexión de la JMJ lisboeta: la preocupación por la Creación expresada en la encíclica ‘Laudato si’; la búsqueda de un nuevo paradigma económico en torno a lo que se ha dado en llamar la Nueva Economía de Francisco; y la diversidad entendida como riqueza a la luz de la encíclica ‘Fratelli tutti’. 

Todo ello con un lenguaje directo y una frescura en la expresión que enganchó a los jóvenes con referencias a los ligues, por ejemplo. En su alocución, lo mismo apelaba a no dejarse abierto el grifo mientras se lava uno los dientes que componía un discurso sobre la belleza personal como criatura de Dios a propósito de los pantalones (“calzas” en portuñol) agujereados que visten los jóvenes. 

Pero no se quedó sólo en disquisiciones mundanas, sino que fue al meollo de la jornada, al triple encuentro que aguarda a los jóvenes que acudan a la capital lusa en la primera semana de agosto: con el Papa -“va a estar con nosotros, no tengo dudas, está ahora en el hospital para ponerse más fuerte”-; con otros muchos jóvenes católicos de todo el mundo; y con el Cristo vivo “que me hace despertar cada mañana”. 

Ahí tomó altura la catequesis porque zarandeó a la muchachada para que sean “soñadores, luchadores y poetas”: “Hombres y mujeres que van a hacer la diferencia del mundo futuro”, dijo apelando a los jóvenes católicos. 

“Hacer barullo” 

Ahí animó a la chavalería sevillana a “hacer barullo”, a gritar y dejarse oír en vez de permanecer “sentados esperando que quienes toman las decisiones civiles y eclesiásticas tomen las decisiones por ustedes”. Era un discurso casi de ‘coaching’ en sus formas pero, a la vez, profundamente cristiano: “Hay motivaciones diferentes para ir a la JMJ, pero quiero que al volver todos ustedes salgan con la misma: querer ser mejores y descubrir el sueño que Dios tiene para cada uno”, esto es, la vocación a la que cada uno está llamado.

“Van a tener oportunidad de dialogar con Cristo vivo y tomar decisiones sobre sus vidas”, les animó antes de concluir con una sana autocrítica: “Cuando nos ponemos a hablar, a los obispos no hay quien nos calle”. 

El fin de la charla dio paso a una adoración eucarística impresionante tanto por el fervor de los asistentes como por la comunión musical que consiguió el coro local con la interpretación de conocidos temas del movimiento Hakuna, coreados por la asamblea. 

Javier Rubio

Galería del acto 

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