La importancia que tiene el domingo durante la semana, la tiene la celebración de las fiestas pascuales durante el año. El Santo Triduo Pascual se prepara durante la Cuaresma y se prolonga los cincuenta días sucesivos que se celebran con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como “un gran domingo”.
Durante la Semana Santa, la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén, hasta su Muerte y Resurrección. A continuación, recordamos las grandes celebraciones y su significado:
Domingo de Ramos
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, que tiene un doble aspecto: el presagio del triunfo real de Cristo, con la entrada mesiánica del Señor en Jerusalén; y, el anuncio de la Pasión salvadora. La entrada del Señor en Jerusalén se conmemora, desde muy antiguo, con una procesión, en la cual los cristianos imitan las aclamaciones y gestos que hicieron los niños hebreos cuando salieron al encuentro del Señor, cantando el fervoroso “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo” (cf. Mt 21, 9). Todos participamos en esta procesión llevando ramos de palma o de olivo, que recuerdan la victoria de Cristo. La palma es, además, signo de haber vencido en la lucha contra el mal, por eso, los mártires están adornados con ella. También se recuerda el anuncio de la Pasión salvadora y, por eso, la historia de la Pasión, leída cada año según un evangelista, adquiere una especial solemnidad.
La Misal Crismal presidida por el Arzobispo el Martes Santo
Esta Misa la concelebra el Arzobispo con el Obispo Auxiliar y con todos los sacerdotes de la Archidiócesis que puedan asistir, así se significa la unidad de todo el presbiterio diocesano, y cómo el Arzobispo es su gran sacerdote, del cual deriva y depende, en cierto modo, su vida en Cristo.
La liturgia de este día recoge el uso del Antiguo Testamento, en el que eran ungidos con el óleo de la consagración los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa “el Ungido del Señor”.
El Triduo Pascual
Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección forman una unidad celebrativa. En estos días tienen lugar las celebraciones más importantes de todo el año. Este período de tiempo se denomina justamente el “Triduo del crucificado, sepultado y resucitado” o “Triduo Pascual” porque en su celebración se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua, es decir, el tránsito del Señor de este mundo al Padre. En esta celebración del misterio, por medio de los signos litúrgicos y sacramentales, la Iglesia se une en íntima comunión con Cristo.
Jueves Santo de la Cena del Señor
Con la Misa que tiene lugar en el Jueves Santo, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella Última Cena, een la cual el Señor Jesús en la noche en que iba a ser entregado, ofreció su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los Apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también los ofreciesen.
Tres son los misterios que se recuerdan en la Misa: a) la institución de la Eucaristía, o sea el memorial de la Pascua del Señor, por la cual el sacrificio de la nueva alianza se perpetúa bajo los signos sacramentales y que se conmemora con la reserva de la Eucaristía en el llamado “Monumento”. Ante éste se medita y se ora la Pasión y el amor de Dios; b) La institución del Orden sacerdotal, con el que se perpetúa en el mundo la misión y el sacrificio de Cristo; y c) El amor con el que Cristo nos amó hasta la muerte y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna, a través del cual se conmemora el amor de Cristo con el Lavatorio de pies y con la Colecta a favor de los pobres, comprometiéndonos a tener siempre a los más necesitados en el centro de nuestras vidas.
Viernes Santo en la Pasión del Señor
Este día la Iglesia contempla que se ha cumplido con plena eficacia lo que durante largo tiempo había sido prometido: el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo sustituye a la oveja que lo anunciaba. La Iglesia recuerda así su propio nacimiento e intercede por la salvación de todo el mundo en la oración de los fieles.
Sábado santo
Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su resurrección.
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
Tiene dos celebraciones: la Vigilia Pascual en la noche santa y la Misa en el día santo.
Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como “la madre de todas las santas vigilias”. Durante ésta la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana.
Esta Vigilia, que también es espera de la segunda venida del Señor, tiene la siguiente estructura:
a) Primera parte o Lucernario: Se bendice el fuego nuevo y el Cirio Pascual que evoca que Cristo es la luz del mundo. Luego se realiza una procesión hasta el altar siguiendo al Cirio recién encendido y bendecido. De ese Cirio se encienden las velas de la feligresía. A continuación, se anuncia el Pregón Pascual con el que se presenta el Misterio Pascual en el conjunto de la economía de la salvación.
b) Segunda parte o Liturgia de la Palabra: la Iglesia contempla las maravillas que Dios ha hecho en favor de su pueblo desde la creación, el éxodo, los profetas, etc. La Liturgia de la Palabra de esta celebración comprende más lecturas que la Misa habitual. De esta manera “comenzando por Moisés y siguiendo por los Profetas y Salmos” (cf. Lc 24 44-45) interpreta el Misterio Pascual de Cristo. Después se canta el Gloria, se hacen sonar las campanas, se canta el Aleluya y sigue el anuncio de la Resurrección del Señor con la lectura del Evangelio.
c) Tercera parte o Liturgia bautismal: Junto a los nuevos miembros renacidos por el bautismo los fieles hacen una renovación de las promesas bautismales.
d) Cuarta parte o Liturgia eucarística: en ella, por fin, la Iglesia es invitada a la mesa, preparada por el Señor para su pueblo, sacramento pascual por excelencia, memorial del sacrificio de la Cruz.