La Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Cantillana, acogió el pasado domingo, Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, la visita del cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, para celebrar la solemne Función Principal de Instituto en presencia de las autoridades locales y la feligresía.
La Asunción, un gran misterio
Antes de la celebración de la Eucaristía, tuvo lugar la liturgia de bendición del nuevo Simpecado, obra que integra pintura, orfebrería, bordado y pasamanería, donde todos aquellos devotos que han contribuido, ofrecen un testimonio de fe y esperanza.
Durante su intervención, el cardenal expresó que “venir a Cantillana, en el día de la Asunción de la Virgen María, en cuerpo y alma al cielo, es venir a la devoción, a la casa de la Madre, quizá no tengamos mucho que traerle, ni mucho qué decirle, pero hoy hemos venido solamente para verla”. Y, “esto es lo más grande que podemos hacer por una madre, porque verla no es solamente contemplar su rostro, su figura, verla quiere decir, identificarse. Por eso, querer ver a la Madre, es querer agradecerle a Dios que nos ha dado tantas, tantas alegrías. Cada vez que miramos más a la imagen, ésta desaparece y se queda lo que representa, este misterio grande, de la Asunción en cuerpo y alma al cielo”, expresó.
“Bendita tú porque has creído”
Durante su homilía, el cardenal Amigo resaltó la expresión de santa Isabel en su encuentro con la Virgen: “Bendita tú porque has creído, porque has hecho caso a Dios y esto es lo más grande que hay, obedecer la Palabra de Dios”.
De esta manera, llegan después los momentos difíciles de la crucifixión “y Jesús empieza a repartir el perdón, la misericordia y a los que más quería les deja a su Madre y dice el Evangelio que a la Madre, el discípulo la acogió en su casa, es decir, la puso en su vida, en sus pensamientos, en sus amores, en sus ilusiones, el Hijo veía por los ojos de su Madre”.
Refirió el arzobispo emérito de la Archidiócesis, que “aunque una madre tenga muchos hijos, a todos los quiere con un amor único, y así es como nos quiere a cada uno de nosotros la Virgen María. Ella es nuestra maestra. El amor no tiene ni medida ni precio”.
Finalmente, expresó “que María no se cansa de la mirada de sus hijos, porque esa es la mirada del amor. Éste es el misterio de María, no es oscuridad, sino al contrario. Ese es el misterio, Cristo llevó las espinas, para que su Madre pudiera llevar las flores. Cristo sufrió las afrentas, para que su Madre pudiera oír nuestros piropos y en un día como hoy, la corona de espinas de su Hijo ha florecido. Todo esto no es literatura, es nuestra vida, es nuestra fe”, reflexionó.
La Santa Misa fue concelebrada por Manuel Martínez, párroco de la Asunción de Cantillana y acompañada musicalmente por la Coral Polifónica de la Hermandad y orquesta de cámara.
El cardenal, al término de la Eucaristía, ofreció a la Hermandad la moneda conmemorativa de su pontificado como arzobispo de Sevilla, por cuya grey sigue cuidando con afecto y ternura de Padre.