Mons. Asenjo clausuró ayer en la Iglesia de las Esclavas del Divino Corazón de Sanlúcar la Mayor el proceso diocesano de canonización de la Hermana Mª Dolores Romero Algarín, Madre Belén, cuya apertura tuvo lugar el pasado 11 de junio de 2013.
Al acto acudieron, además del Arzobispo de Sevilla, el postulador de la Causa y Vicario General de la Archidiócesis, Teodoro Muñoz; el delegado episcopal y juez, Antonio Vergara; el promotor de justicia, Ángel Failde; y la notaria actuaria, Mª del Monte.
En su intervención, el Arzobispo destacó las virtudes y vida de Madre Belén, su amor a Dios y entrega a Cristo, su servicio a la Iglesia, su generosidad y su espíritu misionero que la llevó a Brasil donde sirvió a los más pobres y necesitados.
Concluía su intervención reseñando la importancia de la santidad en la Iglesia y la necesidad de «santos de lo cotidiano» como Madre Belén.
Madre Belén
Maria Dolores Romero nació en Sevilla el 6 de octubre de 1916 y fue bautizada en la parroquia del Salvador. Ingresa con 22 años en la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón donde se había educado. Sus primeros destinos, Aracena y sobre todo Linares, donde comenzó su trabajo a favor de los pobres en un barrio marginal, pusieron las bases de su inquietud misionera. Destinada a Brasil en 1953 va como Fundadora y Superiora de la primera Comunidad misionera de las Esclavas en Dianópolis, en pleno mato brasileño. En 1968 tuvo que regresar a España al ser nombrada Consejera General de la Congregación y Regional de la Región Norte. Allí compaginó sus obligaciones de Gobierno con la visita a los pobres en un barrio periférico de Madrid, Manoteras. Hasta su muerte no dejó de pensar en volver a misiones. Terminado su mandato fue destinada a Sevilla a la barriada de Valdezorras y posteriormente a Sanlúcar la Mayor donde, tras una dolorosa enfermedad llevada con total olvido de sí misma, falleció en la Cruz Roja de Capuchinos en Sevilla cuando apenas llevaba un año de Superiora en Sanlúcar.