Educar: una pasión y un reto

Archidiócesis de Sevilla
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Hace poco se levantó una polvareda en los medios de comunicación sobre el nivel de enseñanza de nuestros jóvenes. Ahora que se ha asentado un poco la noticia, nos gustaría conocer cómo analizan esta realidad en un Centro de Enseñanza de nuestra ciudad. Hablamos con la directora pedagógica del Colegio Virgen Milagrosa de las Hijas de la Caridad, Eva Mª Villar Algaba. Es Maestra de Educación Especial y Diplomada en Enfermería.

¿Están reflexionando, como comunidad educativa, sobre la preocupación de que se han hecho eco las noticias por el nivel de nuestros jóvenes?

La reflexión sobre los jóvenes en la comunidad educativa no depende de la publicación de noticias sobre los niveles medidos por encuestas, sino que se generaliza en todos los aspectos que a los jóvenes se refieren ya sean noticia o no. Nuestros jóvenes son motivo de reflexión, preocupación y aún diría más, son el motivo de nuestro esfuerzo, de nuestro querer formarnos y de la dedicación de nuestro tiempo. Cuando en este momento está todo socialmente muy complicado para ellos, nosotros creemos en ellos. Son el futuro del mundo y deben prepararse lo mejor posible para ser felices en él.

Entienden la enseñanza como educación integral de las personas…

Entender que la formación de las personas en todas sus áreas es nuestro objetivo nos hace tener que priorizar, a veces, en aspectos de la labor educativa que no tienen que ver con el currículum sino con nuestra forma de entender a la persona. Si el joven está envuelto en una sociedad en la que ser feliz depende de ser el más fuerte, el que más tiene, el que más gasta, una sociedad en la que la ausencia de valores hace a las personas famosas y conocidas… entonces tenemos que presentarles un modelo diferente.

Es ofrecer a nuestros alumnos, lo mismo que ofreceríamos a nuestros hijos: un modelo de vida que los haga felices, que siendo lo que tengan que ser, su vida tenga sentido, que vivan con valores que hagan el mundo un poco más justo y más solidario.

¿Cómo evalúan a sus alumnos?

Los jóvenes son lo que nosotros (la sociedad, la familia, el entorno…) hemos hecho de ellos. Son sólo el fruto de los tiempos que corren. En tiempos de bonanza hemos educado jóvenes caprichosos, con muchos derechos y pocos deberes. Ahora en tiempos de crisis podremos educar jóvenes resolutivos, que busquen soluciones. Es una apuesta en la que sólo se puede ganar.

¿Cree usted que se está dando la talla?

El tiempo lo dirá. Lo que sí sé es que ser parte de la tarea educativa de los niños y jóvenes es apasionante, un gran reto y una labor necesaria, aunque precise de cambios significativos. Cuando un joven descubre que los adultos apostamos por él, se crece y se siente importante, encuentra su labor en el mundo y participa. Por ello, los educadores debemos ser optimistas, encontrar siempre lo bueno de cada uno de los jóvenes que educamos, creer en ellos y en su potencial y, como adultos, guiarlos en su aprendizaje.

¿Qué es lo que está demandando el mundo de hoy a nuestros hijos? ¿Qué educación, habilidades, valores debemos proporcionarles?

Nuestros hijos van a saber miles de cosas más que nosotros y eso es una bendición; son una generación diferente, con el saber a su disposición, en sus manos, en su móvil. Pero tenemos que enseñarles a usarlo, tenemos que crear ese deseo de saber, para ponerlo al servicio del bien común no del placer propio; debemos darles sueños en los que creer y valores para conseguirlos, como el esfuerzo, el trabajo, la constancia y la honradez.

Con su experiencia como formadores cristianos, ¿cómo ayudarían a esos padres que buscan hacia dónde caminar o qué deben añadir a la educación de sus hijos que les sea útil en el futuro?

Los padres aprenden a ser padres a marchas forzadas. La educación de sus hijos pertenece a su opción de ser padres y por ello cada uno irá creando su propio estilo, pero hay una condición imprescindible en todos los estilos: el amor incondicional hacia sus hijos. La ayuda a los padres en el camino de la educación debe ser solicitada por los propios padres ante su necesidad, si no, será moneda que caiga en bolsillo roto. Siempre es bueno ayudar al otro adulto a que entienda que el amor incondicional al joven no es decir a todo sí, ni decir a todo no; no es vivir sin normas, ni vivir encadenado por las mismas: es un equilibrio.

Autora: Loli Ramírez

Entrevista publicada en el nº 109 de Archisevilla Digital, del viernes 2 de mayo de 2014.

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