Eduardo Martín Clemens: “Sin esperanza no se aguanta ni un mes en tierras de misión”

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Eduardo Martín Clemens: “Sin esperanza no se aguanta ni un mes en tierras de misión”

El sacerdote Eduardo Martín Clemens es el delegado diocesano de Misiones desde 2010, una responsabilidad que le permite conocer de cerca la realidad en tierras de misión, así como las iniciativas o las dificultades que viven los misioneros enviados desde nuestra diócesis. Sobre la celebración del Domingo Mundial de las Misiones (Domund), el próximo 19 de octubre, Martín Clemens afirma que “será una gran fiesta misionera tanto en las iglesias como en las calles”.

Si le pregunto por el pulso de la Delegación de Misiones de Sevilla, ¿qué nos diría?

Sevilla siempre ha tenido una historia misionera muy fecunda, desde las grandes familias religiosas, más tarde se va abriendo al clero diocesano que participa de esta salida a la misión ad gentes, y en estos momentos las familias se han incorporado también a llevar el Evangelio allende los mares al estilo de san Francisco Javier. Podría acentuar que en el momento actual se percibe una sequía de misioneros ad vitam y un aumento del voluntariado temporal con experiencias misioneras. En este sentido sí que hay esperanzas fundadas y la misión sigue interpelando, especialmente a los jóvenes.

¿Es Sevilla una diócesis con muchos misioneros repartidos por el mundo?

Menos de los que se necesitan y solicitan los obispos para cubrir las necesidades de las iglesias locales. En el momento actual pasan del centenar con una apertura significativa hacia Hispanoamérica, lentamente se va abriendo camino África. Pero el envejecimiento es muy superior al crecimiento de vocaciones misioneras.

¿Qué perfil tienen estas personas?

Han experimentado tan profundamente en su vida personal el encuentro con el Señor, alimentado por las comunidades en las que aquí están participando. Suelen ser personas inquietas, alegres y arriesgadas. Casi siempre han conocido a algún misionero al que siguen teniendo por referencia. También suelen tener una experiencia de comunión eclesial y un afán muy grande de servicio. Hay de todo, Dios sigue llamando a veces de forma muy extraña. Desde el estar simplemente sin trabajo, buscar sentido su vida…En estos casos se descuelgan casi todos en un discernimiento oportuno y otras veces cuajan muy bien cambiando sus motivaciones gracias a un acompañamiento acertado y apostólico que va creciendo por la pura gracia.

Viendo estos perfiles, ¿cree que ser misionero es una vocación a la que todos estamos llamados o que está reservada solo a unos pocos?

Recordemos el lema de hace unos años con motivo del mes misionero: bautizados y enviados. Todos somos en ese sentido misioneros. La vocación especifica ad gentes es ya una llamada del Señor muy particular, como una brisa de amor que corre de corazón a corazón, que toca a muchos pero que la realizan solo las almas generosas que no anteponen nada a esa llamada.

Aunque todos estemos llamados a esta vocación, ¿para ser misionero es necesario disponer de una formación específica?

Por supuesto que sí. Debe formarse e informarse. El tema de la inculturación lo reclama. Tal vez una de las carencias que se ha podido tener es enviar sin la formación previa.

¿La Delegación Diocesana de Misiones desarrolla algún proyecto propio en las tierras de misión?

Ha habido varios intentos y comienzos que no han dado los frutos esperados pero que siguen manteniendo firmemente esa ilusión que este curso ha comenzado gracias a la generosidad del arzobispo que ha enviado y a los sacerdotes que han solicitado partir. Esto enriquecería mucho tanto a la diócesis que recibe o como a la que envía. Pero aquí debo hacer una aclaración: el misionero no elige la misión, eso es puro engaño, la misión la elige la Iglesia y el obispo envía allí en donde ve más necesidades o donde cree ser el lugar más oportuno para el candidato, el misionero siempre debe ir como Abraham.

¿Podemos ser misioneros desde casa?

Aquí se podría aplicar el verso de san Juan de la Cruz: no me mandes mensajeros que no saben decirme lo que quiero porque el mal de amores solo con la presencia del amado se cura. Ciertamente se puede prestar un buen servicio desde el hogar, pero no suple para nada cinco minutos de presencia real en la cabecera de un enfermo en la zona amazónica o en las periferias de África. Si tienen un papel muy importante en este sentido los enfermos misioneros y el dolor redentor.

¿Cómo se vivirá en Sevilla el día del Domund?

Como una gran fiesta misionera tanto en las iglesias como en las calles.

“Misioneros de esperanza entre los pueblos” ¿Qué le dice este lema?

Muy bien lo explica nuestro arzobispo en su carta pastoral con motivo de esta jornada. Cuando se entrega la vida por amor a Jesucristo, la historia del misionero se transforma siempre en una historia de esperanza. Sin esperanza no se aguanta ni un mes en tierras de misión.

¿Por qué es importante orar por los misioneros y colaborar económicamente con las misiones?

Porque es la oración, el pedir al dueño de la mies, y las rodillas desgastadas ante el sagrario lo que sostiene la misión.

¿Considera a las misiones como carrera de relevo?

Cuando muere un misionero o es martirizado, su lugar lo debe ocupar otro misionero de la retaguardia.

Sobre su participación en el Jubileo del Mundo Misionero celebrado en Roma los días 4 y 5 de octubre y su saludo al Santo Padre. ¿Qué puede contarnos?

Una alegría muy grande recordando su entrega como fraile agustino misionero, correrías por caminos y montañas y hoy misionero de misioneros para confirmar a todos en la fe y mantenernos, desde su alegría y magisterio como hombres y mujeres de esperanza. El padre Robert Prevost, fraile agustino y misionero. Hoy sucesor de Pedro, León XIV, sigue siendo hoy un misionero de esperanza para todos los pueblos y para toda la iglesia.

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