El sábado de la tercera semana de Pascua, víspera del Domingo del Buen Pastor, celebramos la memoria de la Virgen María, Madre del Buen Pastor. Por ello traemos esta hermosa imagen de la Divina Pastora de las Almas que se venera en la Parroquia de Santa María de Gracia de Almadén de la Plata.
En un retablo de la primera mitad del siglo XVIII, procedente de la Iglesia de San Felipe de Carmona, se venera esta imagen de la Divina Pastora de las Almas, obra del escultor e imaginero Francisco Buiza, fechada en el año 1955 y realizada en madera policromada y estofada. Aparece la Madre del Buen Pastor sentada sosteniendo en su regazo al Niño Jesús, el cual se dirige con cariño hacia una oveja en ademán de acogerla con los brazos abiertos, a la vez que con su mano derecha la bendice. Esta actitud que presenta en esta obra el Buen Pastor recuerda al padre misericordioso que nos muestra el Evangelio de Lucas en la llamada parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-32), el cual cuando vio de lejos a su hijo “se le conmovieron las entrañas; y echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos” (Lc 15, 20).
Dado el cariño y la dulzura con que el Buen Pastor Niño intenta acogerla y abrazarla bien podría tratarse en este caso de la oveja perdida (cf. Lc 15, 1-7; Mt 18, 12-13), haciéndose visible en esta escultura a la perfección esa alegría que hay en el cielo por la conversión de un pecador. Por tanto, esta oveja nos representa a todos nosotros cada vez que, en el Sacramento de la Reconciliación, recibimos el perdón y somos integrados y acogidos de nuevo en el redil del Buen Pastor.
La Virgen aparece cubierta con el sombrero pastoreño, que se muestra cuajado de flores, y coronada por doce estrellas, como indica el Apocalipsis (12, 1), así como vestida con túnica roja, la típica pellica de piel de oveja y cubierta por un manto azul. El rojo de la túnica alude a la humanidad de María, ya que Ella, aunque la denominemos Divina Pastora, no es divina sino humana, una de las nuestras; pero el azul del manto simboliza la divinidad de la cual la Virgen es recubierta por el hecho de ser la Madre de Dios.
Completa la iconografía pastoreña el cayado pastoril que sostiene la Virgen con su mano izquierda, símbolo de su condición de guía que conduce al pueblo hasta Cristo, único Buen Pastor.
Buiza se basa en la idea acerca de la iconografía de la Divina Pastora descrita por Fray Isidoro de Sevilla, quien en 1703 encarga al pintor Alonso Miguel de Tovar una pintura para que sea puesta en un estandarte y poder ser llevada en rosarios públicos y procesiones por las calles para predicar ante dicho estandarte o Simpecado. Así, Fray Isidoro indica al pintor todos los detalles de esta nueva advocación que se le ocurre estando en oración en el coro del Convento de los Capuchinos de Sevilla. De esta manera describe el fraile capuchino la iconografía mariana basada en la figura evangélica del Buen Pastor:
“En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas de blanco pellico, ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo, y hacia el derecho, en las espaldas, llevará el sombrero pastoril, y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge hacia su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño, y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del avemaría con que la veneran”.
La descripción se completa con la oveja perdida y perseguida por el lobo (el pecado) que, al pronunciar el Avemaría, es salvada por el arcángel San Miguel. Posteriormente, el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen, añadirá a esta composición dos ángeles que aparecen coronando a la Pastora. El 8 de septiembre de ese mismo año, día de la Natividad de María, se expone públicamente por primera vez esta imagen con el objeto de mover a la devoción y a la conversión del pueblo.
En esta escultura de la Parroquia de Almadén, al aparecer la imagen del Buen Pastor Niño en el regazo de su Madre, está mostrándonos a la Pastora como trono del Hijo de Dios; así se nos presenta en esta obra a la Pastora como la “Theotokos”, palabra griega que significa Madre de Dios que, aunque a priori puede ser usada para cualquier imagen de la Virgen, se suele aplicar sobre todo a la que aparece sentada con el Niño en su regazo, mostrándose María como trono de la majestad de Cristo.
Como conclusión, señalar que Francisco Buiza sabe dar una impronta personal a una iconografía ya fijada y consolidada como la de la Divina Pastora, consiguiendo una obra en la que destaca especialmente la belleza de los rostros de la Madre y del Hijo, así como la unción sagrada que tienen ambos, que acierta a cumplir el objetivo para el que fue creada, mover a la devoción y facilitar la oración ante la contemplación de la Pastora, así como recordarnos la permanente actitud de acogida que tiene siempre el Buen Pastor con cada uno de sus hijos.
Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural