Diego Márquez: «Tenemos grandes valores para dar solución a las necesidades y sufrimiento de muchas personas»

Archidiócesis de Sevilla
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Entrevista al Delegado Diocesano de Pastoral Obrera de la Archidiócesis de Sevilla.

Diego Márquez Muñiz, delegado diocesano de Pastoral Obrera, trabajador de Correos nacido en 1961 y padre de dos hijas, analiza la situación económica y social desde el Evangelio y propone una solución para cambiar el orden económico: impregnar a la política de los valores cristianos.

¿Cuántos años lleva como Delegado Diocesano de Pastoral Obrera?

En este curso hace diez años que el cardenal Amigo depositara esa confianza en mí.

¿Qué objetivos tiene la Delegación?

La Pastoral Obrera intenta llevar el mensaje del Evangelio al mundo obrero, acercarse a esa realidad de vida y realidad cultural. Queremos llevar la salvación de Cristo a todas esas personas que están marcadas por esa realidad que es el trabajo.

¿Qué actividades desarrolla?

Tenemos una planificación bastante variada. Nuestro servicio, como el de todas las delegaciones, es un servicio a las parroquias, dentro de las cuales existen equipos de Pastoral Obrera. Nosotros celebramos y reflexionamos en los grandes momentos del Año Litúrgico. Ahora en Adviento hemos hecho un proceso de oración y reflexión: desde la realidad del mundo del trabajo; y también celebramos la Pascua. Otra actividad muy significativa es la jornada de Pastoral Obrera, en la que reflexionamos desde el Evangelio algún tema candente de la situación del mundo del trabajo. En torno al uno de mayo, Fiesta del Trabajo, tenemos una eucaristía y algún gesto de cercanía a los que sufren; celebramos el Día de la Mujer Trabajadora, etc. Aportamos materiales y recursos para que las comunidades puedan celebrarlo.

Desde el Evangelio, ¿qué análisis se puede hacer del problema del paro en los jóvenes y de la crisis económica?

Queremos dar y tener una voz de Iglesia dentro de esa realidad de sufrimiento. Hay una situación amplia de sufrimiento y de cambio en la estructura económica y social. El mundo obrero se está flexibilizando y se está volviendo precario porque no solo está el paro (que de por sí es alarmante), sino que las condiciones de trabajo están siendo cada vez más penosas. Unas condiciones de trabajo que impiden que la familia pueda ser familia, que puedan crearse nuevas familias y que las personas puedan ser personas. Nosotros vemos que la situación es muy alarmante porque se está negando a la persona su dignidad. No es una mera cuestión económica coyuntural sino que hay un cambio de las condiciones de vida de las personas, y, como ha dicho el Papa Francisco recientemente, «sin trabajo no hay dignidad». La persona se realiza en el trabajo, y como la Doctrina Social de la Iglesia y el Catecismo de la Iglesia Católica bien dicen: «es en el trabajo donde la persona va realizando su dignidad». Hace falta una profunda espiritualidad cristiana y una renovada Pastoral Obrera que dé respuesta a esta situación de flexibilidad y precariedad en el mundo obrero, que está generando mucho sufrimiento y parece ser que no acaba.

¿Qué soluciones puede haber: cambios de mentalidad, aumento de la solidaridad…?

Yo creo que en la Iglesia, desde la fe en Jesucristo y desde los nuevos valores tenemos mucho que decir. El trabajo es un bien escaso que se debe repartir. Dentro de la Iglesia hay muchas voces, muchos movimientos pastorales que están apuntando a un nuevo orden económico basado en el bien común y en el don de compartir. Tenemos un buen mensaje que debemos llevar con alegría a la sociedad en un momento de desesperanza tan grande, y hay que impregnar a la política de los valores cristianos. Si no, no hay otra solución. Tenemos grandes valores para darle solución a las necesidades y el sufrimiento de muchas personas, y en ellos podemos encontrar verdaderamente a Jesucristo. El Papa insiste mucho en que tenemos que ser testigos con obras, y como dice Santiago, «por las obras te mostraré mi fe» (St 2, 18) y además nosotros nos sentimos muy identificados con estos consejos que nos da de salir a las periferias y a las fronteras.

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