Cuenta atrás para el Sínodo de los Jóvenes

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

La Pastoral Juvenil está en un momento muy importante y crucial. Estos últimos años se han vivido experiencias que han ido marcando el camino de esta pastoral en toda España: momentos como el Encuentro Europeo de Jóvenes, en 2015, en Ávila; la Jornada Mundial de la Juventud, el pasado 2016 en Cracovia, así como todo el trabajo de reflexión y propuestas realizadas en 2017 para el Sínodo.

Otro hito muestra este trabajo ha sido el Seminario de Jóvenes para preparar el Presínodo que tuvo lugar los días 27 y 28 de enero en Valladolid. Allí se reunieron cuarenta chicos y chicas de distintas provincias eclesiásticas españolas para hacer balance y reforzar los pilares fundamentales de la Pastoral Juvenil. Todo ello a la luz del próximo Sínodo, convocado por el papa Francisco previsiblemente para el mes de octubre y que tratará sobre los ‘Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’.

Ester López Barea, una joven sevillana que forma parte del Equipo de Pastoral Juvenil, ha representado a nuestra Archidiócesis en este encuentro.

Ester, exactamente ¿qué habéis hecho en Valladolid?

Este encuentro nace de la voluntad del Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal Española de escuchar verdaderamente a los jóvenes, de no quedarse únicamente con las reflexiones “de los expertos”, que son muy válidas, sino de tener, además, en cuenta la experiencia de los jóvenes y de cómo vivimos el discernimiento.

Efectivamente, cinco fueron los temas de reflexión propuestos por el Sínodo: el primer anuncio, acompañamiento, discernimiento, creatividad y agentes de pastoral. En esta ocasión habéis tratado el discernimiento, ¿de qué manera?

Hemos debatido sobre distintas áreas de este tema: cómo lo vivimos, si se nos propone un discernimiento serio desde nuestras parroquias o comunidades de fe, si verdaderamente asumimos el matrimonio o el laicado como una vocación, etc. Y también el discernimiento como una forma de vida, es decir, no sólo es necesario discernir si Dios te llama a la vida consagrada o la vida matrimonial, sino a discernir día a día, en cada decisión de nuestra vida, en cada nueva actividad o proyecto que ponemos en marcha. En esta línea, hemos entendido que no podemos hacer cosas por hacer, sino que hay que discernir en las pastorales y hacerlo a luz del Espíritu.

Y de este estudio y reflexión, ¿qué habéis sacado en claro? Es decir, ¿cuáles son los intereses, preocupaciones e inquietudes de la juventud española?

En primer lugar, todos coincidíamos en que ser cristiano es una vocación, no una herencia o una tradición, sino que es el Señor el que te llama. Igualmente, aprender la belleza de todas las vocaciones y carismas que ofrece la Iglesia, donde no hay ninguna más importante que otra, sino que todas tienen su papel.

Habéis sido muchos los que habéis participado, ¿cuál era el perfil?

Éramos jóvenes entre 22 y 29 años, todos vinculados a la Pastoral Juvenil tanto diocesanas como mediante grupos jóvenes de movimientos o congregaciones religiosas. Era importante que todos fuéramos acompañados espiritualmente, con ciertos conocimientos de qué es el discernimiento. Y, por último, buscaban jóvenes con mucha iniciativa y con ganas de trabajar. Trabajando juntos nos hemos dado cuenta de que tenemos la mismas inquietudes y deseos, pero también hemos observado grandes diferencias en la forma de vivir la pastoral en nuestras diócesis de origen. Por ejemplo, generalmente las diócesis del sur mantienen un sustrato de religiosidad que mantiene a los jóvenes en contacto con la Iglesia, de una forma u otra; pero en las diócesis del norte esto no ocurre tanto, lo que puede presentarse como una oportunidad para anunciar el Evangelio de Cristo de forma nueva.

Pero imagino que todo habrá sido trabajo….

Para nada (Ríe). Es cierto que hemos trabajado mucho a través de charlas, mesas redondas, trabajo por grupos…pero estaba muy equilibrado. Hemos tenido tiempo de visitar Valladolid, hemos tocado la guitarra y cantado mucho. Sin duda, el ambiente de comunión entre los jóvenes ha sido lo mejor, ha sido precioso. El encuentro lo comenzamos con una Adoración Eucarística y creo que esa ha sido la clave para que todo saliera bien, empezamos todos desde el Señor. Precisamente ese era otro de los objetivos del encuentro: crear comunidad entre nosotros, conocernos y caminar juntos hacia una misma dirección.

Sínodo “de y para los jóvenes”

El pasado 8 de abril el papa Francisco comunicó que en el 2018 se celebraría un Sínodo “de y para los jóvenes” en el que estos serían los protagonistas. Un Sínodo es un encuentro de todos los obispos del mundo en el que se habla de los temas que más interesan a la Iglesia en un determinado momento. Este Sínodo tiene como particularidad, según ha explicado el mismo papa Francisco, que tiene un nombre muy largo: ‘Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’.

Lo cierto es que han sido muchas las ocasiones en las que el pontífice ha pedido que “la Iglesia tenga un rostro joven”. Este año, del 3 al 28 de octubre, habrá oportunidad de descubrir cómo alcanzar este deseo, teniendo en cuenta la voz de los miles de jóvenes de distintos países que han enviado sus opiniones a través de las encuestas difundidas por medio de las Conferencias Episcopales. En España, concretamente, participaron 47 diócesis, 12 movimientos, 12 congregaciones y 2 Institutos seculares, sumando un total de 5.253 jóvenes.

El pasado mes de septiembre se presentó la síntesis de estas aportaciones, que se ha enviado a Roma para la elaboración del Instrumentum laboris del Sínodo. Las aportaciones de la síntesis se han dividido en tres bloques: en el primero se responde a temas sobre la relación de los jóvenes con la Iglesia; el segundo bloque valora el entorno en el que se da hoy el discernimiento vocacional; y el tercero plantea las esperanzas de los jóvenes en la Europa de hoy.

En el documento se recoge que los jóvenes le piden a la Iglesia, entre otras cosas, que se les escuche. También reclaman que tenga una actitud de cercanía y apertura hacia el mundo de hoy: que se comprometa proponiendo con más claridad el Evangelio de Jesús; aceptación de las diferencias, tolerancia, diálogo y claridad evangélica; que acoja, que sea inclusiva, misericordiosa y samaritana; más moderna, que se comunique mejor, con un lenguaje de hoy, que renueve sus mensajes, que conecte con las ideas de hoy, que no sea excesivamente moralista y que proponga una liturgia más viva y cercana; que sea fiel a Jesucristo y a su Evangelio, comprometida con la justicia, con la solidaridad, con el cuidado del planeta; que los laicos tengan más formación para ser cada día más conscientes de su misión y corresponsabilidad; y que los pastores estén más cercanos a los jóvenes.

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