Hace 34 años que Casimiro Galán está comprometido con los Cursillos de Cristiandad, vinculación que inició en los Encuentros de Juventud. “Desde entonces, el Señor no ha dejado de sorprenderme nunca, a pesar del paso de los años”, confiesa.
A lo largo de su vida, ha encarnado una frase que escuchara alguna vez del sacerdote Publio Escudero, ex consiliario de los Cursillos: “Al Señor tenemos que entregarle la pechuga y no los huesos. Cuanto más jóvenes nos entregamos a Él, mejor”, y tenía toda la razón – admite Galán– porque ha sido un camino apasionante”.
Casimiro Galán ha sido electo presidente del Movimiento Cursillo de Cristiandad para los próximos cuatro años.
- Recientemente ha tomado el testigo dentro del Movimiento Cursillo de Cristiandad de Sevilla. ¿Qué supone para usted esta llamada del Señor, esta nueva responsabilidad pastoral?
Por un lado una alegría enorme porque mis hermanos cursillistas de Sevilla han depositado su confianza en mí para esta misión a la que el Señor me ha llamado y, me animan a seguir con esta vocación que el Señor nos regala. También una gran responsabilidad, pues soy consciente de lo que supone y del servicio que conlleva ser presidente diocesano de Cursillos de Cristiandad. Aun así, la asumo con mucha confianza en Él, y en el gran equipo de personas que me va a ayudar en la tarea.
- Como bien sabe, monseñor Saiz Meneses es un amplio conocedor de la pedagogía de los Cursillos, de la importancia del Primer Anuncio y de la evangelización en general ¿Ha logrado reunirse con él estos primeros meses tras su nombramiento como arzobispo hispalense?
Sí, nuestro arzobispo es quien determina el cargo durante los próximos cuatro años entre una terna elegida en votación por cursillistas. Esto me ha permitido poder charlar con él de cuestiones relativas al movimiento en nuestra Archidiócesis que, es perfectamente conocido por D. José Ángel ya que es también Consiliario Nacional del Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Imagina la suerte y la responsabilidad añadida que eso supone.
- El Cursillo es un instrumento suscitado por Dios para el Anuncio del Evangelio en nuestro tiempo, escribió San Juan Pablo II. ¿Cómo presentar el Anuncio en nuestra sociedad actual?
Esa es la gran pregunta que nos hacemos todos los movimientos e instituciones cristianas a día de hoy. Porque es obvio que esta sociedad es muy diferente a la de hace veinte o treinta años…
En esta sociedad la diferencia es el cambio de perspectiva: ¿Qué me puede aportar lo que tú me ofreces que no me aporte mi pedazo de móvil, mi equipo de futbol, mi súper ordenador gaming o mi serie favorita, o esos viajes maravillosos que organizo, o el bienestar de mi vida? Una sociedad que ya no siente la necesidad de Dios, de vivir la fe, de tener una comunidad para compartir… todo eso les suena a mundos de yupi… Esto nos debe hacer reflexionar a todos los cristianos cómo llegar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y no creo que exista una varita mágica. Las fórmulas anteriores ya no son eficaces y el lenguaje ha cambiado tanto, que a veces parece que existe un diálogo de sordos.
De alguna forma nosotros en Cursillos presentamos ese amor de Cristo a los demás, en comunidad y de una forma testimonial, porque si no somos testigos de Cristo con lo que vivimos en nuestras vidas, lo que hablemos será una palabra hueca que ni llega, ni convence a quienes nos escuchan.
- Ciertamente hemos atravesado meses difíciles y parece ser que se está vislumbrando cada vez más, el fin de la pandemia. ¿Por qué la vida es para vivirla de colores?
Realmente si, han sido difíciles por la imposibilidad de poder reunirnos físicamente, pero ha supuesto una oportunidad también de reflexión personal, de interiorización, de pensar qué lugar ocupa Cristo en nuestra vida, de reajustar nuestra escala de valores, de darnos cuenta de lo que es esencial y lo que es accesorio. También de modernizarnos y utilizar las nuevas tecnologías para seguir con nuestra actividad.
Hemos podido seguir las eucaristías diariamente por YouTube, nuestros grupos se han podido seguir reuniendo semanalmente a través de muchos programas: Zoom, Dúo, WhatsApp, Skype…e incluso nuestra Escuela de Formación ha tenido sesiones virtuales con normalidad, asistiendo un número importante de personas. Es decir, no hemos estado parados. Hemos seguido trabajando de forma diferente y preparándonos para cuando el virus nos permita hacer vida normal.
Es cierto que la situación ha mejorado bastante y, si bien no podemos bajar la guardia, es cierto que ya hemos iniciado este curso de nuevo (con un protocolo sanitario) nuestra actividad normal con el primer Cursillo y el primer Encuentro de Juventud celebrados en este mes. Es motivo de dar gracias al Señor y seguir orando por el final de todo esto…
Y es que como dices la vida es para vivirla de colores. Nuestra sociedad actual se mueve en unos rangos muy grises, y nosotros tenemos la posibilidad y la responsabilidad de ofrecerles –con la ayuda del Espíritu Santo, tan importante en nuestra misión- el poder verla de colores. El Cursillo de Cristiandad sería esa experiencia que podríamos comparar con unas gafas que nos permiten vernos a nosotros mismos, a los demás y, sobre todo, a Jesús, de una forma totalmente distinta… totalmente de colores. Después de vivir esa experiencia, uno como cristiano cambia el enfoque y el objetivo de su vida, y comienza un nuevo camino junto a los hermanos y hermanas que te lleva a descubrir –si tú quieres- qué es lo que Cristo espera de ti, qué plan tiene para tu vida….
- ¿Cómo abordaría a un joven actualmente para ofrecerle la experiencia de fin de semana de los Encuentros?
Para abordar a un joven hoy deberíamos preguntarle qué es lo que le preocupa de su vida… El joven hoy –en la mayoría de las ocasiones- tiene tanto de todo, que piensa que ya nada le hace falta, y que puede ser feliz sin necesidad de vivir una Fe, sin necesitar a Dios…
Yo le ofrecería un fin de semana diferente, en el que puede vivir LA EXPERIENCIA con mayúsculas. El joven puede convertirse sin darse cuenta en un coleccionista de experiencias que en el fondo no le llenan, y lo dejan bastante vacío…
En el encuentro de Juventud puede descubrir a otros jóvenes como él o ella, con sus mismos problemas e inquietudes vividos de otra forma, puede vivir la experiencia de conocerse mejor a si mismo/a y puede vivir la experiencia de UN ENCUENTRO, ¿Con quién? Eso es algo que tendrá que descubrir cada uno. ¿Merece la pena? Yo le diría que rotundamente SI. Y lo digo después de esos 34 años que hace que la viví.
- ¿Podríamos hablar de la cantidad de cursillistas que día a día hacen posible el sostenimiento y la realización de encuentros en nuestra diócesis? ¿Cuál es el perfil?
Ahora mismo dedicados a los Encuentros de Juventud, dentro de nuestro movimiento de Cursillos de Cristiandad en nuestra diócesis, podemos tener unos cien jóvenes. No podemos olvidar que estos Encuentros están destinados actualmente a jóvenes de 18 a 22, es decir, jóvenes de bachillerato, universitarios, que cursan una FP, o que están ya trabajando o en paro. No importa que sea creyente o no, que venga habiendo tenido una formación cristiana en su familia o en su colegio, o no la haya tenido…Así que en Encuentros de Juventud del MCC realmente caben todo tipo de jóvenes y el único límite es la edad. Solo les pedimos que vengan abiertos, en actitud de búsqueda y escucha…
Cuando llegan a una edad más avanzada, tras su labor con los jóvenes (Estamos convencidos de que a los jóvenes fundamentalmente se les evangeliza por otros jóvenes) ya pasan a vivir el Cursillo de Cristiandad que es para las personas desde 23 hasta 99 años.
- Podrías aplicar a los Cursillos de Cristiandad la expresión del salmista ¿haz la prueba y verás que bueno es el Señor?
El motivo sigue siendo vigente hoy: en un Cursillo de Cristiandad o en un Encuentro de Juventud te enseñan en tres días –si tú quieres, insisto- a ser feliz para toda la vida. No se parece a cualquier cosa que hayas hecho antes.
Esa felicidad no viene de nosotros mismos, sino que es fruto de un encuentro personal, de abrirte a las sorpresas de Dios, de descubrir el Amor de Cristo y a la Iglesia en los hermanos… ¡Realmente merece la pena vivirlos!
Y la garantía: no conozco a nadie que se haya arrepentido de haberlos hecho en todos los años que llevo en Cursillos, todo lo contrario.