Reflexiones de Roberto Sánchez, sacerdote mexicano, sobre Sevilla, su Iglesia, sus gentes, la vida monástica, la organización de la Curia o las hermandades. Apuntes de un observador a mitad de camino entre su Tabasco natal y Roma, donde se forma en Comunicación Institucional.
Soy el Padre Roberto Sánchez Cabrera, oriundo del estado de Tabasco que se encuentra en el sureste de México. La diócesis ocupa todo el territorio del estado de Tabasco, fundada desde hace 134 años, por ello somos una diócesis joven y en camino. En ella me hice sacerdote hace 19 años, respondí al llamado de Dios desde una experiencia juvenil, el Seminario se convirtió en una fuerza para mi formación, la ordenación una consolidación y las tareas pastorales que se me han encomendado una proyección del ministerio sacerdotal.
Desde hace dos años me encuentro en Roma consolidando un proyecto en mi vida sacerdotal: estoy estudiando en la Universidad Pontifica de la Santa Cruz en la Facultad de Medios de Comunicación Social Institucional de la Iglesia. Solo me falta un año para concluir mis estudios. Ha sido una preparación ardua, pero me ha abierto la visión para afrontar diversas situaciones en el ámbito de la comunicación universal de la Iglesia y de mi propia diócesis.
Desde inicios del mes de julio estoy dando pasos que consolidan mi preparación en el oficio de la comunicación en la Archidiócesis de Sevilla (España). Algo totalmente nuevo para mí, recorrer los caminos de San Isidoro de Sevilla, hombre sabio de su época y dotado de dos cualidades importantes para la santidad, la humildad y la caridad, me han llevado a pensar en estos días en la realidad personal de cara al servicio en los medios de comunicación, desde esta realidad concreta de la Archidiócesis tanto en su organización y la estructura solida de sus dimensiones pastorales.
Diócesis organizada
Lo primero que me ha sorprendido es su estructura organizativa. Desde la curia arzobispal he percibido cómo funcionan tanto en sus oficios internos y externos. He conocido al arzobispo, al obispo auxiliar, a su vicario general, canciller, ecónomo, y a algunos delegados que desempeñan una función específica en la curia. Toda la estructura me habla de un organismo dinamizado por su Plan Pastoral ‘Poneos en Camino’. Tener metas claras y objetivos ha sido una de mis grandes preocupaciones en la Iglesia; es necesario que sepamos qué queremos para que así también sepamos dónde vamos, qué tipo de Iglesia queremos construir.
Hacia afuera de la Curia Arzobispal me he asomado al mundo de Sevilla, su entorno, sus construcciones, su historia tan interesante, sus edificios, sus obras de arte, sus templos tan ataviados de belleza barroca y las imágenes que representan la historia vivida y experimentada por los sevillanos en su paso por este proceso histórico donde han tenido que hacer opciones en su defensa sobre todo con la invasión árabe por muchos siglos. Sus conventos y sus monumentos forman parte de su proceso histórico heredado a las nuevas generaciones para seguir creciendo en la fe; el río Guadalquivir, que parte la ciudad en dos y que le da un toque de belleza original, pero lo más importante, son aquellos que forman este gran pueblo, sus pobladores, con el lenguaje particular que les caracteriza y sobre todo por su hospitalidad, que lo transforma en un pueblo abierto a los visitantes y con deseos grandes de compartir su historia y su cultura.
La vida monástica
Mi experiencia más directa en estos días en Sevilla ha sido descubrir más cercanamente la vida de los conventos, la vida monástica que aparenta estar entre los polvos de la Iglesia. Parece como pasado de moda este estilo de vida, pero siempre he pensado que la contemplación y la acción por el trabajo abnegado de las monjas es importante testimonio para la Iglesia. Y aunque hoy no se presenta tan atractivo este estilo de vida, sigue siendo tan actual y está en vigencia por inspiración de sus fundadores. Estos días he orado y celebrado la Eucaristía en este ambiente, y me ha fortalecido mucho en mi fe. Además he compartido la vida directamente con las hermanas, ellas, las protagonistas de la historia de salvación que se realiza dentro de los conventos.
Las hermandades en la Iglesia
El contacto con algunas parroquias de la ciudad me ha llevado a descubrir el gran trabajo y reto de la Nueva Evangelización que tienen los sacerdotes en todas las dimensiones de la Evangelización y la pastoral organizada. Aquí, en Sevilla, el reto más grande es trabajar con las hermandades, una organización que ha permanecido por siglos y que está vigente en nuestros días, con manifestaciones positivas de la religiosidad y el culto a las imágenes, pero siempre con el riesgo -como he escuchado de algunos sacerdotes y laicos- de quedarse solamente en una manifestación externa de la fe, en lo folclórico. Se busca un encuentro con Jesucristo vivo y una participación más activa, tanto en la formación como en la solidaridad con la Archidiócesis, basados en una comunión eclesial que les ayude a dar unidad a la fe, tanto en el ámbito de la Iglesia como el familiar, y por supuesto el ámbito social.
Las hermandades, desde mi punto de vista, son un fermento para construir comunidades sólidas en Cristo y María. Basado en mi experiencia pastoral, deben pasar de una religiosidad a Cristo y la Virgen María a una relación y recepción más profunda en los diversos sacramentos, aunque también una participación más activa en la vida de comunidad. Las hermandades no son clubes para competir sus atuendos religiosos, son comunidades que están llamadas a dar testimonio de aquello en lo que se cree y se vive. Solo necesitan ser fermento en la masa y dejarse moldear y configurar por Cristo buen Pastor.
Estos días en Sevilla sin duda ya han pasado a formar parte de mi proceso en la formación permanente, un desafío para ir contemplando mi trabajo futuro en mi diócesis, a la que regresaré sin duda con mas ánimos y deseos de trabajar en comunión con mi obispo y con el presbiterio. He aprendido desde la Delegación de Medios de esta Archidiócesis de Sevilla a poner en práctica lo aprendido en la Universidad. He puesto al servicio mis cualidades y carismas en el ámbito interno y externo de la curia archidiocesana, también he analizado los procesos, funciones, retos y desafíos que tiene la Delegación de cara a una nueva coordinación y asesoría, pero sobre todo de cara siempre a presentar la identidad de la Iglesia en el ámbito de la información y en los procesos propios que tiene la Archidiócesis, especialmente asumiendo la Nueva Evangelización en este tiempo que nos ha tocado vivir.
Agradezco a don Juan José Asenjo, al padre Marcelino Manzano, a todos sus colaboradores, especialmente a la Delegación de Medios de Comunicación, haberme dado la oportunidad de aprender y poner en práctica lo aprendido en la Facultad de Comunicación de la Santa Cruz en Roma este mes de Julio. Dios les recompensará todo lo que han hecho por mí.
Roberto Sánchez