Palabras del Arzobispo.
El 11 de febrero de 2018, fiesta de la Virgen de Lourdes, el papa Francisco creaba la memoria litúrgica de la “Virgen María, Madre de la Iglesia” a celebrar cada año el lunes siguiente a Pentecostés. En el año 1975 la Santa Sede aprobó una Misa votiva en honor de la bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia, mientras en el año 1980 san Juan Pablo II añadió esta invocación en las Letanías Lauretanas.
El punto de partida es la verdad proclamada el 21 de noviembre de 1964 por el papa Pablo VI, en pleno Concilio Vaticano II. Las palabras precisas de Pablo VI fueron éstas: “Así pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, proclamamos a María Santísima “Madre de la Iglesia”, es decir, madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores, que la llaman madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título”.
Este título mariano, reconocido hace ahora 56 años, hunde sus raíces en la Palabra de Dios: Junto a la Cruz, nos dice san Juan, estaba su madre (Jn 19,25), que no piensa en sí misma, sino en su Hijo y en nosotros. Y por nosotros, como dice san Agustín, acepta su pasión y muerte y ofrece su Hijo al Padre por la salvación del mundo, como corredentora de toda la humanidad. Ella permanece de pie, cruzando su mirada con la de Jesús, con un amor lleno de compasión, escuchando de sus labios “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, palabras que le convierten en madre fecunda de la Iglesia y de todos nosotros (Jn 19,26). Que ella nos cuide y proteja a todos en esta hora crucial.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla