Carta Pastoral del Arzobispo de Sevilla.
Con este lema celebraremos en este domingo, domingo 17 de noviembre, el Día de la Iglesia Diocesana. Dicho lema esclarece lo que la Diócesis significa en nuestra vida: ella es el seno materno en el que hemos sido engendrados como hijos de Dios. Ella nos ofrece a todos, adultos, ancianos, niños y jóvenes, la vida divina y el alimento de la Eucaristía. Ella es el espacio natural de nuestro encuentro con el Señor. La Diócesis custodia la memoria viva de Jesucristo, nos sirve la Palabra de Dios y nos brinda la gracia santificante a través de los sacerdotes. La Diócesis, que está al servicio de todos y que a nadie excluye, propicia nuestra formación cristiana, nos permite celebrar comunitariamente nuestra fe y nos impulsa al apostolado. Gracias a ella vivimos nuestro compromiso cristiano acompañados y sostenidos por una auténtica comunidad de hermanos.
Todas ellas son razones poderosas para amar a nuestra Archidiócesis y para colaborar con ella implicándonos en los diversos ministerios necesarios para que la Iglesia particular y nuestras parroquias puedan servir eficazmente a los fieles en la catequesis hoy tan necesaria y urgente, cuando tantos padres y madres ha abdicado de la obligación prioritaria de ser los primeros comunicadores de la fe a sus hijos, la pastoral social y el voluntariado de Caritas y Manos Unidas, la pastoral de enfermos y la pastoral litúrgica, entre otros servicios.
En esta jornada debe crecer nuestro amor a la Iglesia diocesana; y como no se ama lo que no se conoce, de la mano de nuestros sacerdotes, hemos de procurar conocer un poco mejor la naturaleza de la Iglesia particular y la misión del obispo. Hemos de tratar de conocer también su historia venerable y fecunda, la temprana evangelización de nuestra tierra, sus profundas raíces cristianas, la corona de mártires y santos sevillanos de todos los tiempos, los fundadores de familias religiosas, los iniciadores de incontables instituciones sociales, docentes, caritativas y apostólicas de nuestra Archidiócesis, en la que brilla con luz propia la legión de cristianos anónimos que, desde su amor a Jesucristo y a sus hermanos, han divinizado y humanizado esta tierra. De todo ello debemos sentirnos legítimamente orgullosos.
En esta jornada todos estamos convocados a orar con más intensidad por nuestra Archidiócesis, por los obispos, los sacerdotes, consagrados, seminaristas y laicos, para que vivamos con pasión nuestras respectivas vocaciones, busquemos con todas nuestras fuerzas la santidad y no desmayemos en el amor y fidelidad a Jesucristo y en el apostolado. En este día y siempre hemos de procurar fomentar en nosotros los sentimientos de familia, la comunión con los obispos y entre nosotros, con la conciencia de que más allá de particularismos, carismas y sensibilidades espirituales, los otros son alguien que nos pertenecen, hermanos nuestros, hijos de Dios, nacidos a la fe en el seno fecundo de la Iglesia diocesana. Hemos de fomentar también compromisos de corresponsabilidad e implicación de todos en el Plan Pastoral, en las iniciativas y proyectos colectivos y en las convocatorias diocesanas.
Con ocasión de esta jornada, la Archidiócesis de Sevilla quiere renovar su compromiso de servicio a los fieles y a la sociedad sevillana. Para ello, cuenta con los dos obispos, la catedral y 260 parroquias servidas por cerca de 600 sacerdotes y 50 diáconos. Cuenta también con 39 conventos de monjas contemplativas, verdadero arsenal de energía sobrenatural, con cerca de 600 religiosos y más de 2000 religiosas de vida activa que colaboran en el apostolado, la evangelización y el servicio a los pobres. Tiene además cerca de 5000 catequistas, más de 1500 profesores de Religión, numerosos grupos apostólicos, movimientos, hermandades y cofradías, además de los Seminarios diocesanos, la Curia, las Vicarías y Delegaciones, Caritas y otras muchas obras sociales, docentes y caritativas.
Todas estas instituciones, personas y servicios constituyen la estructura necesaria para llevar a cabo la misión salvadora que Jesucristo confió a su Iglesia. Mantener esta estructura exige medios económicos cuantiosos para retribuir modestamente a los sacerdotes, garantizar el funcionamiento de la Curia y de los Seminarios y demás servicios diocesanos, servir a los pobres, construir nuevos templos y restaurar y conservar nuestro ingente patrimonio artístico y cultural, especialmente ahora cuando las ayudas públicas prácticamente han desaparecido como consecuencia de los recortes derivados de la crisis económica.
Por ello, invito a los sacerdotes a hacer la colecta de esta Jornada con todo interés. Al mismo tiempo, invito a los fieles a que sean generosos, pues el sostenimiento económico de la Iglesia depende fundamentalmente de nosotros, bien a través de nuestras donaciones directas, en forma de cuotas, suscripciones o donativos a favor de la Iglesia diocesana, bien a través de la Declaración de la Renta, en la que destinamos el 0,7 % de nuestros impuestos a la Iglesia católica.
Dios quiera que esta Jornada robustezca nuestra conciencia de familia y acreciente nuestra colaboración con nuestra Iglesia diocesana.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz domingo, feliz día del Señor.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla