Carta pastoral del arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo
Queridos hermanos y hermanas:
El pasado 29 de septiembre, celebrábamos la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el lema: No se trata solo de migrantes, en el que se nos invitaba a poner en práctica cuatro verbos para dar repuesta al desafío planteado por las migraciones contemporáneas: acoger, proteger, promover e integrar. Estos verbos expresan la misión de la Iglesia en relación con todos los habitantes de las periferias existenciales.
Hablar de migrantes, es hablar de un paradigma para la vida cristiana que apunta a Cristo, que es nuestro Camino, Verdad y Vida. Un migrante es hijo de Dios. Donde muchos ven un emigrante, el cristiano ve a un hermano con una vida marcada por el dolor y el sufrimiento que busca la esperanza de alcanzar una vida mejor. No podemos permanecer ajenos al dolor del hermano.
En 2013 el papa Francisco, ante el naufragio de una patera en Lampedusa, Italia, en el que perecieron 366 inmigrantes procedentes de Eritrea y Somalia, decía: “Inmigrantes muertos en el mar, por esas barcas que, en lugar de haber sido una vía de esperanza, han sido una vía de muerte. Así decía el titular del periódico. Desde que, hace algunas semanas, supe esta noticia, desgraciadamente tantas veces repetida, mi pensamiento ha vuelto sobre ella continuamente, como a una espina en el corazón que causa dolor. Y entonces sentí que tenía que venir hoy aquí a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita”.
En ese contexto el artista Franco Tuccio construyó una cruz con trozos de madera de las embarcaciones que habían naufragado en la isla. El Papa la recibió como regalo de la fundación italiana “Casa dello Spiritu e delle Arti”, entidad que trabaja en Milán con personas que viven en situaciones de grave dificultad social. Al bendecirla, el Papa Francisco pronunció estas palabras: “No podemos seguir viviendo anestesiados ante el dolor ajeno. Lleven a todas partes la cruz de Lampedusa como símbolo, para acercar y no olvidar el drama y la realidad de los inmigrantes…”.
Nuestra Archidiócesis de Sevilla, sensible a esta realidad de nuestro tiempo, acogerá la Cruz de Lampedusa del 15 de enero al 1 de febrero, con el objetivo de transmitir un mensaje de solidaridad y de paz, combatiendo lo que el papa Francisco llama la globalización de la indiferencia.
A lo largo de estos días, la Cruz estará presente en diferentes realidades de nuestra Iglesia diocesana: Vicarías, parroquias, colegios, hermandades… creando espacios de oración, reflexión y celebración. Es una oportunidad para salir de nuestra rutina y vivir un encuentro sanador con la Cruz de Cristo.
Animo a todas las personas, que participan de la vida de la Iglesia en Sevilla, a participar en los distintos actos que se realizarán en nuestra Archidiócesis; de modo especial a la acogida de la Cruz, que tendrá lugar el próximo miércoles día 15 a las 20:30h en la Capilla de la Virgen de los Reyes de nuestra catedral.
Con mi afecto y bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla