La alegría de evangelizar. Domund. 2014

Carta semanal del Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina.

Queridos hermanos y hermanas:

Celebra la Iglesia en este domingo la Jornada Mundial de la Propagación de la Fe, el día del DOMUND. En él todos estamos llamados a reflexionar sobre la importancia que tiene, también en nuestro tiempo, la acción misionera de la Iglesia. A lo largo de este mes, gracias al esfuerzo del equipo de la Delegación diocesana de Misiones, va a resonar con especial intensidad en todos los rincones de la Archidiócesis el mandato misionero de Jesús: «Id y haced discípulos de todas las gentes, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19-20).

Como nos dice el papa Francisco en el mensaje que nos ha dirigido con ocasión de esta jornada, todavía hoy son muchos los hombres y mujeres que no conocen a Jesucristo. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a implicarnos, ya que la misión pertenece a su naturaleza más íntima. La jornada del DOMUND pide de nosotros un doble compromiso: la oración por las misiones y los misioneros y el compartir fraterno y la ayuda a las iglesias jóvenes de los territorios de misión.

El Papa aborda en su mensaje un tema precioso: la alegría que es connatural al anuncio del Evangelio, tanto para quienes reciben la Buena Noticia como para quienes evangelizan. Para ello, usa como icono la misión de los setenta y dos discípulos, a los que en los inicios de su vida pública Jesús envía de dos en dos a anunciar el Evangelio y a preparar a los hombres al encuentro con el Señor (Luc 10,21-23). El evangelista san Lucas refiere que después de cumplir esta misión, los discípulos volvieron llenos de alegría, sin duda porque habían descubierto a sus oyentes la belleza y la alegría del seguimiento del Jesús, pues como afirmara el papa Benedicto XVI en la homilía de inicio de su pontificado, «no hay nada más bello que conocer a Jesús y comunicar a los otros la amistad con Él».

Los misioneros son servidores de la alegría. La razón nos la da el Papa Francisco: «Jesús llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Él, pues son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior y del aislamiento. Con Jesús siempre nace y renace la alegría» (EG1). Lo comprobamos si cogemos en nuestras manos los Evangelios. Todos aquellos que en su existencia histórica entran en contacto con Jesús, experimentan que sus vidas quedan transformadas, adquieren un nuevo sentido y esperanza, una desbordante alegría y una insospechada plenitud. Es el caso de los pastores, de los Magos, de Zaqueo, de la samaritana y de los apóstoles en las apariciones de Jesús a lo largo de la Pascua. Y es que, como nos ha dicho el Papa, «con Jesús siempre nace y renace la alegría».

La alegría es además la recompensa de los evangelizadores y misioneros y de quienes estamos comprometidos en el anuncio de Jesucristo a nuestro mundo. A ella nos invita san Pablo: «Estad siempre alegres» (Fil 4,4-5). «Cantad salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad con todo el corazón para el Señor» (Ef 5,19). Y es que el corazón centrado en el Señor y deseoso de anunciarlo, canta y es alegre. Es la alegría de las primeras generaciones cristianas, que experimentan antes que nadie «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (EG 9ss). Sólo desde la alegría y el entusiasmo que fluye por todas partes en el libro de los Hechos se entiende el éxito de la evangelización en los primeros compases de la era cristiana.

Nuestro mundo necesita evangelizadores así, misioneros y misioneras que comuniquen a los hombres la alegría de la salvación, la alegría de sentirnos amados por nuestro Padre Dios. Como nos ha dicho el papa Francisco, el mayor enemigo del anuncio del Evangelio es la tristeza. Sólo desde la alegría del que se sabe en la verdad y cree lo que anuncia, es posible la misión. El testimonio de su alegría es uno de los servicios más importantes que prestan los misioneros, testimonio que admiramos y agradecemos.

En las vísperas del DOMUND, ruego a los sacerdotes, catequistas y profesores de Religión que se impliquen en esta campaña, programando también actos de oración por las misiones y los misioneros pidiendo al Señor que nunca falten en la Iglesia servidores de la alegría. No olvidemos que la plegaria de todos, y muy especialmente de los enfermos, los niños y los contemplativos, es el alma de la misión. Les pido también que hagan con todo esmero la colecta. Agradezco a los miembros de la Delegación Diocesana su entusiasmo y generosidad en el servicio a las misiones. Que el Señor premie sus esfuerzos.

Encomendando a todos, y muy especialmente a nuestros misioneros y misioneras diocesanos a Santa Maria, causa de nuestra alegría, a todos os saludo y bendigo con afecto.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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