Homilía en la Vigilia Pascual

1. Saludos: Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración: sr. arzobispo, cabildo catedral, presbíteros y diáconos, miembros de la vida consagrada y del laicado; Comunidades neocatecumenales que habéis finalizado el Camino: 6ª Comunidad de Santa María la Blanca de Los Palacios y Villafranca; 1ª Comunidad de Ntra. Sra. de la Victoria de Morón de la Frontera y 1ª Comunidad de San Juan Bautista de Las Cabezas de San Juan; queridos todos en el Señor. ¡Jesús ha resucitado y vive entre nosotros; va por delante a Galilea, y allí lo veremos! (cf. Mc 16, 6-7). ¡Santa y Feliz Pascua!

2. Este es el mensaje del joven vestido de blanco que María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, encuentran en el sepulcro, que les anuncia la resurrección de Jesús. Ellas acudieron muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol. Habían sobrevivido emocionalmente a la tragedia de la muerte en cruz del Señor en el Calvario, a la tristeza y el desconcierto. Ellas, en la hora de la prueba más difícil, no habían abandonado a su Maestro; al contrario, habían resistido firmes, con María y el apóstol Juan, al pie de la cruz.

3. Van muy temprano con aromas para a embalsamar el cuerpo de Jesús. El amor las impulsa; aquel mismo amor que las llevó a seguirlo por las calles de Jerusalén hasta el Calvario. No podían pensar que aquel sería el amanecer del día más importante de la historia, no podían imaginarse que ellas serían los primeros testigos de la resurrección de Jesús. Cuando llegan al sepulcro, encuentran que la piedra había sido retirada, el sepulcro está vacío y reciben el anuncio de que Jesús ha resucitado. Esta noticia cambió sus vidas como ha cambiado la historia humana, y desde entonces se sigue transmitiendo de generación en generación. Un anuncio antiguo y siempre nuevo que ha resonado una vez más en esta Vigilia Pasqual, y se difunde por toda la tierra en esta noche gozosa y santa.

4. Ha comenzado nuestra celebración con la bendición del fuego nuevo, del cual hemos encendido el Cirio Pascual. Después hemos entrado en la Catedral siguiendo al Cirio Pascual, símbolo de Cristo Luz del mundo, que disipa las tinieblas del corazón y del espíritu, y de él hemos ido encendiendo los cirios que llevábamos en nuestras manos. Después hemos escuchado el Anuncio de la Pascua, con el canto del Pregón, un cántico impregnado de gozo por la resurrección de Cristo. Gozo del cielo y de la tierra, de la creación entera y de la Iglesia.

5. Seguidamente, hemos escuchado las lecturas de la Palabra de Dios que presentan la historia de nuestra salvación. Una historia de amor desde la creación primera hasta la nueva creación en Cristo Jesús. Estas lecturas han sido un resumen de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los

hombres, culminando con la resurrección de Jesús. En primer lugar, Dios lleva a cabo la obra de la creación, que culmina con la creación del hombre y la mujer, a su imagen y semejanza. Más adelante, la llamada a Abraham, que será padre de todas las naciones; después, la liberación del pueblo de Israel, que es conducido por Mar Rojo, imagen de la fuente bautismal. Y a pesar de las infidelidades de este pueblo elegido, Dios pactará con ellos una Alianza eterna, los llamará por el camino que lleva a la luz y les dará un corazón nuevo. Y, finalmente, por el Bautismo, nos concede morir con Cristo y resucitar con él para empezar una existencia nueva.

6. La Resurrección de Jesús hace nuevas todas las cosas. Él vive victorioso a la derecha del Padre y nos ofrece la vida eterna, la eterna salvación. La Resurrección nos revela el sentido de la muerte de Jesús como cumplimiento del designio del Padre, muestra a Cristo como instrumento de redención universal y como el camino que lleva a la vida. La Resurrección ha transformado la situación del hombre y del mundo, la situación de la historia universal y de cada historia personal. El encuentro con el Señor resucitado transformó la vida de los apóstoles. Del miedo y la huida en el momento de la pasión llegarán a dar la vida después del encuentro con el Resucitado y de recibir el Espíritu Santo. Ellos predicaron a Cristo resucitado y lo testimoniaron con su vida y la de sus comunidades. San Pablo recuerda también el impacto que el encuentro con Cristo resucitado tiene en su vida y como transforma radicalmente su existencia.

7. Hoy renovaremos las promesas del Bautismo. Renovando las promesas bautismales tenemos que ser conscientes de nuestra condición de hijos de Dios, de miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo. Renovamos también nuestro agradecimiento al don de Dios y nuestro compromiso de vivir esta vida de gracia y, por tanto, de ser portadores de la Buena Nueva. Entramos a formar parte del pueblo de los redimidos mediante el Bautismo. En virtud del Bautismo, sumergidos con Cristo en su muerte, resucitamos con Él a la vida eterna. Es un nuevo nacimiento que nos incorpora a la Santa Madre Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza.

8. En esta celebración participan miembros de varias comunidades del Camino Neocatecumenal: 6ª Comunidad de Santa María la Blanca de Los Palacios y Villafranca; 1ª Comunidad de Ntra. Sra. de la Victoria de Morón de la Frontera, y 1ª Comunidad de San Juan Bautista de Las Cabezas de San Juan, que en esta noche renuevan con nosotros, solemnemente, las promesas bautismales. Ellos, durante años, han recorrido un camino de redescubrimiento de la fe, de la fe que un día recibieron de pequeños. Han caminado a la luz de la Palabra de Dios y de la Eucaristía y, acompañados por la Iglesia, han seguido el itinerario de fe que nos propone el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.

9. Queridos miembros del Camino: Hoy, ante vuestro pastor renovaréis solemnemente las promesas del Bautismo después de este largo periodo de

formación. En el seno de la Iglesia habéis descubierto a Jesucristo, muerto y resucitado por vuestra salvación. Lo habéis podido experimentar vivo y presente en vuestras vidas. Después de este camino de conversión habéis entendido qué significó el bautismo que recibisteis un día: el despojamiento del hombre viejo y la regeneración en Cristo como criaturas nuevas; la túnica blanca que lleváis os lo recordará siempre. Cómo decimos en el ritual del Bautismo: «que este traje blanco sea para vosotros signo de vuestra dignidad; guardad esta dignidad sin mancha hasta la vida eterna».

10. Cristo ha resucitado. Él es la respuesta a todos los interrogantes, a las dudas, a las crisis personales y comunitarias, a la necesidad de sentido y plenitud del ser humano. Él nos da la fuerza para madurar y crecer como hijos de Dios, para renovar la Iglesia y para construir un mundo nuevo. A pesar de que somos pobres y débiles, su presencia en medio de nosotros día tras día, hasta el fin del mundo, es nuestra fortaleza y esperanza. Él es salvación y vida nueva, y esta buena noticia la tenemos que comunicar a través de un estilo de vida gozoso, solidario, esperanzado.

11. Recordamos, finalmente, que esta noche de alegría y esperanza es una noche especialmente de María, la Madre. No hay palabras para expresar el gozo y el amor del encuentro de Jesús resucitado y María. Ella, que al pie de la cruz recibió una nueva misión, la de ser Madre de los creyentes, nos ayudará a vivir como a hombres y mujeres nuevos, coherentes con la vida nueva que hemos recibido de Cristo. ¡Santa Pascua!

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