En la víspera de la recepción del Palio Arzobispal

Carta Pastoral del Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina.

Queridos hermanos y hermanas:

El próximo martes, 29 de junio, solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en la celebración eucarística que tendrá lugar en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre me impondrá el palio como arzobispo metropolitano de Sevilla. Lo recibirán también otros cuarenta nuevos arzobispos, entre ellos los  de Valladolid y Oviedo, Mons. Blázquez y Mons. Sanz Montes. Me acompañará mi familia, algunos de los Obispos sufragáneos, el Consejo Episcopal de Sevilla, junto con un grupo de sevillanos en representación de nuestra Archidiócesis, y un grupo de peregrinos de mi ciudad natal, Sigüenza.

El palio arzobispal es el símbolo de la jurisdicción que tienen los metropolitanos en su provincia eclesiástica, y simboliza al mismo tiempo la comunión de propio metropolita y de sus fieles con el Romano Pontífice, que es quien se lo concede. En el plano material, se trata de una banda ancha confeccionada con lana blanca, en forma de collar. Se coloca sobre los hombros y tiene dos apéndices, que se sitúan respectivamente en el pecho y en la espalda. Lleva bordadas seis cruces de seda negra, cuatro en el círculo o collar y las otras dos en las extremidades.

La confección de los palios está reservada a las monjas benedictinas del monasterio romano de Santa Cecilia, y lo hacen con la lana de dos corderos blancos que el Papa bendice cada año el 21 de enero, fiesta de Santa Inés, y que después entrega a las citadas religiosas para que confeccionen los palios que luego se colocan junto a la urna en la que se guardan las reliquias del Apóstol San Pedro. Allí permanecen hasta el día de su fiesta. De este modo, se expresa de una manera palpable los especiales lazos de comunión con el Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, que debe vivir el arzobispo metropolitano y las Iglesias a las que sirve.

La lana del palio recuerda a los corderos y a las ovejas de Cristo, que el Señor resucitado confió a Pedro con la misión de apacentarlos. Recuerda en nuestro caso al rebaño de Jesucristo, que los obispos debemos apacentar en comunión con Pedro. El gesto de colocarlo sobre los hombros nos evoca a Cristo mismo, que como Buen Pastor toma sobre sus hombros la oveja perdida, recordando a los nuevos arzobispos que debemos ser pastores buenos y entregados hasta la extenuación de nuestro pueblo, a semejanza de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir y a entregar su vida en rescate por todos.

El próximo día 29, después de la homilía, el Papa bendecirá los palios y los impondrá a los arzobispos. El rito de bendición expresa nítidamente el significado de la ceremonia: "este palio sea para ti símbolo de unidad y prueba de la comunión con la Sede Apostólica. Sea vínculo de caridad y estímulo de fortaleza para que en el día de la venida y manifestación del gran Dios y del Príncipe de los Pastores, Jesucristo, goces junto con el rebaño a ti encomendado de la estola de la inmortalidad y de la gloria".

Sé que no voy solo a Roma en esta ocasión, pues además de las personas que me acompañarán, venís conmigo espiritualmente todos los fieles de la Diócesis, sacerdotes, seminaristas, consagrados y laicos. Por todos rezaré ante los sepulcros de los Apóstoles para que seamos fieles a nuestras raíces cristianas, al Sucesor de Pedro y a la fe que ellos nos transmitieron, viviendo cordialmente nuestra adhesión al Magisterio de la Iglesia y a la Tradición viva, y empeñándonos con todas nuestras fuerzas en la Nueva Evangelización, en el anuncio de Jesucristo y en el servicio a los pobres. Sé que muchos de vosotros rezáis cada día por mí y por la Archidiócesis. Así me lo decís cuando visito vuestras parroquias o me encuentro con vosotros. Hacedlo especialmente en estos días, para que la imposición del palio sea para mí un acontecimiento de gracia y una ocasión señalada para renovar mi adhesión a Jesucristo, mi amor a la Santa Madre Iglesia y a vosotros los fieles de esta querida Iglesia de Sevilla, que el Señor a través del Santo Padre, me ha confiado.

Pedidle que renueve mi caridad pastoral y mi entrega sin descanso a la edificación de nuestra Iglesia diocesana, para dirigirla por el camino de la salvación, gastándome y desgastándome como siervo y servidor de todos. Pedidle que me ayude a conservar íntegro y puro el depósito de la fe, tal y como fue recibido de los Apóstoles y conservado en la Iglesia, como prometí el día de mi ordenación episcopal. Rezad también por el Papa Benedicto XVI, que me impondrá el sacro palio, para que el Señor robustezca su salud, le conforte y acompañe con su gracia en el oficio de confirmar a sus hermanos en la fe apostólica.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

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