Año de la Oración | Virgen del Socorro, Convento del Santo Ángel (Sevilla)

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En este mes de mayo del Año de la Oración tenemos no solo que mirar a María, sino también dejarnos mirar por Ella, como nos invitaba el papa Francisco en la Evangelii Gaudium; dejarnos mirar por su mirada de Madre, mirada llena de ternura y amor. Así nos la muestra esta pintura que se encuentra en el Museo del convento del Santo Ángel de Sevilla.

El Museo del Santo Ángel, de los Carmelitas Descalzos, atesora numerosas obras de autores como Rubens, Morales, Ocampo, Roldán, La Roldana, Salzillo, etc., estando dirigido por el padre Juan Dobado, a quien agradecemos su colaboración.

Esta pintura de La Virgen del Socorro aparece firmada y fechada en su reverso: “Filippo Randazzo pinxit Pmo. anno 1734”, que nos indica que es obra de este pintor barroco siciliano nacido en 1692 y fallecido en Palermo en 1744.

La obra se desarrolla en el cielo y presenta dos niveles: en el superior aparece sedente sobre nubes la Virgen María con el Niño Jesús desnudo sentado en su regazo, al cual sostiene con su brazo derecho mientras que en su mano izquierda muestra una vara de azucenas, símbolo de su pureza. La mirada de María se dirige hacia abajo, hacia sus hijos, cumpliendo así su misión de ser socorro de los cristianos, y su cabeza aparece circundada por las doce estrellas (cf. Ap 12, 1), completando la composición de esta zona superior de la pintura un conjunto de ángeles, uno de los cuales porta una filacteria con la inscripción Ntra. Sra. DEL SOCORRO.

En la parte inferior se encuentran tres santos formando una sacra conversazione. San José se muestra sentado en una nube y con la mirada dirigida amorosamente hacia la Madre y el Niño, portando el atributo propio de su iconografía, el bastón florecido. En el otro extremo de la pintura y con sus ojos igualmente mirando hacia María y Jesús aparece san Antonio de Padua, el cual además, con gesto reverente se arrodilla ante tan celestial visión. Centrando la parte inferior se yergue elegante y poderoso la figura de san Miguel Arcángel, con su mirada dirigida al fiel que contempla el cuadro, blandiendo la espada con su mano derecha, como protegiendo a la Virgen y al Niño, mientras en su mano izquierda levanta el escudo en el que aparece pintada la Inmaculada Concepción circundada por la inscripción QUIS UT DEUS.

Tanto san Antonio como el Esposo de María nos enseñan en esta obra cómo debemos nosotros vivir este mes de mayo: con los ojos fijos en la Madre de Dios que nos muestra y nos lleva hasta su Hijo Jesús. Pero sobre todo, dejándonos mirar por María, para sentirnos amados por Ella, sentirla cerca y dejar que su mirada de amor nos transforme y nos acerque a su Hijo, para después ser nosotros capaces de mirar a los demás como la Virgen nos mira a nosotros: con ternura, amor, misericordia y generosidad.

Antonio R. Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural

 

 

 

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