Año de la Oración | Divina Pastora, en la Parroquia de Nuestra Señora de Consolación (El Coronil)

Archidiócesis de Sevilla
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Celebramos el IV domingo de Pascua, el domingo del Buen Pastor, el cual, como nos recuerda el papa Francisco, “nos llama por nuestro nombre y nos cuida con ternura infinita”. Signo de esta ternura es nuestra Madre la Virgen, que cooperó con su Hijo en esta misión de pastorear a su pueblo para conducirlo hasta Él, único Buen Pastor que nos guía hacia el Padre.

En la Parroquia de Nuestra Señora de Consolación de El Coronil se encuentra esta imagen de la Divina Pastora de las almas, procedente de la ermita de la Virgen de los Remedios de dicha localidad, donde se encontraba gracias a una donación efectuada en 1766 por dos hermanos clérigos naturales de esta villa, Andrés y Alonso de Velasco.

Atribuida con total fundamento al escultor sevillano Cristóbal Ramos (1725-1799), la Divina Pastora es una pequeña escultura, apenas 37 centímetros, realizada en terracota policromada entre 1750 y 1766 y que se encuentra dentro de una vitrina de madera dorada con cristales azogados, cuyo interior está decorado por un paisaje campestre salpicado de pequeños corderos de barro, que representan el rebaño de la Iglesia. La Madre del Buen Pastor, siguiendo la iconografía propia de esta advocación definida en 1703 por fray Isidoro de Sevilla, se muestra vestida con túnica de color rosa y blanca pellica ceñida a la cintura con un lazo rojo, cubriéndose con un manto azul que presenta las vueltas en verde. De igual manera, la cabeza aparece cubierta por una toca blanca que deja ver su hermosa cabellera, sobre la que se dispone una corona de plata, fechable a finales del siglo XVIII, llevando terciado hacia atrás un sombrero que simula ser de paja.

La Virgen aparece sedente sobre un risco de piedra, acariciando con su mano derecha un cordero, hacia el cual inclina su cabeza, mirándolo con cariño y ternura. Este cordero representa a Cristo, como especifica el propio fray Isidoro apoyándose en las palabras de Juan Bautista en Jn 1, 29; y en otras citas de la Sagrada Escritura (Is 53,7; Jn 10,11; y numerosos pasajes del Apocalipsis). A Él hace referencia también el atributo que la Pastora porta en su mano izquierda, el cayado, símbolo de su condición de guía que conduce al pueblo hasta el Buen Pastor.

Mirando la dulzura con que la Pastora acaricia al Cordero Divino, se nos invita a cada uno de nosotros a acoger también en nuestra vida a Cristo, hacia el cual Ella nos conduce como Pastora que guía y cuida del rebaño de la Iglesia.

Ante Ella oramos al Padre: Oh Dios, cuyo Hijo al dar la vida por sus ovejas en el ara de la cruz, quiso que también fuera madre nuestra la Santísima Virgen María, que Él había elegido como madre suya: concédenos propicio que, los que con confianza nos acogemos a su valimiento, perseverando en comunión con la Iglesia podamos alcanzar los gozos eternos.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural

 

 

 

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