ABC entrevista a D. Francisco Ortiz

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

El Vicario General de la Archidiócesis de Sevilla ha sido entrevistado por Aurora Flórez para la edición del miércoles 25 de febrero. -En su opinión como sacerdote ¿no están algo «desenfocadas» las hermandades en cuanto a sus objetivos y fines?
-Las hermandades forman parte de la Iglesia, porque la Iglesia les da su carta de naturaleza y son asociaciones de fieles. Prueba de ello es que para pertenecer a una hermandad el requisito sine quanum primero es estar bautizado. No obstante, en las hermandades hay personas con distintos niveles de compromiso y puede haber algunas de ellas que estén más alejadas. Puede darse cierto desenfoque en algunos sectores, pero no quiero generalizar porque no es justo generalizar. Muchas hermandades y sobre todo en los últimos años han hecho un buen recorrido para adaptarse a las Normas Diocesanas, que el obispo les da para que adapten sus reglas, en definitiva, las normas de comportamiento, los referentes a la hora de su actuación, lo que pueden y deben hacer.

-¿Cuáles son esas directrices para las hermandades?
-Formación, culto, caridad. Esas tres dimensiones son fundamentales en todo grupo o asociación católica. En primer lugar, la formación profundizando en diferentes aspectos de la vida cristiana: cristología, mariología y eclesiología y sus misterios. Creo que este aspecto es muy importante, que las hermandades conozcan y comprendan en qué Iglesia están.

-¿Y cuál es la intervención de la Iglesia en la formación?
-La formación nunca puede entenderse como adoctrinamiento, sino que es uno de los medios para que todas las personas profundicen en la fe, una fe informada, formada. Una fe que no esté formada no puede dar testimonio. Y no se trata de pertenecer por que sí a una hermandad sino que hay que darles un contenido.

-¿No se vuelcan las hermandades en exceso en el culto externo?
-Muchas veces, en las hermandades se les da mucho culto a las formas, y lo que se pretende con la formación es, justamente, dar fondo, que permanezca. La formación no es un imponer sino un proponer a las hermandades.

-Aún quedan seis hermandades que no aceptan mujeres nazarenas saltándose las Normas Diocesanas…
-Tienen que ir adaptándose. De hecho, para que las reglas de las hermandades sean aprobadas tienen que cumplir todos los requisitos que dictan las Normas Diocesanas de 1997. Las hermandades parten de una igualdad radical entre hombres y mujeres por el hecho de estar bautizados, todos somos cristianos y tenemos los mismos derechos y deberes.

-¿Qué hacen bien o mal las hermandades?
-Fundamentalmente hacen muchas cosas buenas. Hay que pensar en la cantidad de personas que forman parte de ellas y el hecho es que es una forma de vivir el Evangelio, la labor social, la propia labor socializadora. Hay que pensar que una cofradía en la calle es catequesis plástica y en eso Sevilla es única. Pero también resaltar que hay algunas que tienen todavía carencias, denominadores comunes, e insisto, hará falta más formación en el sentido eclesial, mayor identificación con los fines de la Iglesia. Es impensable que hermandades e Iglesia puedan ser dos realidades paralelas.

-A veces, son tomadas como meros trampolines sociales…
-Eso forma parte de la condición humana y habrá que ir purificándolo. En una asociación de fieles cristianos el ideal lo tiene que marcar el Evangelio. En este sentido hay muchos pronunciamientos y cartas pastorales invitando y encauzando el fenómeno de la religiosidad popular en las hermandades.

-¿Hacia dónde camina la Archidiócesis?
-Estamos revisando lo que hemos hecho en los últimos años en un Plan Pastoral que comenzó en 2004 y finalizó en 2008 y estamos proyectando las líneas de futuro. A nivel de parroquias se está reflexionando y hay un cuaderno de trabajo para que la gente aporte también sus ideas sobre por donde tenemos que ir caminando para hacer una Iglesia que sepa responder a la coyuntura actual. Estamos en un momento bueno, vivo, la Iglesia no tiene miedo al futuro y en él nos tienen que acompañar las hermandades.

-¿Cómo debe vivir la Cuaresma un cristiano?
-En primer lugar, el tiempo de Cuaresma no es sólo para las hermandades, afecta a todos los sectores de la vida pastoral de los cristianos católicos. No es sólo un período de tiempo que comienza el Miércoles de Ceniza y termina en Semana Santa, es un tiempo de gracia, que llega hasta prácticamente el Triduo Pascual, un tiempo de preparación para el gozo, que es la Pascua. No sólo es para ponerse tristes el Miércoles de Ceniza, es para ayudarnos a llegar a una vida totalmente luminosa. Sin la Pascua, la Cuaresma no tendría sentido. Un cristiano debe vivir la Cuaresma escuchando la palabra de Dios y orando, la oración es fundamental. Otro aspecto es el ayuno bien entendido, hay que ayunar para tener más hambre y sed de Dios.

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