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Vivir la liturgia: Fieles laicos y Liturgia de las Horas

Con suma claridad, afirmó el Concilio Vaticano II: “Se recomienda, asimismo, que los laicos recen el Oficio divino o con los sacerdotes o reunidos entre sí e inclusive en particular” (SC 100).

La Liturgia de las Horas, llamada también Oficio divino, es oración de toda la Iglesia: eso incluye a cada uno de sus miembros, sea clérigo o seglar, consagrado por votos o unido en santo matrimonio. Cada bautizado, con esta plegaria, realiza la “oración pública de la Iglesia” (SC 98), se constituye en Iglesia orante, incluso si está solo en su hogar orando o de rodillas ante el Sagrario.

Unos tienen encomendado la obligación de rezar la Liturgia de las Horas, los monjes y monjas en el coro, y los obispos y sacerdotes, garantizando así que cada día se eleve la oración de alabanza y súplica de la Iglesia. Es un encargo: asegurar ininterrumpidamente la Liturgia de las Horas. Deben dedicarle tiempo y amorosa entrega, también los sacerdotes, orando por sus fieles y en nombre de sus fieles.

Pero esto no significa que la Liturgia de las Horas sea una oración clerical y que pertenezca sólo a ellos, sacerdotes y religiosos, y que está lejos de la espiritualidad y vida de los seglares que no la necesitarían.

Su naturaleza eclesial es la que llama a todos, fieles laicos incluidos, a amar el Oficio divino y rezarlo. ¡Qué bien lo dice el Catecismo!: “La Liturgia de las Horas está llamada a ser la oración de todo el Pueblo de Dios” (CAT 1175).

Enriquece la vida litúrgica y espiritual. Cuando se descubre en una convivencia, en una peregrinación, en campamentos católicos, catequesis de adultos, retiros, grupos de post-cursillos, etc., se alegran de este tesoro de vida interior y disfrutan con su oración cotidiana por la mañana (las Laudes) y al atardecer (Vísperas). Es una fuente de gracia para la plegaria personal, para orar juntos el matrimonio o en familia. Se ora como Iglesia, con toda la Iglesia, rezando todos lo mismo en cualquier parte del mundo.

¿Sabías que?

Lo normal es cantar el salmo responsorial.

Como indica el Misal en su número 61, el salmo se debe cantar, al menos en su respuesta: “Se ha de procurar que se cante el salmo responsorial íntegramente o, al menos, la respuesta que corresponde al pueblo”.

Ahora es más fácil aún: la Conferencia Episcopal Española ofrece –al iniciar este Adviento 2020- una app muy práctica. Sólo hay que descargarla en el móvil y tenemos a mano la oración misma de la Iglesia. Hagamos campaña de difusión. La oración con la Liturgia de las Horas va a enriquecer la vida cristiana.

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