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Última entrevista al sacerdote malagueño José Sánchez Luque

Última entrevista al sacerdote diocesano José Sánchez Luque, nacido en Villanueva del Trabuco en 1941, ordenado en 1968 y recientemente fallecido. El velatorio está teniendo lugar en la sala 26 de Parcemasa. La Misa exequial, presidida por nuestro Obispo, se celebrará este martes 17 de noviembre a las 17,30 h. en la capilla 2 de Parcemasa.

«Me importa: el que este mundo se humanice, el que se haga más presente el Reino, el que nuestra Iglesia sea verdadero instrumento de renovación social. «

¿Qué le parece si empezamos con algo sencillito? ¿Para qué vivimos? ¿Por qué y para qué estamos aquí?

Para amar y servir.

¿Sabe alguien qué es la vida y qué sentido tiene?

Pocos.

Hemos rezado que la vida es un valle de lágrimas. ¿Así es?

Desgraciadamente sí, desde una mirada realista y global.

¿Estamos aquí para hacer méritos para la otra vida y para glorificar a Dios?

No comparto esta idea tantas veces predicada, aunque sea ignaciana.

¿Qué aporta a su vida el Evangelio?

Lo aporta todo. Sin él no sabría vivir.

¿Debe un hombre vivir para los demás, o eso es un mito cristiano humanista que no tiene nada que ver con la ley natural?

Nada de mito. Es la mejor de las utopías.

¿Quiénes son los enemigos de la vida?

La banca y sus defensores.

También el enemigo puede ser uno mismo, ¿no cree?

Sí. Puedo llegar a serlo.

¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?

Vivir para los demás.

¿A vivir se aprende? ¿Y a ser sacerdote?

Siempre estamos aprendiendo. Realmente no sabemos nada.

¿Cree que sabe vivir?

Lo intento cada día, aunque no sé si lo conseguiré del todo.

¿Ha sufrido alguna crisis vital? ¿En qué o en quién se apoyó cuando la sufrió?

Algunas, pero de baja intensidad.

En este momento de la vida en el que está ¿cree que le queda algo por hacer?

Muchas cosas. Pero no me agobio. Somos de barro y del malo.

¿Cuál cree que es su gran aportación a la Diócesis de Málaga?

Gran aportación, ninguna. Solo intento ser creativo, crítico y evangélico, desde mi pequeñez y mis torpezas.

¿El peor pecado con el que ha tenido que lidiar?

La cobardía paralizante.

¿Cómo podemos escapar de las falsas necesidades?

Mirando al Crucificado y a los crucificados.

¿Qué cosas le importan de verdad y qué cosas no le importan nada?

Me importa: el que este mundo se humanice, el que se haga más presente el Reino, el que nuestra Iglesia sea verdadero instrumento de renovación social. No me importa casi nada: los códigos, las normas, los tradicionalismos que nos distraen de lo anterior.

¿Quién es Jesucristo para usted?

Lo es todo. Conocerlo, amarlo y seguirlo más de cerca es mi mayor deseo y empeño.

¿Le gusta complicarse la vida?

Sí, aunque a veces me cuesta.

¿Cómo le gustaría morir?

Como Dios quiera, pero si es rapidito, mejor. Se lo pido a san José.

¿Qué le diría a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura?

Que se anime y que luche por descubrir otro modelo de vivir el sacerdocio de acuerdo con el Evangelio y los signos de los tiempos.

¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices?

Sí, pero entendiendo la felicidad desde parámetros no hedonistas y mundanos.

¿Qué es lo más complicado que vive como sacerdote?

Vivir contra-corriente y anti-sistema como lo fue Jesús de Nazaret.

¿Qué preguntaría a un joven que se plantea su vocación sacerdotal?

Si está dispuesto a colaborar por construir otro modelo de Iglesia y de cura.

¿Qué le falta al presbiterio diocesano?

Seguir el hoy del Espíritu que nos habla desde los pobres, el Vaticano II y el Papa Francisco.

¿La felicidad es una pasión inútil e imposible?

La felicidad es posible y deseable pero según como se mire.

¿Dónde encuentra la felicidad?

En el compromiso liberador y anti–sistema. Esto es, contra el pecado establecido en el mundo y en la Iglesia.

¿Es un sacerdote dócil?

Depende como se entienda la docilidad.

Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿ha vivido la soledad como un calvario alguna vez? Si es así ¿qué hizo para abrazarlo?

La he sentido pero no como calvario. La gente y Dios me ayudan a superarla.

¿Tiene algún hobbie que le rescate del hastío?

Sí. Sobre todo la lectura de teologías liberadoras.

¿El regalo más bello que le ha regalado ser presbítero?

El sentirme útil a los demás.

A estas alturas del partido ¿volvería a ser sacerdote?

Sí. Pero de otra manera.

Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le respondería?

Que la vida es maravillosa si se vive con sentido.

Cuando nos preguntamos por el sentido de la vida nos solemos poner muy serios. ¿La trascendencia está reñida con el humor, o también el humor es una manera de afrontar las grandes preguntas?

Nos debemos sentir normales. El buen humor es fundamental pero siempre que no nos aparte de lo esencial.

Rafael J. Pérez Pallarés

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