‘Tiende tu mano al pobre’ es el título del Mensaje que el papa Francisco ha escrito con motivo de la IV Jornada Mundial de los Pobres, que este año tiene lugar el 15 de noviembre.
Se trata de una cita del Eclesiástico que el Papa toma como un “código sagrado a seguir en la vida”, que nos ayuda a “poner nuestra mirada en lo esencial y a superar las barreras de la indiferencia”, porque –recuerda- “la pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atención especial en cada situación particular”.
Precisamente para atender esta pobreza cada vez más extendida, Francisco aconseja ponerse en manos de Dios a través de la oración, ya que ésta y la solidaridad “son inseparables”, asegura. Y añade: “Para celebrar un culto que sea agradable al Señor, es necesario reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios. De tal atención deriva el don de la bendición divina, atraída por la generosidad que se practica hacia el pobre. Por lo tanto, el tiempo que se dedica a la oración nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado; sino todo lo contrario: la bendición del Señor desciende sobre nosotros y la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres”.
De este modo, el Santo Padre insiste en que la opción por dedicarse a los pobres y atender sus muchas y variadas necesidades “no puede estar condicionada por el tiempo a disposición o por intereses privados, ni por proyectos pastorales o sociales desencarnados”, sino que es una cuestión radical y de fondo en todo cristiano, se trata de “comprometer concretamente la vida”.
En esta línea, el Papa se muestra contundente cuando afirma que “la comunidad cristiana está llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le está permitido delegarla a otros. Y para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona”. Además, defiende que “no podemos sentirnos bien cuando un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra”. Por este motivo, nos exhorta a “darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad”.
Manos tendidas durante la pandemia
En su mensaje el Papa también destaca la cantidad de “manos tendidas” que han podido verse desde que el coronavirus comenzó a azotar nuestro mundo. Desde el personal sanitario, al administrativo, pasando por todo tipo de empleos esenciales, o de familiares y amigos que se han acercado a los pobres “desafiando el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”. Una actitud que, apunta el Pontífice, no se improvisa, sino que requiere de un “entrenamiento cotidiano, que proceda de la conciencia de lo mucho que necesitamos, nosotros los primeros, de una mano tendida”.
Por ello, hace una llamada a despertarnos de un letargo que amenaza con depurar responsabilidades sociales en otras personas o instituciones y nos convierta en católicos hipócritas que delegan la atención a los empobrecidos en los demás. Porque, insiste, ‘Tiende tu mano’ “no es una exhortación opcional, sino condicionada por la autenticidad de la que fe que profesamos”.
El papa Francisco concluye su carta por esta Jornada haciendo hincapié en que esta conversión solo es posible si nuestras vidas y acciones tienen como finalidad el amor: “Este es el objetivo hacia el que nos dirigimos y nada debe distraernos de él. Este amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor”.