Esta semana nuestra familia de «Aprendiendo a rezar» vive un mes de mayo atípico en su pequeña iglesia doméstica.
El mes de Mayo, como buena familia Salesiana, está grabado a fuego en nuestro calendario. Oraciones, celebraciones, procesiones, toda clase de actos que marcan la vida familiar. Pero este Mayo es un mes de Mayo atípico. Sin cole, sin amigos, sin primos ni abuelos con los que compartir esta fiesta pero no tanto como para que deje de ser el mes de María. Y nos hemos prometido que todo esto no va a cambiar en nuestra pequeña iglesia doméstica. Todas las mañanas, antes de ponernos en marcha, ofrecemos el día a María y le pedimos por nuestras pequeñas o grandes cosas “por nuestros amigos del cole, por nuestras profesoras, por las familias que lo están pasando mal”.
Esta semana hemos estado jugando a las misas. Los abuelos, a los que por fin hemos visto, nos han hecho estolas para los pequeños. Estolas de todos los colores de los tiempos litúrgicos. Así de paso, le vamos explicando qué significan cada una. Ellos celebran la misa donde papá y mamá asisten y tienen que quedarse muy en silencio (creo que se están vengando un poco). Es curioso que casi sin saber leer, tanto Pedrete como Rodrigo abren el evangelio y se inventan la lectura, a su manera, pero con un gran sentido Cristiano. “La gente se sorprendía de lo que Jesús podía hacer. De que los ciegos pudiesen ver o de que el agua se convirtiera en vino. Todos menos uno, judas, que no entendía nada. Palabra de Dios.”
Por fin, pudimos salir a pasear. Todos con mascarillas para ayudar a que nuestras personas mayores estén más seguras. En el segundo paseo hemos ido a ver de lejos al padrino. No poder abrazarlo ha sido algo muy raro pero entrar de nuevo en la parroquia, a solas y poder sentarnos delante del sagrario ha sido maravilloso. Es algo que todos necesitábamos, incluso el más pequeño. Nos hemos quedado callados y cada uno ha rezado un Padre Nuestro como acción de gracias. Dios nos ha mimado mucho todos estos días
