Celebramos hoy la IV Jornada mundial de los Pobres, que este año tiene como lema ‘Tiende tu mano al pobre’ (cf. Si 7, 32). Como dice el Papa Francisco, “tender la mano es un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor; es una llamada a llevar las cargas de los más débiles”. Todo ello lo vemos reflejado en este cuadro de Murillo que se conserva en la Iglesia de San Jorge, del Hospital de la Caridad de Sevilla.
Esta pintura recuerda a los hermanos de la Santa Caridad, a la que pertenecía Murillo desde 1665, la obligación de transportar a los enfermos hasta el Hospital, como se señala en las Reglas de la Hermandad. Aparece San Juan de Dios llevando sobre sus hombros un enfermo que ha encontrado en la noche para llevarlo al hospital que este santo había fundado en Granada en 1539. Cargando con el enfermo, cayó debido al cansancio y al esfuerzo, y en ese momento se le apareció un ángel enviado por Dios para ayudarle, el cual le dice que el enfermo que carga es el mismo Cristo. Por ello, esta obra también recuerda a los hermanos que en su actividad caritativa no les va a faltar el auxilio divino. Las alas desplegadas del ángel que parecen cobijar tanto al santo como al enfermo simbolizan y hacen visible esta protección de Dios.
Este pasaje descrito por los pinceles de Murillo concuerda a la perfección con el pensamiento de Miguel de Mañara, que indica al hermano de la Santa Caridad que se encuentre con un indigente por las calles de la ciudad que “debajo de aquellos trapos está Cristo pobre, su Dios y Señor”, por lo que “cogiéndolo a cuestas, tráigalo a esta santa casa”.
El fuerte contraste entre la oscuridad de la noche y la luz sobrenatural que, iluminando las figuras desde arriba simboliza la presencia de Dios, acentúa el dramatismo de la escena, reforzado igualmente por las expresiones de ambos personajes y la diferencia entre el hábito negro del santo y la túnica del ángel, cuyo color dorado indica su condición celestial. En el fondo parece distinguirse la escena de San Juan de Dios lavando los pies a un pobre que resulta ser igualmente Cristo, apareciendo además, según el catedrático Enrique Valdivieso, un conjunto de arquitecturas en las que se advierte una ventana iluminada con dos figuras asomadas.
En el mismo año en que se paga a Murillo esta obra junto con la “Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos”, 1672, Mañara crea unas enfermerías en el Hospital para atender a los enfermos pobres, por lo que ambas pinturas, que se encuentran una frente a la otra a los pies de la Iglesia, hacen relación a la obligación de atender a los enfermos “que nadie quiere y que no tienen cura, por juzgar son los más desamparados del mundo”, como se establece en la Regla de la Caridad.
Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural
Foto: Daniel Salvador