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San Juan de Ávila y la Epifanía

El sacerdote Jesús Daniel Alonso Porras nos hace una invitación a vivir en profundidad la solemnidad de la Epifanía a través de este relieve de la Adoración de los Magos y su relación con San Juan de Ávila.

Jesús Daniel Alonso Porras, Pbro.

En estos días, en los que celebramos la manifestación de Cristo a los pueblos gentiles, es decir, la Epifanía, debemos recordar un hermoso relieve de la Adoración de los Magos, obra de Juan de Castillejo. Está situado en el banco del magnífico retablo que se eleva en la capilla de San Juan Bautista de la parroquia de Santiago de Montilla, donde tantas veces predicó el maestro Ávila. La capilla fue construida en 1562 por Juan García de Ahumada, rico comerciante indiano, como capellanía y obra pía para dotar a doncellas pobres.

Es esta una de las facetas más interesantes de la caridad cristiana en los siglos de la modernidad. Debido a que muchas mujeres no disponían de recursos para vivir o de familiares que se hicieran cargo de ellas, proporcionarles una dote que les permitía casarse o entrar en un monasterio las libraba de la mendicidad o de caer en un estado aún peor. San Juan de Ávila siempre promovió estas acciones que permitieron a muchas mujeres llevar una vida digna.

Pero volvamos a nuestro relieve. La representación de la escena sigue el modelo establecido ya en el fresco de la capilla Griega de la catacumba de Priscila, en Roma, que está datado nada menos que a mediados del siglo III. Como en este, aparecen aquí los tres fascinantes personajes ataviados con vestimentas orientales, la Virgen se encuentra sentada, como trono del Niño, y una estrella señala el lugar.

En el relieve montillano, el escultor ha otorgado gran protagonismo a la estrella, que campea sobre la Madre y el Hijo, recordando la profecía de Balaam. En esta, el profeta, que precisamente provenía de Oriente, vinculaba la aparición de una estrella con el nacimiento del futuro rey de Israel: “Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel” (Nm 24, 17). Así pues, la pregunta que formularon los Magos al llegar a Jerusalén: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2, 1-2), muestra claramente que, como sabios que eran, conocían las antiguas y venerables profecías del pueblo judío.

Es posible que San Juan de Ávila llegara a conocer la capilla terminada, o que incluso, sus sermones ejercieran alguna influencia en la elección de las escenas. En todo caso, la gran estrella del retablo de San Juan Bautista bien podría entrar en relación con las palabras que el Maestro de Santos dirigió en su Sermón de Epifanía “Buscar y hallar a Cristo”:

“¿Qué haces, estrella? Si este es Rey: ¿Qué es de los palacios reales? ¿Qué es de los caballeros? ¿Dónde está la seda y brocados? ¿Qué rey en mesón y establo, acompañado de animales? Si la estrella no los guiara, fuéranle a buscar en la casa más rica. ¡Oh bienaventurada fe de los cristianos! ¿Qué perdido anda el que busca a Cristo sin la estrella de la fe! En lo pobre y más olvidado del mundo está Cristo.” (Obras Completas, III, 85).

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