El pasado día 27 de diciembre, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Jaén celebró su primera Ultreya Virtual de Navidad. En el día de la Sagrada Familia, desde nuestro hogar, nos reuníamos hermanos de Córdoba, Andújar, Arbuniel, Úbeda, Martos, Los Villares y Linares, junto a nuestro Consiliario D. Sebastián y nuestro Viceconsiliario D. Carlos.
Llenos de cariño y de esperanza junto a una imagen del Niño Jesús meditamos el Evangelio y una reflexión sobre el pastor que no tenía que ofrecer al niño. ¿Cuántas veces nos acercamos a Dios creyendo que no tenemos nada que darle y no sabemos que somos lo más preciado para Él?
En este año tan difícil, donde nada es como ha sido siempre, qué importancia tiene compartir nuestros sentimientos, acercarnos los unos a los otros llenos del amor de Dios, que nos ha nacido para volver a decirnos “cuánto os amo”.
La puesta en común de nuestra Ultreya era compartir la experiencia vivida en estos meses tan duros de pandemia y ver cómo ha afectado en nosotros y en nuestros seres queridos. Comenzamos con el testimonio de un matrimonio joven, con niños pequeños, que tuvieron que vivir esta experiencia separados físicamente en distintas casas y como ello les ha afectado aún más. Nos cuentan que esa preocupación que al principio les agobiaba sirvió para hacerlos más fuertes y unirlos aún más si cabe. Aun así, nos transmiten lo que han echado de menos la oración conjunta al final de cada día. ¿Lo mejor de todo? El reencuentro, cuando el padre pudo sentir el abrazo de sus hijos de nuevo y pensar que todo por lo que habían pasado merecía la pena.
El siguiente testimonio, también de un matrimonio y de sus hijos, pero esta vez con la fortuna de poder estar juntos en casa. Nos transmiten el sentimiento de cariño y generosidad que han recibido por parte de familiares, amigos y nuestra propia familia formada en Cursillos. Nos contaban cuánto sentían no poder comulgar y, cómo a la misma vez, se llenaban de Cristo a través de cada hermano que se preocupaba por ellos.
Continuamos con otro testimonio que nos contaba cómo su madre de 90 años afrontaba el virus, y nos decía que el miedo y el dolor de no saber qué pasaría con ella llenaba su día de angustia y miedo. Agradecía la oración que nos había unido a todos y da gracias a Dios porque su madre está bien y con una fuerza y alegría inmensa.
Seguimos con otra experiencia vivida que nos relata cómo a pesar de no haber sufrido la enfermedad, sentía que la tristeza y la desesperanza nos llega a hacer ver que no hay salida, pero que, gracias a una oración profunda y la vivencia de Cursillos podía llenar sus días de sonrisas.
Un testimonio distinto que nos impactó fue el de una sanitaria que nos cuenta el día a día que se vive en el hospital y nos acerca desde su experiencia, cuánto bien puede hacer ser las manos de Jesús para acoger, ser la mirada de Jesús para infundir cariño, ser la voz de Jesús para tranquilizar al enfermo y a su familia.
Por último, nos contaban cómo se vive el cuarto día alguien que no había sufrido la enfermedad. Nos contaba que el miedo estaba presente, pero que con el ejemplo de tantos hermanos que, ante la tristeza y el dolor solo mostraban una fe más profunda, lo que debía llenar su vida era la fe… la fe y la confianza en que todo este terrible tiempo de pandemia
el Señor no nos ha soltado de su mano nunca, que la vida continua a pesar del dolor de vivir este tiempo y nos citaba esta frase de San Agustín “Para que se hiciera fuerte la debilidad, se hizo débil la fortaleza”.
Para finalizar, terminamos con la oración del Papa Francisco a la Sagrada Familia con la que finaliza su exhortación Amoris Laetitia y con el corazón lleno de gozo, ya esperamos la siguiente reunión.
¡¡¡DE COLORES!!!
Cursillos de Cristiandad Jaén