El seminario acogió en esta semana la admisión a órdenes sagradas y la institución de Acólito y Lector.
La comunidad del Seminario Mayor ha celebrado con gran gozo en este mes de mayo tanto admisiones a órdenes como colación de ministerios laicales, acontecimientos que, a causa del estado de alarma generado por la epidemia del covid19, no tuvieron lugar en los días previstos del mes de marzo, en torno a la festividad de San José. En cambio, en estos días, inmediatamente posteriores a la entrada en la fase 1 de la “desescalada”, ha sido posible acoger más oportunamente dichas celebraciones litúrgicas, cuidando la observancia de las normas acerca del distanciamiento social y la restricción del aforo.
Así, el pasado 13 de mayo, memoria de la Bienaventurada Virgen María de Fátima, recibieron la admisión a las sagradas órdenes en la iglesia del Seminario los seminaristas Jesús Manuel Rodes y Eduardo Alberto Henríquez, en el transcurso de la Santa Misa presidida por Mons. González Montes, obispo de la Diócesis.
En su homilía, el Prelado recordó la responsabilidad comunitaria de favorecer el cultivo y crecimiento de las vocaciones como una labor eclesial, pues de dichas vocaciones se nutre la labor apostólica de la iglesia local. Asimismo, alentó a los nuevos candidatos a la perseverancia fiel, a la confianza en el Señor, a la obediencia a los superiores y a la maduración de todas estas virtudes en la oración, como núcleo de la vida espiritual del seminarista. Recordando la hermosa advocación de Ntra. Sra. de Fátima, el Obispo diocesano exhortó a la caridad fraterna y la oración por la conversión de los pecadores, que tan encarecidamente pedía la Santísima Virgen según el testimonio de los Pastorcitos, en un mundo donde la densidad de las tinieblas reclama la luz de la fe.
La jornada del 16 de mayo, memoria trasladada de S. Isidro labrador, la iglesia del Seminario acogió también la Santa Misa en la cual fueron conferidos ministerios de lector y acólito. En concreto, recibió el lectorado el seminarista Aaron Frank Zanca, y el acolitado los candidatos al diaconado permanente Mariano García y José Antonio Maldonado.
A todos ellos el Sr. Obispo exhortó a vivir este paso como un compromiso gozoso que confiera a su servicio un vínculo más estrecho, vivido desde la caridad, con los misterios celebrados por la Iglesia. Trayendo a colación el relato del libro de los Hechos de los Apóstoles acerca del segundo viaje misional de S. Pablo, así como las palabras de Cristo pronunciadas en el marco de la Última Cena y recogidas en el Evangelio según S. Juan, el Prelado exhortó a los presentes a no tener miedo ante las dificultades y adversidades que la respuesta a la vocación trae consigo, y a no desfallecer en la labor a la que han sido llamados ante las incomprensiones que puedan presentarse. En este sentido, han de servir de estímulo las palabras que Jesús dirige, a la postre, también a estos nuevos lector y acólitos: “¡Ánimo!, yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).