El Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, presidió, en la Catedral, la Eucaristía del 1 de enero, en el que se celebraba la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y la Jornada Mundial de la Paz. Era la primera vez que lo hacía desde su llegada a la Diócesis del Santo Reino el pasado 2016.
La Santa Misa, que comenzaba a las 12 horas, estuvo concelebrada por varios miembros del Cabildo Catedralicio. El Evangelio fue proclamado el Canónigo D. Juan Francisco Ortiz.
Además, multitud de fieles participaron cumpliendo, en todo momento, las medidas de seguridad y distanciamiento para hacer frente a la pandemia de la COVID-19.
El grupo litúrgico musical Escuch-Arte fue el encargado de acompañar con sus cánticos la celebración eucarística.
Homilía
El Obispo comenzó su homilía felicitando el Año Nuevo a todos los fieles para continuar recordando que la Iglesia celebraba en ese día la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. “La fiesta está introducida hace mucho tiempo, pero fue después del Concilio Vaticano II, que hizo algunas reformas en torno al tratamiento que la Virgen tenía que recibir de parte de la Iglesia, y por empeño del Papa que concluyó el Concilio, Pablo VI, la Virgen fue declarada Madre de la Iglesia y en la liturgia aparece también esta fiesta preciosa”, explicó. En este sentido, también, hacía referencia al Concilio de Éfeso, con el que la Virgen fue declarada la Theotokos, la Madre de Dios.
Asimismo, el Pastor de la Diócesis quiso insistir en el Evangelio en el que se hablaba de que María conservaba todo lo que decían de su hijo y lo meditaba en su corazón. “María también tuvo que ir aprendiendo. Por eso, cuando oía las cosas que decían de su hijo, y por tanto también las estaban diciendo de ella, porque el hijo había pasado por su vientre, iba guardando este precioso misterio de la maternidad en su corazón. Era una experiencia que la convertía en un instrumento maravilloso: la Madre de Dios”. Y continuó: “Pero como todo lo que sucede con María esto tiene, también, una repercusión preciosa en nosotros, somos hijos de Dios. Nuestra vida tiene una dignidad espiritual por el Bautismo que nos ha sido dado por el mismo Dios. Nuestro seno materno ha sido la pila bautismal para convertirnos en hijos de Dios”. Y, así, Don Amadeo alentó a los fieles a dar gracias a la Virgen. “Hoy le damos todo el amor y toda la gloria de Dios a la Virgen, que se merece como Madre nuestra. Y agradecemos ese Fiat de su fe en favor nuestro, en favor de nuestra salvación”.
El Prelado prosiguió haciendo hincapié en la celebración Año Nuevo. “No podemos ignorar que, además de este acontecimiento profundamente teológico y religioso, hoy estamos celebrando el tiempo de nuestra existencia. Y lo celebramos con mucha alegría, a pesar de las circunstancias que estamos viviendo. En definitiva lo que estamos celebrando es el tiempo que Dios nos da y, por eso, pasar de un año a otro es reconocer que Dios ha estado con nosotros. A veces aunque a nosotros nos parecen desgracias o tristezas, lo que a nosotros nos parece una perdida, ante Dios es siempre ganancia”.
Finalmente, Don Amadeo quiso recordar que hoy también se celebra la Jornada Mundial de la Paz. “El Papa nos ha dicho, en medio de la pandemia mundial, que la cultura del cuidado es el camino de la paz”. Don Amadeo explicó que esa cultura del cuidado pasa por el cuidado espiritual, por el cuidado de los demás, buscando siempre el bien común y de los más necesitados; y aportando algo que mejore la vida y el cuidado de la sociedad. “Además, el Papa nos pide el cuidado en la naturaleza, donde es evidente que somos poco cuidadosos, y que va en detrimento del bien social y del futuro del mundo”.
Tras la bendición impartida por el Obispo, Escuch-Arte entonaba un precioso villancico.
Finalmente, ya en la Sacristía, los miembros del grupo litúrgico musical quisieron saludar a Don Amadeo y desearle un Feliz Año Nuevo a él y su familia.
