Santa María de los Reales Alcázares de Úbeda acogió la última de las ponencias del Congreso Internacional de San Juan de Ávila que se ha celebrado desde el martes en la Universidad Internacional de Andalucía, Antonio Machado.
El Arzobispo presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Monseñor Rino Fisichella, fue el encargado de la ponencia final que versó sobre el papel del sacerdote y la Nueva Evangelización.
Desde el presbiterio de la imponente Basílica de Santa María, como lo hiciera San Juan de Ávila en el siglo XVI, a los sacerdotes de su tiempo, el Arzobispo se dirigió a los presbíteros del siglo XXI, y lo hacía convencido de que la Nueva Evangelización debe empezar por los sacerdotes y por todos los bautizados.
En sus primeras palabras, Mons. Fisichella trasladó a los doscientos sacerdotes congregados el saludo y la bendición del Santo Padre, a quien acabada de decirle por teléfono que se encontraba participando en el Congreso sobre San Juan de Ávila.
Después comenzó explicando que en la Iglesia de hoy, «la evangelización es el desafío». Y se tiene que afrontar con imaginación, para promover una pastoral que vaya más allá de lo meramente sacramental. El presidente del Pontificio Consejo de la Nueva Evangelización exhortó a los sacerdotes a no perder la alegría de ese primer encuentro con Cristo. A la vez que expresó que la Nueva Evangelización debe reavivar la fe de los cristianos. «Si la fe es débil y el pensamiento de la sociedad es débil, resultará una identidad cristiana débil y una pastoral cansada y débil», afirmó el Arzobispo.
Recordó unas palabras del Papa Francisco al comienzo de su pontificado que no sé deberían olvidar: «la evangelización se hace de rodillas. La contemplación debe primar sobre la acción para no correr en vano el camino de la Evangelización».
En este sentido, animó a los sacerdotes del siglo XXI a «tener la mirada puesta en Cristo, vivir de Cristo y saberlo comunicar».
El Presidente del Consejo para la Nueva Evangelización advirtió que, en un mundo dirigido por la técnica, el hombre se sigue haciendo las mismas preguntas existenciales: «El hombre del siglo XXI siente la necesidad del misterio y anhela lo inefable. Lo percibe, lo anhela». Y añadió que el pastor de hoy no debe demonizar la tecnología ni la ciencia sino tratar de seguir comunicando el misterio de Dios en este nuevo contexto histórico.
Según Monseñor Fisichella, la Palabra de Dios es una Palabra viva, que ha de recuperar el primado y necesita un proceso de transmisión. «La palabra de Dios sigue viva y eficaz. La palabra de Dios no puede ser detenida por nada o nadie». En este sentido, interpeló a los sacerdotes diciéndoles que «solo se transmite la Palabra que se vive».
Para concluir, el Arzobispo encargado de la Nueva Evangelización animó a los presbíteros a no estar encerrados en su día a día, esperando que alguien vaya a sus iglesias, sino que, igual que el Señor salió al encuentro del hombre, salgan ellos también al encuentro de los hombres de hoy. «Se necesitan sacerdotes que sepan expresar el misterio de Cristo en su vida personal, dejándose moldear por el Padre y por el Hijo, para llegar a ser instrumentos de amor y de consuelo».
Eucaristía
Al concluir su conferencia, se celebró la solemne Eucaristía de conclusión del Congreso, en la misma Basílica de Santa María de los Reales Alcázares. Presidida por Monseñor Fisichella, acompañado por el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, el Vicario General de la Diócesis y los dos rectores de la Basílica, los diáconos y seminaristas que realizaron el servicio del altar.
En su homilía, el Arzobispo comenzó recordando que, en la época de San Juan Ávila, se necesitaba una renovación estructural, pero también existencial, y que se hizo realidad con el Concilio de Trento. En este sentido, explicó que la gran misión de la Iglesia es la evangelización que viene dada por el encuentro con Cristo. «El verdadero compromiso de la evangelización es descubrir el plan de Dios, que nos quiere llevar al cambio, a su plan de salvación», afirmó Monseñor Fisichella.
Para concluir animó a los sacerdotes a ser servidores, «no somos mejores que los demás pero estamos llamados a ser más responsables, dar sabor y luz en la medida que podamos ser un reflejo de su luz divina seremos capaces de anunciar el Evangelio de la salvación».
Al finalizar la Eucaristía, y antes de la bendición final, tomó la palabra el Obispo de Jaén para dar las gracias a todos los asistentes y también a todos los ponentes. Mostró su satisfacción y su felicidad por cómo había salido todo. «Hemos querido que esta luz, esta fuerza, esta vida de San Juan de Ávila fuera un documento de vida para vuestra labor sacerdotal». Animó a los asistentes a ser, como el Maestro Ávila, ‘pregoneros de la gloria de Dios’, e indicó que el mejor modo de hacerlo es renovando nuestra vida, en nuestras diócesis, con todo lo bueno que el santo patrón del Clero nos ha aportado. Para concluir, dijo «Llevad todo esto a los demás, contad lo que el Señor quiere, lo que el Espíritu quiere, lo que la Iglesia busca y lo que necesita, para que el sacerdote sirva a una Iglesia nueva y renovada, con una profunda conversión misionera, en el que más que nunca, la Evangelización no depende solo de nosotros, sino de todo el pueblo santo de Dios».
El Congreso concluyó con la visita a los lugares más emblemáticos de la ciudad de Úbeda, la Capilla de El Salvador y el Museo de San Juan de la Cruz, entre otros.
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