Tenemos una Navidad que, como se suele decir vulgarmente, está manga por hombro por esta pandemia que estamos viviendo que nos impide juntarnos. Pero esto no puede ser una excusa para dejar de celebrar la Navidad porque, a fin de cuentas, la Navidad es un milagro. Como dice un villancico popular, «la Navidad es el día que Dios pone un belén en nuestros corazones».
Este año la celebración de la Misa del Gallo en la Parroquia de Santa María de Huéscar, como en todas las parroquias, ha estado protagonizada por la pandemia, que por un lado hace que la asistencia esté limitada al no permitirse aglomeraciones como en otros años, y por otro también la propia responsabilidad individual y los miedos de muchas personas, que por primera vez en muchos años no han asistido a dicha misa.
Lo que no ha cambiado ha sido la solemnidad de la Eucaristía y la devoción de los fieles que decidieron asistir, con la participación activa tanto en las lecturas y peticiones como en los cánticos de villancicos por parte de una familia que con mucho gusto cada año canta en esta Misa.
Al finalizar la Eucaristía no se pudo adorar al Niño con ese cariñoso beso que cada año le dábamos. Pero sí lo hemos hecho con una pequeña reverencia llena de ternura al Niño Dios.
José Antonio Martínez
Párroco de Santa María de Huéscar