La cruz, que llega desde la diócesis de Jaén, ha sido acogida en una Eucaristía en la parroquia del Carmen, en el malagueño barrio del Perchel.
«Esta cruz, rayada, acribillada, con tres clavos elevados, no ha perdido completamente el azul-verde del cielo y del mar y el marrón de la tierra; de ahí la historia del mundo, la historia de los náufragos y su osadía, la emoción de navegar en el mar abierto, el estremecimiento de nuevas esperanzas, … la muerte». Con estas palabras, la embajadora de la Cruz de Lampedusa, Graziella Cuccu, preparó la llegada de la cruz, que va a recorrer distintos puntos de la diócesis.
ENTREGA
La entrega de la cruz tuvo lugar el domingo 22 de diciembre en una Misa solemne celebrada en la Catedral de Jaén, por el obispo, D. Amadeo Rodríguez. En su homilía resaltó la necesidad de ver esta cruz como llamada a la solidaridad, y ver el rostro «de Cristo en el rostro de los hermanos empobrecidos». La cruz fue recibida por el claretiano José Antonio Benítez y los seglares colaboradores de la delegación de Migraciones, Antonio J. Sánchez Reina y Carmela Soto, que la trasladaron hasta Málaga.
DíA 1, 22 de diciembre
En Málaga la cruz fue recibida en la parroquia del Carmen a las 20.00 horas, hora en que fue introducida en el templo en procesión, portada por jóvenes y con la única iluminación de las velas. En ese momento comenzó la Eucaristía de acogida, una celebración presidida por el párroco, José Manuel Casielles, y concelebrada por el vicario de la Acción Sociocaritativa, Gabriel Leal, la comunidad de claretianos y algunos sacerdotes del arciprestazgo. Muchos fieles se acercaron a compartir este momento, venerando la cruz que lleva recorridos tantos kilómetros por todo el mundo y recogiendo en sí todo el dolor de la humanidad. José A. Benítez afirma: «esta es una Cruz que quiere remover conciencias ante el drama de la inmigración. Y una Cruz que es, sobre todo, una invitación a rezar por los migrantes y por un mundo mejor». En su homilía, Benítez recordó las palabras del papa Francisco en su visita a Lampedusa, en 2013. «»¿Dónde está tu hermano? La voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Ésta no es una pregunta dirigida a otros. Es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros”. Que la visita de la Cruz sirva para sensibilizarnos sobre el dolor y sufrimiento de los hermanos».
DíA 2, 23 de diciembre
La tarde del lunes 23 de diciembre, la parroquia del Carmen acoge a las 19.30 horas una vigilia de oración con la cruz. En ella participan numerosos fieles, que en sus propias palabras «hemos querido unirnos en oración a nuestros hermanos que han tenido que sufrir la crueldad del tránsito, abandonando tierra y familia en busca de un futuro mejor. Lo hemos hecho con la ayuda de las palabras del papa Francisco y papeles en los que estaban escritos nombres reales de víctimas de naufragios, rezando por ellos». Para concluir esta vigilia, los participantes han escrito en el reverso de los papeles con los nombres, una oración por esa persona y una acción que poder aplicar en la vida diaria de cada uno. Las peticiones se han depositado junto al salvavidas, «porque nosotros podemos ser salvavidas de estas personas. Para no olvidarnos de ellos, hemos simbolizado en un trozo de tela ese salvavidas que todos estamos llamados a ser».
DíA 3, 24 de diciembre
La Cruz recibe la visita de cientos de fieles, que la veneran y celebran junto a ella la Liturgia especial del día previo a Navidad, especialmente la Misa del Gallo, a las doce de la noche, presidida por el párroco y concelebrada por la comunidad claretiana. «Tener aquí esta cruz es un regalo en estas fechas», afirmó José Manuel Casielles.
DÍA 4, 25 de diciembre
Es el último día de la Cruz en la parroquia del Carmen. El día de Navidad, la celebración del nacimiento junto a este símbolo del dolor del mundo adquiere un nuevo significado. Es común ver a personas acercarse a ella, posar sus manos en sus tablas, rezar en silencio unos minutos, hacer una reverencia o encender una vela que dejar a sus pies.
DÍA 5, 26 de diciembre
La Cruz de Lampedusa emprende a las 12.00 horas su camino en dirección al puerto desde la parroquia del Carmen, para iniciar su viaje a Melilla en barco. El seglar Antonio Sánchez, que acompaña este viaje, afirma que «es emotivo pensar que la maderas de una cruz que salieron un día de África, regresan hoy allí». La cruz ha llegado a la parroquia del Sagrado Corazón de la ciudad autónoma, donde ha entrado en procesión para ser posada a los pies del altar, rodeada de velas, para presidir la vigilia de oración organizada por la Vicaría de Melilla, que ha dado comienzo a las 21.00 horas. Se ha leído el evangelio del Buen Samaritano, así como textos del papa Francisco, todo acompañado de cantos. En esta vigilia, además de un gran número de fieles, han participado José Luis Pinilla, director del Secretariado de Migraciones de la CEE; Rafael Vázquez, delegado de Ecumenismo de la Diócesis; el vicario de Melilla, Eduardo Resa; Ramón Muñoz, delegado de Migraciones de la Diócesis de Málaga; el diácono Fernando Moreno y el sacerdote claretiano Juan Antonio Benitez. Al terminar, se ha invitado a los presentes a acercarse a la cruz y hacer un gesto ante ella a modo de oración, perdón o acogida. «Ha sido un momento muy emotivo -afirma Sánchez, portador de la cruz -observar cómo las distintas personas han ido venerando la cruz».
DÍA 6, 27 de diciembre
La Cruz de Lampedusa tiene este día su cita más importante en Melilla: a las 11.30 horas, la oración interreligiosa en el Dique Sur, junto a la valla. Antes, la Cruz ha visitado el CETI, desde donde los propios migrantes la han portado hacia su destino. «Hemos querido partir desde el corazón de la migración en Melilla», afirma uno de los miembros de la delegación desplazada hasta allí desde la Diócesis de Málaga. En el perímetro de la valla, llevando la cruz a hombros, los «crucificados de hoy» han hecho visible el rostro de Cristo. «Ellos son los que sufren los clavos de Jesús, que vemos reflejados en esa cruz hecha con tablas de Lampedusa. Esas maderas regresan a sus manos, a las mismas que las hicieron, manos negras, encallecidas, sufrientes, pero cargadas de esperanza. Nosotros, tenemos que ser manos acogedoras», afirman. En el Dique Sur, representantes de la religión hindú, islámica y católica han rezado por ese sufrimiento, para transformar la indiferencia en lucha por la paz. «La oración interconfesional en el Dique Sur melillense, donde acaba la valla fronteriza, congregó a más de 200 personas en un acto de lo más emotivo, en el que el encuentro fue el eje vital de todos los presentes. Con representantes de todas las confesiones de la ciudad autónoma, se realizó una oración hindú, otra musulmana y otra cristiana, con sus correspondientes traducciones y reflexiones por parte de los portavoces, creando un ambiente de discernimiento y encuentro lleno de sensibilidad y reivindicación. Por parte de la comunidad cristiana, y como organizadores del acto, participaron Eduardo Resa, vicario de Melilla, y Rafael Vázquez, responsable de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Diócesis de Málaga. Mientras que por parte de las comunidades hindú y musulmana intervinieron Anju Doulatram y Driss Yaakoubi respectivamente. Todos coincidieron en reclamar a las instituciones otro rumbo en las políticas de migraciones para evitar convertir el Mediterráneo en una fosa común, sensibilizar en los distintos ambientes para presionar a los legisladores y llenar de misericordia los corazones de todos para recordar a las víctimas y acompañar a sus familias», afirma el periodista Luis Fernando Prieto. En palabras de Rafael Vázquez: «las distintas religiones presentes en Melilla se han querido unir ante un drama común. Independientemente de nuestras creencias, la preocupación por el ser humano y su sufrimiento es común a todas las religiones. Esto debe mandar un mensaje claro a los que tienen responsabilidades, y que nuestra oración lleve a la acción para solucionar el drama de la inmigración».
Ana María Medina