Mi cura es la persona que tiene la misión de administrar los sacramentos y servir de puente entre Dios y los hombres.
«Mi sacerdote, en muchas ocasiones, realiza una labor oculta, silenciosa y silenciada de amor y servicio»
Es la persona que atiende mi parroquia y no eso, sino que nos atiende a todos en nuestras necesidades, tanto espirituales como personales. Siempre está dispuesto a todo a la hora que se le necesite. Una labor que no se ve…
Mi sacerdote, en muchas ocasiones, realiza una labor oculta, silenciosa y silenciada de amor y servicio a los hombres, realizando una tarea esencial sin la cual no podría entenderse la sociedad cristiana.
Siempre debo dar gracias a Dios por poner en mi camino a personas que me guían, me ayudan a ser mejor en la vida y a ver la luz en los momentos oscuros. Mi cura tiene la palabra adecuada, la amabilidad es una de sus grandes virtudes. Está lleno de humanidad, su sencillez lo hace aún más enorme. Hoy por hoy, es un hombre que forma parte de mi familia, comparte y convive mis ilusiones, aventuras e inquietudes. Hemos disfrutado de viajes junto al gran grupo cristiano al que pertenecemos, enseñándonos cada paisaje y disfrutando de la amistad en su plenitud.
Hoy, me dan la oportunidad de agradecerte tanto y tanto…