Manuel María Hinojosa ha sido, en los últimos catorce años, Delegado Diocesano de Cáritas. En todo este tiempo ha dedicado parte de su ministerio sacerdotal a los más pobres y ahora se despide dando gracias, en primer lugar a Dios, por encomendarle esta tarea, también a los trabajadores y voluntarios por su entrega vocacional, y por último a todas esas personas necesitadas que se han cruzado en su camino en esta etapa, que sin duda son las que más le han enseñado.
¿Qué es para usted la caridad?
Esa es una pregunta muy complicada de responder. La caridad no es una palabra, es una actitud de la vida, es el reflejo del amor de Dios que en Cristo se ha hecho cercano a nuestra vida. En la persona de Cristo Dios se ha hecho amor cercano a todos pero de una manera especial a los preferidos por el Señor, los pobres. Cuando Cristo hizo su presentación oficial en la Sinagoga de Nazaret dijo que había sido ungido por el Espíritu para anunciar la buena noticia a los pobres especialmente. Por tanto la caridad es el ejercicio de ese amor de Jesucristo cercano a todos pero de un modo especial a los pobres.
Esa caridad en la Iglesia se lleva adelante a través de Cáritas, que es la caridad de la Iglesia organizada al servicio de los pobres. La caridad es una parte del trípode que sostiene la vida de la Iglesia. La primera es la palabra, anunciar a Jesucristo y el Evangelio; la celebración de la fe mediante los sacramentos, teniendo a la eucaristía como sacramento central; y la caridad. Si falta alguna de estas tres algo cojea, las tres son una vida armónica.
¿Qué balance hace de su etapa como Delegado de Cáritas Diocesana?
El balance se lo dejo al juicio de Dios que es misericordioso (ríe). Hablando humanamente puedo decir que he intentado hacer lo mejor que he sabido hacer el servicio que un día me confió la Iglesia. He sido enriquecido en mi vida sacerdotal con el amor de Dios, en misericordia, en bendiciones, y como he recibido gratis tanto amor he intentado devolver ese amor estando cerca de los pobres y de los que sufren. Los he ayudado y acompañado, procurando que no pierdan la referencia de la identidad de Cáritas, que es el servicio de la caridad de la Iglesia a los pobres y tiene que realizarse en comunión con la Iglesia.
Mi balance creo que ha sido de servicio, disponibilidad, entrega, estar a la escucha de tantas personas como por aquí han ido pasando. El balance no es de lo que yo he hecho sino de lo que yo he ayudado a que los demás hagan, tanto los equipos directivos, como los trabajadores y los colaboradores de las Cáritas. Ellos son los que lo han hecho todo. Yo he ayudado, en nombre de la Iglesia, a llevar adelante los proyectos que se han ido haciendo en Cáritas.
En tantos años ¿ha notado grandes cambios en la organización desde que llegó hasta ahora?
En la organización no, porque está consolidada, pero ha habido un gran cambio en la estructura de los proyectos. Se ha consolidado la estructura de Cáritas Diocesana y de las Cáritas parroquiales. Uno de los objetivos que yo he intentado ha sido la vinculación entre ambas a través de la presencia de todo el personal de la entidad.
Otro logro importante ha sido Solemccor. Cuando yo entré ya existía ese proyecto de empleo pero se tuvo la buena idea de hacer esta empresa, que es como el paraguas que aglutina distintos proyectos de empleo con personas de inserción social. Los proyectos se han consolidado. Recuerdo cuando D. Juan José bendijo los primeros camiones en La Victoria. Está también el proyecto del reciclaje de aceite, el de ropa, la taberna gastronómica Tabgha y el último, el catering cinco panes. Este proyecto está tomando una fuerza muy bonita porque se están formando personas de inserción social para el mundo de la hostelería, puntal importante en Córdoba.
Está también el proyecto de costura Dorcas, del que me llevo un gran recuerdo, una casulla confeccionada en el taller. Otro proyecto que ha tenido una ilusión grande ha sido la nueva sede de Torrox, que eran ruinas cuando yo llegué y se ha hecho de nuevo y se ha abierto la nueva residencia “Cristo Rey”. En esta etapa se ha consolidado la Casa del Transeúnte con la ampliación del proyecto de Ala de Baja Exigencia (ABE) y la UVI Social, pero sobre todo, con motivo del Año Santo de San Pablo se abrió la Casa Residencia de “San Pablo”, para ancianos sin hogar.
Han sido proyectos que se han ido madurando y el éxito no es mío. Se han ido pensando nuevas formas de servir a los pobres, atendiendo al Papa Benedicto XVI cuando hablaba de la “imaginación de la caridad”, es decir, una caridad creativa que dé respuestas a las nuevas situaciones.
¿Qué le ha aportado su paso por la entidad?
Ha sido un don y una gracia de Dios en esta última etapa de mi vida sacerdotal. Me ha enriquecido la ternura de los pobres, de los residentes de nuestros centros, la entrega de nuestros trabajadores y voluntarios de las Cáritas parroquiales, la generosidad de tanta gente que colabora con Cáritas, la cercanía con el mundo de los pobres y la pobreza. La Cáritas parroquial de San Pedro me acercó a los pobres, pero Cáritas Diocesana me ha hecho sentirme parte con ellos de la vida, de sus problemas y necesidades y para mí estos catorce años han sido una gracia de Dios. Puedo decir que los pobres han sido un don de Dios para mí.
¿Considera que la situación actual está siendo una de las más difíciles de afrontar, tanto desde Cáritas Diocesana como desde las Cáritas parroquiales?
Si. En estos catorce años ya hemos pasado la crisis anterior que creó una situación de pobreza muy dura en nuestra Diócesis. Esta pandemia ha roto los moldes, los que eran pobres han agudizado su pobreza y los que se mantenían con un trabajo y un sueldo digno han caído en la pobreza al perder el trabajo. Hemos visto el resurgir de nueva pobreza. Los barrios pobres de Córdoba, que son de los más pobres de España, se han visto desbordados. Las Cáritas parroquiales han hecho más de lo que han podido, la dedicación y creatividad de las mismas ha sido encomiable. La Iglesia Diocesana no tendrá nunca palabras para agradecer la labor de las Cáritas parroquiales durante este tiempo. ¿Qué va a ser del futuro? La esperanza no se pierde, pero es difícil porque esta situación no es la hoja de una página de un libro, es la vida de miles de personas que están sufriendo realidades muy dolorosas.
Esta crisis nos tiene que despertar un sentido de responsabilidad. Nos tiene que hacer más austeros y nos sintamos más solidarios de los pobres. No sé si yo sería capaz de vivir esa pobreza pero por lo menos una llamada a la austeridad para que nos solidarice con los pobres que tenemos alrededor.
¿Qué consejo le da a Pedro Cabello, que ocupará su puesto a partir de ahora?
A D. Pedro Cabello no le tengo que dar ningún consejo, él es un sacerdote muy sensibilizado, desde el comienzo de su sacerdocio con el mundo de la pobreza. Vivió una gran experiencia en Calcuta y Madre Teresa para él es una referencia imborrable. Él es más santo que yo y más entregado que yo, superara con creces lo poco que yo haya podido hacer porque tiene santidad, capacidad, ilusión y entrega para eso.
Él va a contar conmigo en la medida en que yo pueda, creía que este era el cierre de una etapa pero el Obispo me ha pedido que me quede como Asesor de Cáritas y aquí estaré asesorando a quién me necesite. Pedro sabe que estaré a su lado con humildad y discreción. La Iglesia Diocesana no puede tener ninguna duda de que esta delegación queda en muy buenas manos.
¿Cómo se despide de Cáritas Diocesana?
¿Sabes aquello de adiós con el corazón que con el alma no puedo? (ríe). Me despido con el corazón, ya llevo muchas despedidas en mi vida sacerdotal, en cada una de ellas el corazón del sacerdote se parte y se reparte. Por tanto me despido dejando un poquito de mi corazón y llevándome un poquito del corazón de Cáritas Diocesana.
A los trabajadores les he recordado que vivan tres consejos que he compartido con ellos durante estos catorce años. El primero, que vivan su servicio a Cáritas como una vocación; por otro lado, que lo vivan desde una espiritualidad eucarística; por último que no pierdan la identidad de Cáritas.
¿Qué mensaje daría a los pobres que se han cruzado con usted en todos estos años?
Les doy las gracias porque viven su situación de pobreza dignamente. Despidiéndome de los residentes de la Casa “Madre del Redentor” y de la Residencia “San Pablo” me emocionaba ver cómo me querían. Son ellos los que te dan cariño y se te ensancha el corazón, el Señor a través de ellos se te hace muy cerca. Les pido que sigan siendo lo que son y que se sientan queridos por el amor de Cristo a través de Cáritas.