Entrevista al sacerdote diocesano Salvador Gil Canto, natural de Ronda, nacido en 1975 y ordenado presbítero en 2001.
¿Qué le has pedido a los Magos de Oriente para la Diócesis de Málaga?
Tres cosas. Una a cada uno: que todos tengamos más entusiasmo evangelizador, que los laicos sigan profundizando en su vocación y que aumenten las vocaciones al Seminario.
¿Cuál es tu Rey Mago preferido?
Melchor, aunque reconozco que Baltasar también me gusta.
¿Estás contento de ser cura?
Sí, mucho. Cada día más, aunque en ocasiones me sienta frágil y desbordado.
¿Qué aporta la juventud a nuestra diócesis?
Son el ahora de Dios, el presente que mira al futuro de nuestra Iglesia. Aportan vitalidad, ilusión y alegría. Nos cuestionan para que no nos quedemos estancados en nuestros esquemas.
¿Dónde están los retos más cruciales ante los que se enfrenta la sociedad cuando miras a la infancia?
En la educación que está recibiendo, en las propias familias y en el mundo tecnológico, incluidas las redes sociales, que la envuelven.
¿Qué sugieres a los padres a la hora de educar en la fe a sus hijos?
Les sugiero que ellos vivan la fe y su compromiso cristiano en todas sus dimensiones, y que se la transmitan naturalmente a sus hijos. Los hijos aprenden lo que ven en sus casas.
¿Cómo has rezado en Navidad?
He rezado como he podido. Unos días delante del Belén, otros con la imagen del Niño Dios.
¿Qué dificultades encuentras en tu vida de sacerdote para ser el niño que el Evangelio pide?
Creo que encuentro varias. La rutina que oscurece lo nuevo de cada día, la pérdida de la inocencia por el paso del tiempo, no saberme poner en lugar del otro, las prisas que hacen que lo urgente se anteponga a lo necesario.
¿Cuál ha sido tu derrota más hermosa?
Cuando he tenido que hacer algo que no tenía claro y el Señor me ha sorprendido.
¿A qué le tienes más miedo, a la muerte, a la decadencia o a la vejez?
Creo que al momento de morir. Me cuesta pensar que pueda morir con dolor o sufrimiento.
¿Es la eutanasia una salida inteligente a la vida?
La eutanasia nunca es una salida a nada y menos a la vida.
¿Tendría Europa que abrir sus puertas a los inmigrantes?
Europa tendría que empeñarse decididamente en erradicar las causas y las razones por las que las personas emigran.
¿Qué diría a los católicos que critican a Francisco?
Que estén tranquilos, el Papa no va a cambiar el depósito de la fe. Solo está llevando a cabo la tarea que se le encomendó cuando fue elegido. Y si siguen criticando, que contrasten su vida con el Evangelio.
¿Qué has aprendido en tu etapa de Roma estudiando?
He aprendido a valorar más la Teología y la reflexión para servir mejor en la tarea pastoral. Y a saber ser el estilo de sacerdote que quiero seguir siendo. Roma me ha dado la oportunidad de descubrir que la Iglesia es muy grande y en ella cabemos todos.
¿El peor pecado del clero?
Creo que el clericalismo o quizás la mediocridad.
¿Quién es Jesucristo para ti?
Es por quien estoy dando la vida como cura. Lo invoco como el Señor de mi vida.
¿Han intentado corromperte?
Creo que no, pero a veces he sentido que pretendían manipularme.
¿Te gusta cómo vives?
Sí. Reconozco que vivo feliz, con más de lo necesario. Aún podría vivir más austeramente.
¿Te gusta complicarte la vida?
Antes me gustaba más. Ahora me gusta hacer bien aquello que se me encomienda. La vida se complica sola en muchas ocasiones. No hay que complicarla más.
¿Perdonas y olvidas?
Sí perdono. Olvido muchas veces, otras se me quedan los recuerdos aunque creo que no guardo rencor.
¿Qué le dirías al joven que se esté planteando si Dios lo llama para ser cura?
Que busque a algún sacerdote que lo acompañe, que discierna seriamente esa inquietud, que rece mucho y que se entregue a los demás. Por último, que dé un paso adelante, Dios lo acogerá.
¿A qué temes más a los dolores del cuerpo o a los dolores del alma?
Cualquier tipo de dolor es de temer. Pero creo que los del alma se quedan grabados.
¿Te confiesas frecuentemente?
Sí, suelo hacerlo. Encuentro paz en la confesión.
¿Tienes director espiritual?
He tenido, ahora cuento con sacerdotes que me acompañan y me ayudan. Y alguno más mayor con el que suelo compartir mi vida.
¿Qué te preguntas?
Me pregunto muchas cosas. Sigo teniendo muchos interrogantes aunque vaya cumpliendo años.
¿Sabes estar solo?
Creo que sí. Necesito, con tanto ajetreo, momentos de soledad.
¿Y acompañado?
También.
¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote?
No poder dar soluciones a los problemas que me plantean las personas que lo necesitan. A veces también resulta complicado simultanear todas las tareas que tengo que hacer.
¿Dónde encuentras la felicidad?
La felicidad la encuentro en lo que hago, en lo que soy, en la gente que me rodea, en tantas situaciones en las que uno dice “merece la pena ser cura”.
¿Estamos asistiendo al final de una época?
Más bien estamos asistiendo a un cambio de época.
¿Por qué rezas?
Porque lo necesito.
¿Qué es lo más grave que está pasando en el mundo?
Que la gente siga muriendo de hambre cuando hay pan para todos.
Rafael J. Pérez Pallarés