Los domingos de Adviento tienen cada uno su propio tono: lo marcan los textos de la liturgia y las lecturas bíblicas. Se les denomina “I Domingo de Adviento”, “II Domingo…”, etc.; una excepción es el “III Domingo” que se llama “Domingo de Gaudete”, porque el Introito, la antífona de entrada, que es el verdadero y propio canto de entrada, dice: “Estad siempre alegres en el Señor” (Flp 4,4), que en latín es “Gaudete”, “Alegraos”.
El primer Domingo de Adviento está marcado por un tema fundamental: la vuelta gloriosa del Señor (: Parusía) como Señor y Juez, y los cielos nuevos y la tierra nueva. Las lecturas en los tres ciclos A, B y C, subrayan la venida del Señor y la vigilancia cristiana.
Los textos de la Misa van en consonancia y dicen: “Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir acompañados de buenas obras al encuentro de Cristo que viene” (Oración colecta) y se proclamará en el prefacio III: “Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá revestido de poder y de gloria sobre las nubes del cielo”.
El segundo y tercer Domingo están marcados por la presencia de san Juan Bautista. Crea expectativa. Su mensaje es claro: el Mesías va a llegar y hay que estar preparados: ¡Convertíos ya! Despierta las conciencias.
El IV Domingo, con la inminente Navidad, ofrece otra perspectiva. El Salvador va a nacer, hecho hombre, de María Virgen. Es el domingo más mariano de nuestro año litúrgico. Nos fijamos y celebramos la primera venida de Cristo, su nacimiento en carne mortal.
Los textos de la Misa tienen un sabor clásico (del siglo V) y una gran profundidad teológica y espiritual. La Virgen María es mencionada por su participación en el Misterio o se alude al misterio de la anunciación:
-“Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que, quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de Cristo” (oración colecta);
-“El mismo Espíritu, que colmó con su poder las entrañas de santa María, santifique, Señor, estos dones que hemos colocado sobre tu altar” (oración sobre las ofrendas).
Y del 17 al 24 de diciembre, las ferias mayores de Adviento: paso a paso lecturas y oraciones preparan al Nacimiento de Cristo, llenos de esperanza.
La nota fundamental del Adviento es la esperanza cristiana y sobrenatural
Como indican las Normas Universales sobre el Año Litúrgico en su número 39, el Adviento no es un tiempo penitencial como la Cuaresma, sino de alegre esperanza: “El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para (…) Navidad (…), y es a la vez el tiempo de la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones, el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre”.