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La Iglesia diocesana celebra los aniversarios de ordenación sacerdotal de 21 presbíteros

Aunque es tradición que cada mayo, en la fiesta de San Juan de Ávila, patrón del clero español, la Iglesia de Jaén homenajeé a los sacerdotes que cumplen 25, 50, 60 y 70 años de sacerdocio, este año se ha tenido que retrasar a causa de la pandemia. La nueva fecha ha coincidido con la solemnidad de San Pedro y San Pablo, y en lugar de Baeza, se ha celebrado en el Seminario diocesano.

Alrededor de un centenar de sacerdotes concelebraban la Santa Misa en la Capilla mayor del Seminario, presidida por el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro.
Las lecturas estuvieron participadas por los seminaristas y la Hermana Pilar, de la Comunidad de Mercedarias del Santísimo Sacramento.


Homilía

El Obispo de Jaén quiso comenzar la homilía felicitando a los sacerdotes que este año celebraban aniversario de su ordenación. Para, a continuación, afirmar que «El Señor ha estado grande con nosotros, estamos alegres y les damos gracias desde el corazón mismo de Cristo, en la Eucaristía».

El Prelado del Santo Reino quiso incidir en la misión indispensable del presbiterio en la Iglesia. En este sentido, afirmó: «Nosotros somos una parte muy esencial en la vida de la Iglesia. Somos servicio, entrega y generosidad a los demás. Elegidos para servir al pueblo santo de Dios a través del camino de la fe. Para ser transmisores de la acción de Dios que se derrama en la vida y la existencia de la Iglesia».

Para concluir, el Obispo puso el ejemplo de Pedro y Pablo, dos hombres de Dios y dos maneras de vivir en la Iglesia. «Hoy, Cristo nos pregunta a cada uno de nosotros, como le preguntó a Pedro, «¿me amas?». Y nosotros responderemos, Señor, tú sabes que te amo». Aprendamos de estos dos apóstoles, pilares de la Iglesia de todos los tiempos». Y aludiendo a San Agustín, explicó que de los dos Apóstoles los sacerdotes pueden aprender «de su vida, de su fe, de sus trabajos, de sus sufrimientos, de su testimonio y de su doctrina».

Al concluir la Eucaristía, los sacerdotes se dirigieron hasta el salón de actos para conmemorar los aniversario de sus ordenaciones sacerdotales.

Homenaje
Este año se ha prescindido de la conferencia previa a este acto tan entrañable. Sino que se centró en acompañar a los presbíteros que hacen memoria de un itinerario sacerdotal de 25, 50,60 y 70 años.»Es una ocasión para dar gracias al Señor, porque cada sacerdote es un regalo para la Iglesia y es un regalo para el pueblo santo de Dios, pero también es un regalo para el presbiterio diocesano», comenzó afirmando Don Amadeo. «Yo, que este año también celebro mis bodas de oro sacerdotales, me quedo con lo bueno, y estamos contentos de nuestra existencia sacerdotal porque el Señor nos ha hecho felices siendo lo que somos, y esa es la gran verdad de nuestra vida».

A continuación, fueron llamados por grupos de edad para recibir una bendición papal y el libro del Obispo Ceballos, «Evangelizadores con Espíritu».

En el grupo que cumplía 25 años de sacerdocio estaba formado por : Fernando Bravo Miralles, Manuel Carmona Bueno, Luis Cordón Cortés, Alberto Jaime Martínez Pulido, Bartolomé Pérez Araque, Manuel Alfonso Pérez Galán, Agustín Rodríguez Gómez, y Luis María Salazar García. Éste último, en nombre de sus compañeros, tomó la palabra para agradecer al Señor su ministerio y el de sus condiscípulos. Haciendo una bonita metáfora de las olas y las corrientes marinas con la vida sacerdotal, afirmó que «en estos 25 años han dado para olas y corrientes; 25 años han dado para mucho. Hemos padecido individualismo, hemos vivido juntos y en nuestro propio ministerio gozos y sufrimientos. Hemos vivido la copa de la acción de gracias que hace de nuestra vida un canto de alegría y hemos bebido del cáliz de la pasión. Hemos vivido el dolor del fracaso, del agravio…, olas que han agitado nuestra barca. Pero ha sido la gran corriente de gracia de Dios compasivo y fiel que nos llamó y que ha renovado la llamada en cada misa celebrada cada día, en cada uno de los destinos a los que nos ha llevado».

Después subió a recibir el homenaje el curso que cumplían 50 años de ordenación sacerdotal. En él están los sacerdotes Antonio Pérez Rosales, Manuel Vega Zegrí, Manuel Galiano Marín, Santiago Navarrete Rojas, Sebastián Pedregosa Reche, Agustín Ruiz Rosal, SDB, y Alfonso Conejo Redondo, SDB. En nombre de todos ellos tomó la palabra Sebastián Pedregosa. «Hemos vivido con siete papas, cinco obispos. Ordenados por Felix Romero Mengíbar, en septiembre de 1960, encomendados por ese Obispo a la Institución Teresiana». A continuación recordó sus años de formación en el Seminario. Aprovechó para dar las gracias, en primer lugar a Dios por haberlos elegido y después por sus formadores y acompañantes. «Pertenecer al presbiterio diocesano era nuestra meta, una meta en la que han jugado un papel importante la formación, el trabajo, el sacrificio, el esfuerzo, la obediencia, la amistad, la verdad, la alegría y la generosidad», concluyó Pedregosa.

Por último subió hasta el escenario D. Ramón López Pozas, que cumple 60 años de entrega al Señor junto a los sacerdotes Manuel Jiménez Cobo, Ramón López Pozas, Carlos Martínez Marín, y Pedro Quero Juárez.

López Pozas hizo un recorrido desde el mismo día que se ordenó, el 29 de junio de 1960, en la Capilla del Seminario hasta la actualidad. Recordó momentos muy felices de su vida sacerdotal, marcada por los cambios propiciados por el Concilio Vaticano II. Una memoria agradecida por tantas experiencias de ministerio: «Habíamos sido formados para ser luz y sal en el mundo. Para que la Eucaristía fuera el centro de nuestra vida, que no dejáramos la penitencia para ser también nosotros humildes, que amáramos nuestras parroquias, que no dejáramos de estudiar… y para eso habíamos sido llamados y ungidos». D. Ramón concluyó su intervención expresando, «Ya me encuentro en el atardecer de mi vida, una vida llena de experiencias. Ser mayor no es cuestión de años, sino talante del espíritu. Llegan las canas, las goteras… pero lo importante es que pase lo que pase, no se arrugue el corazón porque esté siempre lleno de amor».

Se tuvo un emotivo recuerdo a D. Miguel Funes, quien, el 3 de junio de este año ha cumplido el septuagésimo aniversario de su ordenación. El día anterior, el Obispo lo visitó en su casa.

Al concluir el entrañable homenaje, los sacerdotes participaron de una comida compartida.

 

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