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«La fe de los rocieros en la Blanca Paloma, está más fuerte y viva que nunca»

Manuel García Fernández es el hermano mayor de la Hermandad del Rocío de Marbella.

Este año 2020 no empezaba bien. Circunstancias familiares lo iban a dejar ya convertido en un año difícil de olvidar. Pero apenas había pasado un mes, cuando malas noticias nos llegaban desde países lejanos. Un virus desconocido amenazaba en convertirse en una amenaza para todo el mundo.

Empezamos a tener noticias de que, por culpa de este dichoso virus, se tendrían que suspender actividades en las que, por la gran acumulación de personas, podrían suponer un riesgo de contagios y de propagación de esta epidemia en ciernes.

Pero Pentecostés quedaba lejos. A finales de mayo esto habría pasado ya y, para el Rocío, no habría problemas.

Pero qué equivocados estábamos. A mediados de marzo, siguiendo recomendaciones sanitarias y de la Conferencia Episcopal, se anunciaba la suspensión de los desfiles procesionales previstos para la Semana Santa.

Los rocieros, nos temíamos lo peor, y la fatal noticia no tardó mucho en producirse. A finales de marzo, la Junta de Gobierno de la Hermandad Matriz tomó la dolorosa decisión de suspender la romería del Rocío, y todos los actos previos. A partir de este momento la tristeza y el desánimo se alojaron en nuestros corazones.

No era posible, esto es un mal sueño y tenemos que despertar. Pronto las noticias nos confirmaban el peor augurio. Los contagios aumentaban y, lo que es peor, los fallecimientos de personas que contraían la enfermedad. Todos empezamos a tener miedo.

Fue entonces cuando los rocieros buscamos nuestro auxilio y protección en nuestra Virgen del Rocío y en su Divino Hijo. Rápidamente, iniciativas caritativas y de solidaridad, empezaron a manifestarse en todas las hermandades y volviendo a ser ejemplo de solidaridad con el que sufre.

Las “Bolsas de Caridad” u otro tipo de iniciativas nos ayudan reunir medios con los que poder cubrir las necesidades básicas de nuestros hermanos y vecinos, y de nuestros mayores, y paliar, en lo posible, su sufrimiento.

Pero este año, el Rocío iba a ser más Rocío que nunca. Sin camino, sin aldea, sin convivencia, pero no sin Rocío y sin celebración de Pentecostés, y la fe de los rocieros en la Blanca Paloma, está más fuerte y viva que nunca.

Nuestra Hermandad celebró su Misa de Romeros, como inicio de un camino “distinto”, en la que nuestro director espiritual D. José López nos llenó el corazón de ánimos y sentimientos y que culminó el Domingo de Pentecostés con la celebración de la Santa Misa, en la Iglesia de la Encarnación, a la que llegamos llenos de vida después de haber metido todo el “Rocío en el Corazón”.

¡Viva la Virgen del Rocío!
¡Viva la Madre de Dios!

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