“Un amor que no termina” comienza este fin de semana su tercer itinerario en la Diócesis.
El proyecto “Un amor que no termina”, dedicado a personas separadas no vueltas a casar ni convivientes retoma su actividad el sábado, 17 de octubre. El proyecto, en sus dos años de andadura, ha podido acompañar a muchas personas que han visto romperse su matrimonio ofreciéndoles un punto de encuentro que tiene a Cristo como centro. En algunas ocasiones es posible la reconstrucción del matrimonio y en las que no lo es, encuentran que hay futuro a pesar de la separación y se sigue constituyendo una familia a pesar del divorcio.
Hace nueve años Antonio abandonó a su familia creyendo que se podía “comer el mundo” hasta que se dio cuenta de la verdadera realidad cuando el Señor “lo cogió de la oreja” a través de una persona que se cruzó en su camino para recordarle que el Señor lo estaba esperando. Desde hace seis años, Antonio viene “luchando” por su familia y, a pesar de no confiar en él nadie de su alrededor, desde hace cinco meses están viviendo juntos de nuevo lo que para él es “como un regalo de Dios, un milagro”.
Antonio reconoce que hizo daño a su familia y hay que luchar por ella, considera que no es “merecedor” de esta oportunidad pero ha constatado que la lucha “da su fruto”. Anima a toda aquella persona que esté en una situación similar a que no dejen la lucha por la familia porque es “lo más bonito y preciado después del Señor”. “Un amor que no termina” le ha dado a Antonio “el empujón” que ha necesitado en tantos momentos de flaqueza en los que pensaba en “tirar la toalla”.
Los testimonios de otros miembros del proyecto sirven para aprender que no “estamos solos”, la ayuda es recíproca. El apoyo de unos a otros es fundamental para sanar las heridas provocadas tras años separados, siempre a través del Señor, reconoce Antonio.
El sacerdote Víctor Morón recibió el encargo pastoral de este proyecto hace dos años y desde entonces un grupo de personas se reúne para compartir las vivencias que rodean una separación. Confiesa que se enfrentan a este curso con “ganas y esperanza” a pesar de las circunstancias. En estos dos años, Víctor asegura que han afrontado realidades de separaciones muy recientes y que, dependiendo de las circunstancias, el acompañamiento les ayuda a vivir en la soledad de sus circunstancias o por el contrario, les ayuda a retomar su matrimonio. El sacerdote reconoce que lo que más les alienta es “que esto es un proyecto de Dios”, sabiendo que van a contracorriente le “apasiona esta idea” evitando atender el qué dirán de la sociedad. “Nuestro ideal es el Evangelio, Jesucristo” destaca Morón.