El día de Todos los Santos esta semana en «Al Trasluz» del sacerdote Antonio Gil.
Nos llega la solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles difuntos, fechas que nos invitan a dirigir la mirada hacia nuestros seres queridos que se han marchado de este mundo, con la visita a los cementerios, contemplando en lontananza la resurrección, y una mirada a nuestras vidas, cuyos anhelos se centran en la búsqueda de la felicidad. Situados ante el pozo de nuestro corazón, en su fondo encontramos deseos de abundancia, paz. dignidad, justicia, confianza, dignidad y bienestar. Un cristiano es un encargado de construir espacios de cielo en la tierra y ofrecerlos a los demás. Pequeños espacios de bien y verdad, que nos permiten vivir concretos momentos de gloria. El amor, lo sabemos, no busca repetir experiencias, sino eternizar encuentros.
Es lo que el papa Francisco denominó, en su Exhortación apostólica «Alegraos y regocijaos» como «la clase media de la santidad»: «Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: en los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad».
La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Celebrar y vivir el día de Todos los Santos y elevar nuestra mirada a la «vida eterna», nos exige, como bien nos dijo Benedicto XVI, «salir con nuestro pensamiento de la temporalidad a la que estamos sujetos», y dejar de imaginarla «como un continuo sucederse de días del calendario». «Vida eterna», intentó hacernos comprender el papa emérito, será un momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad, desbordados por la alegría».