Joaquín Béjar, misionero Claretiano y responsable del programa Karikoga (pequeño solo) de apoyo a la escolarización de niños y niñas huérfanas, en Zimbabwe, ha visitado los Servicios Generales de Cáritas Diocesana de Málaga en el mes de octubre, cuando se cumplen diez años de su puesta en marcha, y ha hecho balance del trabajo realizado al servicio de los menores más vulnerables.
El proyecto Karikoga surge en el año 2009 cuando a consecuencia de un cambio en la ley, la educación deja de ser gratuita y, por tanto, obligatoria, dejando en manos de los padres o tutores la elección sobre cuáles de sus hijos podrán ir al colegio. «La mayoría de las familias en Zimbabwe, además de tener entre cuatro y seis hijos, se hacen cargo de otros dos o tres niños de hermanos o primos que han fallecido, generalmente a consecuencia del sida, y aunque en la cultura shona no existe la palabra huérfano porque todo el mundo tiene a alguien que haga de padre o madre, a la hora de tomar decisiones que afectan al reparto de lo poquito que tienen, dan preferencia a los hijos de sangre, frente a los demás. También el género, en este caso, es un factor decisivo, ya que la mayor parte de las niñas no tienen más opción que la de limitarse a realizar tareas domésticas y cuidados de la familia», afirma Béjar.
Para toda la familia
Cada año, el programa, promovido desde la parroquia de St. Charles Lwanga por cuatro sacerdotes claretianos, permite hacer frente a los gastos de matriculación, material escolar, uniformes o útiles escolares de 174 niños (de infantil a segundo de bachiller), además del transporte de aquellos que tienen que recorrer distancias superiores a diez kilómetros. La mayor parte de los menores a los que atienden, asisten cada mañana a la escuela St. Vincent. Pero la atención que prestan va mucho más allá de lo meramente académico gracias a la labor de los voluntarios de las conferencias de San Vicente de Paúl que realizan visitas periódicas tanto a los hogares como a los colegios, iniciando con todos los miembros de la unidad familiar procesos de mejora de sus condiciones de vida y velando por el rendimiento escolar de los alumnos.
Proclade Bética, la ONGD de Promoción Claretiana para el Desarrollo, ha sostenido este proyecto desde sus inicios. Ha sido en este curso cuando Cáritas Diocesana de Málaga ha decidido colaborar con la financiación del mismo, aportando 15.000€ anuales al menos durante dos años. Según el mismo misionero «la gran aportación de Cáritas ha sido el impulso para la creación de talleres ocupacionales entre los alumnos mayores con objeto de favorecer su promoción».
Reconocimiento a la labor de la Iglesia Católica
El trabajo transversal realizado durante todo este tiempo por los voluntarios ha ido dando sus frutos, aumentando considerablemente el reconocimiento a la labor de la Iglesia Católica por parte de toda la comunidad. Han sido muchas horas de acompañamiento, de suscitar diálogos y reflexiones sobre diversos temas como la importancia de la formación, cuestiones de género o abusos, y ahora, después de toda una década, la población comienza a tomar conciencia de que la educación es un elemento clave para poder optar a un futuro mejor. Los cambios en la mentalidad de las familias ya van generando ciertos cambios sociales. «Con la bajada de la tasa de alfabetización se ha percibido un repunte del matrimonio infantil. Sin embargo, al mismo tiempo se empieza a observar que cuanto más elevado sea el nivel educativo de la chica, más se retrasa el matrimonio porque los padres ven la formación como una oportunidad para prosperar», asegura.
Cáritas Diocesana