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«Foucauld es el padre del desierto contemporáneo»

Yolanda Gomila es miembro de la Fraternidad de Carlos de Foucauld en Málaga. Así han vivido la noticia de que será pronto canonizado.

Mi nombre es Yolanda Gomila Álvarez y pertenezco a la Fraternidad de Carlos de Foucauld, que tiene su origen en la Fraternidad Jesús Cáritas, en el año 1952 (Francia), con la ayuda de René Voillaume. A lo largo de los años en diversas Asambleas Generales Internacionales, la Fraternidad hizo un proceso de discernimiento de su propia identidad. Será en la asamblea Internacional del 7 de agosto de 1991 (Bayona), Francia, donde se inicia un nuevo camino, constituyéndose la Fraternidad de Carlos de Foucauld. Compuesta de mujeres que han escogido vivir para Dios en el celibato, miembro de la gran familia Asociación General de las Familias del Hermano Carlos de Jesús, ha encontrado y profundizado su misión propia en el seno de la Iglesia y se desarrolla en distintos países y continentes. La Fraternidad ayuda a sus miembros a discernir el proyecto de Dios en su vida, a tener una mirada contemplativa sobre los acontecimientos y la historia, según el carisma de Charles de Foucauld; que ella les invita a mantener un estilo de vida simple y a compartir con los pobres y los pequeños, inspirándose en la vida de Jesús de Nazaret; que en unión con la Iglesia Local, les sostiene en sus compromisos en los sectores socialmente difíciles. El deseo es que la Fraternidad sea cada vez más testimonio del Absoluto de Dios, por fundirse ”en el corazón de las masas”, fermento evangélico de comunión, lugar de revisión de orientación de la vida social, siguiendo las huellas de Jesús, invitando a la Fraternidad, en la perspectiva del Tercer milenio, a testimoniar sin miedo que Jesús es Salvador de toda la humanidad, que las mujeres tienen una misión específica para dar a la Iglesia, Esposa de Cristo, un rostro cada vez más conforme a este gran misterio.

La Fraternidad llegó a Málaga como Jesús Cáritas en 1958 y será en 1991 cuando pasará a llamarse Fraternidad Carlos de Foucauld. Actualmente somos tres personas.

¿Cómo definirías a Carlos de Foucauld?

Foucauld es el padre del desierto contemporáneo. Para encontrar el sentido de la vida hay que descalzarse como hizo Moisés en el monte Sinaí. Hay que entrar en el silencio del corazón. Charles, vincula el desierto a la conversación amorosa del alma con Dios, para que después se pueda encontrar con el amor de Dios en la propia vida y con la misión.

Foucauld, es el ideal de la evangelización a través de la vida, “pregonar el Evangelio a través de su propio vivir”. Vida que encuentra todo su sentido en el servicio más desinteresado. Vida ofrecida, en acción de gracias y en comunión, a todos los sedientos de Vida.

Foucauld “es Nazaret”. De Foucauld releva la extrema humildad de vida que debió haber llevado Jesús en “el pobre taller del carpintero José” con todas “las inconveniencias de la gente pequeña” y los bienes que resultan de vivir completamente apartado del “crédito, la influencia, los honores y el poder”.

Foucauld se “inculturó”. Él cultivó la amistad con todos los que se acercaban a su casa, Las personas con las encuentra también tienen libertad y dignidad y los invita al diálogo más que a imponer sus propias convicciones; se encuentra con la libertad de Dios, que se ha manifestado a esas personas por unos medios que le son desconocidos.

Foucauld es oración contemplativa, crear una relación de amistad, de confianza, de intimidad con el Modelo Único, él lo llamó “Mi Bien amado Hermano y Señor”. Connotación de fraternidad y adoración.

Foucauld es la “desolación”. No tuvo ningún seguidor. No logró convertir a ningún musulmán, visto desde los parámetros habituales, fue un total fracaso. Hoy su familia espiritual es inmensa, Charles es hoy lo que quiso ser entonces: el hermano Universal.

¿Cuál es la tarea que lleva a cabo en Málaga la fraternidad?

Al no tener obras propias, desde la Fraternidad de Carlos de Foucauld (F.C.F.) intentamos estar allí donde vemos que nos necesitan, sobre todo con los más más pobres. De las tres personas que estamos en Málaga, una está jubilada y las otras dos trabajamos y vivimos en fraternidad; estamos en las parroquias de los barrios donde vivimos, colaborando con mayores, talleres de costura, animando la liturgia, Cáritas, adultos, talles de niños, apoyo escolar, acompañando, escuchando a las familias del barrio, etc. Se trata de la necesidad de la evangelización a través de la simple presencia; por un intento de aprender de las realidades a las que hemos sido enviadas, porque en todas germina inequívocamente la semilla del Verbo. Y colaboramos con el crecimiento de tales semillas presentándonos abiertamente como amigas, porque la amistad, en cuanto cercanía abordable y gozosa, permitirá que las semillas contenidas en el campo de nuestra tarea consigan el crecimiento humano y espiritual. Sabemos que nuestra labor no es ruidosa, no es llamativa. Pero no importa, intentamos compartir con los demás lo que hemos recibido; un sentido de la vida basado en el amor, una experiencia de saberme amado en las coordenadas más apremiantes de nuestra existencia; ser fieles a nosotras mismas y ser hermanas de todos/as. Queremos que las personas conozcan a Jesús; apoyándonos en las palabras del papa Francisco, podemos concluir «No hay mayor libertad que la dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera». (EG 280)

¿Qué aporta la espiritualidad de Carlos de Foucauld, su legado, a la realidad concreta de Málaga?

1. Una manera de situarse, de estar.

2. Una mirada liberadora y humanizadora sobre nosotros mismos y sobre nuestros hermanos/as.

3. Una relación con Jesús, honda y profunda, personal y comunitaria, que engloba las otras dos.

No digo que esto sea todo, quizá para alguno/a hay algún aspecto que le parece esencial y que no se refleja aquí, pero a mí me convence y creo que da razón de lo que intento vivir.

Para explicar lo que aporta nuestra espiritualidad a nuestra realidad, me he centrado en tres historias, que Jesús nos cuenta y que nos transmite Lucas.

Son historias de tres personajes muy distintos entre ellos y que nos hablan de salvación, de encuentro gozoso, de vida nueva.

Tres aspectos que nos ayudarán a formular lo que aporta nuestra espiritualidad:

– junto con los pobres

– como pobres

– mirados por Jesús

¿Cuáles son estas historias?

La primera es Lucas 16,19 ss.: Lázaro “echado a la puerta del rico…” el abandonado, al que nadie ve salvo los perros, al que no le tocan ni las migajas. Jesús nos invita a “sentarnos”. Y nos invita, en primer lugar, a verlo; no a mirar, sino a verlo, que es fijar la vista con atención, con cuidado, con interés; y, en segundo lugar, la invitación es a sentarnos a su vera… Precisamente, a este sentarse junto a los Lázaros de nuestra sociedad es a lo que somos invitados por Jesús, y sentarnos de una manera propia, nuestra.
“Amar a algunos hombres, los que Jesús quiera, amarlos con amistad, con ternura, como personas» (C. de Foucauld)

“ Esta amistad hace buscar espacios para acoger y ser acogidos, espacios de escucha, de vida para percibir el paso de Dios en nuestra historia, ir hacia los que están más solos, más abandonados.

“La caridad fraterna y universal… recibir a cualquier ser humano como a un hermano bien amado” (C. de Foucauld)

Un segundo personaje… es el publicano anónimo de Lucas (18,9 ss.). O sea, nosotros en nuestra verdad más íntima.
Cuántas veces jugamos a fariseos satisfechos, cuidadores de nuestra imagen, que torcemos el “morro” dando gracias de no ser como “esos”.

Reconocer nuestras “sombras”, nuestras heridas, nuestro sufrimiento, intentar abrirlos poco a poco a los otros, abrirlos a Dios, es camino de humanización, de liberación.

Es camino de abandonarse, dejar obrar a Dios que actúa en nosotros a través de la vida y de la experiencia que la misma vida trae consigo. Trabaja en nosotros vaciados y despojados…

Nuestra tercera persona es Zaqueo (Lc 19, 1ss.). El bueno del publicano (que también fue salvado) no se atrevía a levantar los ojos en el templo. A Zaqueo quien le mira, levantando los ojos, es Jesús y este ser mirado le hace cambiar de vida y, también, ser salvado. Dejarse mirar por Jesús es el tercer rasgo que quería compartir con vosotros. Me resuenan las palabras de René Voillaume: “Todo consiste, realmente, en verter toda oración en el corazón de Jesús. Y cuando no podáis más, contentaros con abrir vuestro vacío al Señor para que Él llene con su propia oración…”

¿Cómo recibe la noticia de su próxima canonización?

Ha sido y es un momento de fiesta para su muy numerosa familia espiritual, entre ellas nosotras, y también para la Iglesia que sirve a Dios y a los pobres. Lo sabíamos desde siempre, pero es necesario este reconocimiento por lo que significa para todas nosotras, porque hemos encontrado una forma de vida, un ejemplo de búsqueda en el camino de la fe, un modo de entrega a Jesús por quien finalmente Charles fue encontrado. En el corazón de Charles habitaba Jesús, el Señor y sus hermanos los musulmanes, en su mente sólo había preocupación porque a nadie le faltara la libertad, la alegría y el pan. Tenemos la esperanza de un sueño que tenía el Hermano Charles de Foucauld y era el de futuro de “resucitados”, mujeres y hombres audaces y libres amantes apasionados de la vida y arriesgados defensores de la dignidad y lo derechos humanos; bienaventurados en la pobreza de su espíritu solidario; bien dispuestos a entregar sus vidas en el día a día de sus responsabilidades, como “el grano de trigo que no teme morir para dar fruto abundante de bien común”.

 

Ana María Medina

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