Pilar Vizcaíno, directora de Cáritas Diocesana de Huelva.
Un balance del año…
Ha sido un año especialmente intenso en toda Cáritas, ya sea a nivel diocesano como a nivel parroquial. En Cáritas, como en cada una de nuestras casas, nos hemos tenido que ir re-adaptando y reinventando constantemente ante cada una de las situaciones que se nos han ido presentando, para tratar de dar respuestas con los recursos y medios que tenemos y no dejar de atender a nadie que sufra situaciones de pobreza y vulnerabilidad. Desde luego las atenciones se han incrementado notablemente. Durante los meses de marzo a junio (confinamiento) se produjo un incremento del 340% en Huelva ciudad y un 40% en las Cáritas parroquiales de la provincia. No obstante, hasta que no hagamos la memoria y comencemos a pedir los datos a las parroquias no sabremos realmente el impacto ni podremos hacer un balance concreto.
¿Cómo ha venido acompañando la Iglesia a través de Cáritas?
Estando cerca del que sufre. Esa es nuestra verdadera misión y vocación. Este año hemos insistido en que cada gesto que hagamos cuenta, tiene un sentido. Hemos trabajado, como decía la campaña que lanzamos durante el confinamiento que, pase lo que pase, “la caridad no cierra”. Ahora y siempre, nuestro modelo de acompañamiento a las personas es la fraternidad. Y la verdad es que cuando se sensibiliza en ese sentido y las personas se conciencian de la realidad, responden e intentan vivir desde ese modelo de vida, siendo generosos ayudando a otras personas que les falta lo básico para vivir.
La pandemia ha hecho que aparezcan nuevas realidades ¿Qué radiografía podemos hacer?
La Covid ha supuesto un nuevo modo de vivir, de relacionarnos, de cuidarnos. Ha supuesto un nuevo enfoque sobre el futuro. Provoca incertidumbre sobre nuestros procesos vitales, sobre la salud, sobre el empleo, sobre la familia, sobre los valores que ponemos en el centro. Ha supuesto que muchas personas pierdan su empleo, que no encuentren una oportunidad laboral, que existan muchos hogares donde no entra ningún ingreso; que existan muchas familias con graves problemas para mantener su vivienda, para pagar los gastos de consumo y suministros de las mismas; que existan muchas personas que no reciban protección social o que las que perciben sean insuficientes para poder tirar adelante; que muchas hayan quedado más aisladas, sin redes sociales o familiares de apoyo; y que aquellas que ya sufrían la pobreza la vivan ahora de forma aún más severa y crónica. Las personas se han visto de un día a otro sometidas a una vida digitalizada, donde todas las relaciones con las administraciones –por ejemplo, para pedir citas, para pedir ayudas, para relacionarse, para recurrir y reclamar–, se realizan de forma tecnológica, de tal manera que no todos tienen competencias, habilidades o capacidad para ello, ni todos tienen acceso a algo que ya ha hecho que se convierta en básico para los hogares, internet como un suministro más. La brecha digital ha supuesto, sin duda, un factor más de exclusión entre las personas. La pandemia ha hecho que las personas que ya antes eran invisibles, sean las más afectadas, pues el sistema y la sociedad tienen para ellas menor capacidad de apoyo, a pesar de la gestión humanitaria y caritativo-social que se realiza desde Cáritas y otras entidades sociales, que no puede suplir los déficits de las instituciones, de las administraciones y de la propia capacidad de los servicios públicos. En definitiva, la pandemia en gran medida ha puesto en jaque el mundo de los derechos de las personas, de todos nosotros. Existe una mayor desprotección ante una administración que lejos de estar cerca de las personas, «se ha blindado para no contagiarse» .
¿Y cuál es la situación de las familias más vulnerables en este momento?
Están sufriendo, por todos los factores que he descrito, los efectos de la pandemia: por la pérdida de empleo, de nivel adquisitivo y de ingresos necesarios; por la dificultad para mantener la vivienda y sufragar su mantenimiento; por la brecha digital que afecta en todos los sentidos: desde el formativo, al de acceso a oportunidades, a la educación de los hijos; por las familias migrantes con especiales dificultades por ya encontrarse antes en situaciones de exclusión severa, en empleos frágiles. Especial atención ponemos también en los mayores y enfermos que han quedado aún más aislados, y en los niños, por la trascendencia de su educación para evitar el día de mañana la transmisión intergeneracional de la pobreza que tanto preocupa a Cáritas. Los niños son el futuro y el de ellos está en educarlos y formarlos integralmente para evitar que mañana sean personas pobres. La familia es la gran red, es nuestro sostén, de ahí la importancia que tiene cuidarla, protegerla, sostenerla. Frente al individualismo, las desvinculación, la soledad,… la familia es lo que permite que vivamos vinculados, acompañados y fortalecidos como seres humanos, de ahí la importancia que tiene para Cáritas trabajar con las familias y acompañarlas en estos momentos tan complicados.
Una nueva Campaña de Navidad…
Este año nuestra Campaña nos invita a seguir estando cerca del que sufre, a confiar en la labor que desarrolla Cáritas con los que más lo necesitan. «Esta Navidad, más cerca que nunca» es el lema de un tiempo que quisiéramos que fuera diferente, con otra luz, diferente a la que nos ciega en las calles y que es bonita, pero es superficial, no nace de nuestro interior. Esta Navidad, Cáritas nos propone poner el acento en lo que celebramos en este tiempo litúrgico, en lo que vivimos estos días y es que todo un Dios por amor se hizo hombre y decidió nacer humilde, sencillo, pequeño, rodeado de personas que buscaban su Luz. Dios nació pobre en un pesebre, haciéndose hombre como nosotros, asumiendo cualquiera de las situaciones “límite” que podamos nosotros vivir. Un Dios que nació en un establo porque no le dejaron sitio en la posada. Esta Navidad, más que nunca, no cerremos la posada a quien tiene que nacer. No cerremos las puertas ni nuestro corazón a quien sufre sino estemos cerca. Que el distanciamiento social no nos separe de las situaciones de injusticia y de sufrimiento humano de aquellos que tenemos cerca e incluso más lejanos. En esta Navidad, Cáritas invita a seguir compartiendo, a seguir siendo generosos y a seguir siendo luz para los hombres allá donde estemos cada uno de nosotros. Así, ¡Feliz Navidad!